Capítulo 18- Disgusto con M

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–Nada, porque no te perdonaré.

–También me dijiste eso hace cuatro años.

–Era distinto. –me besa con suavidad, aguanto una sonrisa, no quiero ponérselo tan fácil.

– ¿Y ahora?

–No.

– ¿Quieres más?

–Puede que sí, o puede que no.

–Responde sin rodeos.

–Adiós Bennett. –le empujo con suavidad para alejarle de mí, me giro y abro la puerta, cuando entro noto los dedos de Jay rodeando mi muñeca y tirar de mi, besándome.

–Ahora si quieres si, adiós asesina.

–No, ahora te quedas, aunque necesite secuestrarte para eso. –le beso y le meto en casa, cierro la puerta y me pego a él.

Las manos de Jay me acarician la espalda hasta llegar al borde de la camiseta y quitármela, pero no dejo que haga nada mas, vamos a mi cuarto y le empujo a la cama, me quito los pantalones y me pongo encima suyo, le quito la camiseta y empiezo a darle besos por el cuello, le quito el pantalón y me libro de lo que nos queda de ropa y le beso, dispuesta a demostrarle todo lo que le quiero.

~∆~∆~∆~

Noto los brazos de Jay rodeándome, aun estoy encima suyo, el cansancio que tengo es increíble, me mueve con cuidado para tumbarme a su lado y me tapa con la manta, tapándose el también, pero enseguida viene Luna a molestar, se tumba entre nosotros dos.

–Oye, ¿Quién te ha dado permiso para ponerte aquí?–me río y Luna araña la mejilla de Jay, aunque no le deja marca por la falta de uñas.

–Por malo.

– ¿Malo?–le guiño el ojo derecho y mira a Luna– ¿A que tu dueña no tiene razón?–la respuesta de Luna es levantarse para acomodarse en la almohada, haciéndome sonreír.

– ¿Lo ves? Te ignora porque tengo razón.

–Ven aquí tontorrona mía–me besa y yo le correspondo hasta que noto la pata de luna arañarme la cabeza, me separo y la echo de la cama, ella simplemente maúlla, molesta, cuando sale de la habitación Jay vuelve a hablarme–. Tu gatita es un poco entrometida.

–Lo sé, ¿Qué te apetece hacer?

–No lo sé... pero deberíamos vestirnos... y ducharnos... aunque no en ese orden. –me rio y nos duchamos juntos, mientras me visto le miro.

–Estos días has estado muy raro, ¿Por qué?

–No es nada.

–Me tienes preocupada.

– ¿Quieres saber qué me pasa?–termina de vestirse y se acerca a mi– ¿Puedo usar tu ordenador?

–Claro.

–Pues ven cuando termines de vestirte–sale de la habitación y yo termino de vestirme, salgo y voy a la sala, me siento a su lado y miro la pantalla, es el buzón de spam del mail de Jay–. Esto me pasa. –miro de quien son los mails, pero no necesito mucho tiempo para recordar de quien es el mail, de Carly.

– ¿Pero qué...?

–Me los envía desde antes de que te dispararan.

– ¿Por qué?

–Lee alguno–hago clic en uno cualquiera–. Solo he leído el primero, pero supongo que todos serán iguales. –leo el mail, parece más bien el anuncio de una prostituta, hay una imagen adjuntada al mail, no hace falta pensar mucho para saber que será una foto de Carly desnuda o medio desnuda.

Al otro lado de la leyDonