Capítulo 21- ¿Daemon muerto?

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Disparo a la mano de Marcus, si la bala ha salido del revólver, no voy a dejar que lo disfrute.
– ¡¿Se puede saber que haces, niña estúpida?!–se agarra la mano, eso no se va a curar fácilmente, pero tampoco es algo que le vaya a detener.
–No voy a dejar que los mates...–veo que Nath aun se mueve, pero Marcus también lo ve, le da una patada a su hija y le pisa el cuello cuando cae al suelo.
–Haz algo y le parto el cuello. –miro a mi alrededor, no hay fantasmas, ni uno solo, no puedo depender de su ayuda, pero, ¿Por qué esta tan vacía de fantasmas? ¿Temerán a Marcus?
Un ruido en el exterior distrae a Marcus un par de segundos, dándome tiempo a dispararle en la pierna que tiene sobre el cuello de Nath, cuando cae pone la mano izquierda sobre el cuello de su hija, haciendo que esta patalee para intentar librarse y así poder respirar.
Me acerco a él y le esposo, he gastado dos balas, demasiadas balas, una de por sí ya era demasiado, pero al menos he salvado dos vidas sin incluir la mía entre ellas.
–Te vas a enterar, niña estúpida.
– ¿Sabes que puedo matarte y decir que ha sido en defensa propia?
–Si me matas... tus familiares morirán... uno a uno...
–Se que lo que dices es mentira, que solo lo dices para que no te mate... pero tranquilo, no te voy a matar, no me rebajaré a tu nivel.
–Sabes que no le temo a la muerte, y que si muero, la misma persona que atropelló a tu prima... y que mató a esas personas exactamente iguales a tus primos... matará a tu familia, o hará que se maten entre ellos.
–Eso dilo en comisaría, porque estás detenido–me acerco a Daemon y le cojo las llaves, le quito a Nath la cinta aislante de las manos y levanto a Marcus–. Tienes derecho a permanecer en silencio. Todo lo que digas puede ser utilizado y será utilizado en tu contra. Tienes derecho a un abogado, si no puedes pagarlo se te dará un abogado de oficio, ¿Has entendido tus derechos?
–Quedaré libre antes de que ese inútil despierte.
–Si crees eso–lo llevo fuera, por suerte a dejado de llover, lo meto en la parte trasera del coche de Daemon, está demasiado tranquilo, tal vez quiera que le lleve a comisaría para que le sanen las heridas, no lo sé, cuando llego lo bajo y entramos a comisaria–. Brett. –levanta la vista, esta de turno de noche, haciendo trabajo extra para poder salir adelante.
– ¿Pero qué?
–Ha escapado de la cárcel y ha ido a casa de su hijo mayor para matar a sus dos hijos, por cierto, uno de los guardias de la cárcel es cómplice suyo, averigua quien.
–Claro–descuelga el teléfono para llamar a un ambulancia o a un médico, no se que se hace en estos casos, nunca me ha tocado nada así–. Ve a casa y descansa.
–Gracias Brett. –meto a Marcus en una de las celdas, solo, para que no pueda hacerle daño a nadie, y me vuelvo a casa de Daemon.
Cuando llego me encuentro a Daemon en el sofá tapado con una manta y Nath yendo hacia el baño para coger el botiquín a sanar a su hermano.
–Nath, ya lo hago yo. –cojo el botiquín y sano la herida de la sien de Daemon, cuando acabo Nath me mira.
– ¿Qué le ha hecho?
–Nada grave, tranquila, vete a dormir, mañana despertará, no tienes que preocuparte. –asiente y dejo las llaves de Daemon sobre la mesita que hay en la entrada.
Nos despedimos y vuelvo a casa de Jay, andando, antes de tocar el timbre me abre, creo que Luna a percibido que venía y se ha acercado a la puerta. Paso y le cuento todo lo sucedido a Jay, incapaz de guardarlo para mí, dejando a Jay perplejo.
–Supongo que... después de todo eso... querrás dormir.
–Sí.
–Buenas noches. –suba a la habitación de invitados, he visto la cama de Jay, no es muy grande, es por eso que quiere que duerma en otra cama, por comodidad.
Me cambio a la ropa que me ha dado antes Jay y me meto en la cama, tres segundos son más que suficientes para hacerme dormir.
"Estoy en comisaría, en el lugar que ocupaba Marcus cuando le he metido en la celda, miro a mi alrededor, hay mas presos en las celdas contiguas, pero cuando me miran, todos tienen la misma cara, la de Marcus. Me levanto y me acerco a la puerta, intento abrirla de algún modo, pero no puedo, oigo unos pasos y el resto de presos desaparecen, el que aparece ahora es Marcus otra vez, pero esta vez, el es el policía.
–Los delincuentes como tú no deberíais vivir.
– ¿D-delincuente?–todo lo de fuera de la celda, a excepción de Marcus, desaparece para dejar sitio a la peor de las imágenes.
Toda mi familia, todos mis amigos, en el suelo, muertos... Jack se ha clavado un cuchillo en el estomago, Claire y Ash se han matado entre ellas, mis tíos tienen cada uno un agujero de bala, Daemon está tirado en el suelo, solo con una herida en la sien, a Nath le han arrancado la piel a tiras, Kyle y Lena están en el fondo de un barranco con el coche, Derek y Chris aplastados por un pilar, Anne atropellada por un coche y Jay... Jay aun se mueve, está en un tanque de agua, casi muerto, pero aun lucha por su vida, lo que más miedo da, es que la persona que ha cerrado el tanque, y esta admirando el espectáculo, soy yo.
– ¿T-todo esto es culpa mía?
–Cada una de las muertes, y ahora, acabaré contigo, se que te prometí que si los matabas o hacías que se muriesen de algún modo ibas a vivir pero... no hay que fiarse de la palabra de un asesino. –veo la pistola entre mis ojos y el pequeño sonido del gatillo al apretarlo."
Me siento en la cama mientras grito como una loca, ha sido todo un sueño... menos mal... veo a Jay entrando por la puerta.
– ¿Qué pasa?
–C-casi me mata...–mi respiración esta agitada, noto la cama hundirse un poco cuando Jay se sienta.
– ¿Que ha pasado?
–M-Marcus... me quería matar... y yo había hecho...–aguanto las lagrimas como puedo hasta que Jay me abraza, entonces todas las lagrimas que tanto me he esforzado en mantener dentro de mis ojos escapan hasta caer en su hombro.
–Solo ha sido un sueño... no te hará nada... tranquila...
–Ha sido tan realista...
–Tranquila, aquí estas a salvo, ahora intenta dormir.
–No puedo...
–Son las dos, no has dormido ni dos horas, no puedes quedarte despierta–me da un beso en la frente y sonrío un poco–. Ahora intenta dormir.
–Mejor me preparo un vaso de leche para que me caliente el estomago...
–Ya lo hago yo.
–No quiero molestarte.
–No molestas.
–Da igual...
–Precisamente, da igual. –se levanta y sale, cuando vuelve trae un vaso de leche que me tomo enseguida, suspiro, no ayuda en nada.
–No tengo sueño.
– ¿Que tengo que hacer para que te duermas?
–No lo se...
–Venga, sabes que solo ha sido un sueño.
–Horrible.
–Sí, un sueño horrible, pero un sueño al fin y al cabo, no puede hacerte daño–miro hacia abajo, ya sé que no puede hacerme daño pero... era tan real... de no ser por cosas como que todos fuesen Marcus, o que me haya visto a mí misma, creo que me lo habría creído–. ¿Quieres que duerma contigo?
–Si... por favor.
–Muy bien–se tumba a mi lado y le abrazo, me apoyo en su pecho y noto como me acaricia el pelo–. Buenas noches.
–Buenas noches...–cierro los ojos y, aunque tardo mucho en dormirme, duermo de tirón, sin ninguna pesadilla.
Un grito me despierta por la mañana, cuando abro los ojos veo a Jay frotándose los ojos, miro hacia donde venia el grito y veo a Anne.
– ¿Qué pasa...?–tras decir esas dos palabras Jay bosteza, casi sin poder acabarlas.
– ¡Yo tenía razón!–sube a la cama y empieza a saltar encima, Jay y yo nos incorporamos hasta quedar sentados mientras Anne empieza a canturrear– La quieres, le quieres, la quiere, quiere, quieres, y os vais a casar, y yo llevare los anillos.
–No nos vamos a casar, ¿A que no Jay?
–Claro que no.
– ¡Claro que sí! ¡Y voy a llevar los anillos!
–Anne, deja de saltar en la cama.
–Eso, haz caso a tu hermano, y dime, ¿De dónde has sacado eso? ¿Por qué ahora de te mete en la cabeza todo eso de que nos vamos a casar?
–Porque cuando os vi juntos sabia que os ibais a casar.
–Si fuéramos  a casarnos Jay te lo habría dicho.
–No, porque no me dijo que habías vuelto hasta que te vi en la boda, y tampoco me había dicho que sois novios otra vez.
–Oh...
–Así que os vais a casar y no me lo ha dicho.
–No.
– ¡Sí!–sale corriendo, feliz, miro a Jay, que suspira mientras mira el techo.
–Está loca...–me rio y le doy un beso en la mejilla, haciendo que me mire– Me da miedo que siga así.
–Tranquilo, yo lo arreglo–le sonrío y me levanto, me estiro y salgo al pasillo, veo a Anne justo cuando va a entrar a su cuarto–. ¡No nos vamos a casar!
– ¡Sí! ¡Lo he visto!
– ¿Ver qué?
– ¿No lo sabes?
– ¿Que si no es el que?
–Nada. –sale corriendo hacia el piso de abajo, yo le sigo.
– ¡Dímelo!
– ¡No! Si no te lo ha dicho yo no te lo digo.
– ¿Decirme que? ¡Estoy confusa!
–Nada.
–Dímelo.
–No, no, no, no, no, no, no. –sale corriendo y yo me quedo en el sitio, noto los brazos de Jay rodearme desde atrás y sus labios en mi mejilla.
– ¿Qué pasa?
–Tú sabrás, ¿Que me ocultáis?
–No te lo puedo contar.
– ¿Y cuándo vas a poder? ¡No puedo con la curiosidad!
–Cuando esté listo.
–Vale...
–Tranquila, no es nada malo–me suelta y va a la cocina para hacernos el desayuno, noto algo dar vueltas entre mis tobillos, cuando miro abajo veo a Luna, la cojo y le doy un besito en la cabeza, entro en la cocina y la dejo en el suelo para acto seguido ponerle la comida, Jay pone la comida sobre la mesa y cuando nos sentamos nos mira a las dos–. ¿Qué os pasa?–ninguna respondemos, no sabríamos que responder, creo yo– Chicas, no me ignoréis. –mi teléfono suena, salvada por la campana, cojo al ver que es el numero de Brett.
– ¿Si?
–Ven a comisaria, es importante.
–Voy–cuelgo y miro a Jay–. Me tengo que ir, luego vengo a por Luna.
–Tranquila, no importa, te la llevaré a casa.
–Vale. –le doy un pico y me voy con una sonrisa, cuando llego Brett se me acerca, miro la hora, su turno a acabado hace quince minutos, ¿Cómo es que sigue aquí?
–Quiere hablar contigo.
– ¿Marcus?–cuando asiente me alerto, no puede ser posible– Vale, ¿Donde está?
–Donde siempre, me voy a casa, necesito dormir ya. –me sonríe y yo le sonrío a él, voy a los calabozos y veo a Marcus jugueteando con las vendas que le han puesto en las heridas, carraspeo para que note mi presencia.
–Ya sé que estas ahí, ¿Te recuerdo quién soy?
– ¿Que quieres?
–Vengarme.
–Todo no se puede tener, lo sabes, ¿No?
–Lo sé, yo no quería una hija, y ahí anda.
–Tiene derecho a vivir.
–No tiene derecho a nada, no tenía ni partida de nacimiento, hasta hace cuatro años no existía.
–Si no tiene derecho a nada, tampoco tiene derecho a morir.
–Morir no es un derecho, es algo que los demás deciden por ti.
–Claro que no.
–Sí, igual que tus padres deciden como tratarte–se levanta y se acerca a los barrotes, yo inconscientemente retrocedo medio paso, asustada–, igual que yo decidí tratarte así, igual que yo he decidido tratar así a mis hijos, igual que tú has decidido poner en peligro a tu familia, ¿Acaso no estoy diciendo la verdad?
–Claro que no, y si he venido para que me digas estas estupideces mejor me voy. –niega con la cabeza, asustándome, eso nunca es bueno.
–Es para decirte que si no llevas a Daemon al hospital, morirá, es más, puede que ya no respire. –esa frase acaba con mi mundo, ¿Daemon muerto? Solo le dio un golpe en la cabeza aunque... tal vez le hizo ingerir algo o... un golpe en la sien es muy peligroso...

Al otro lado de la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora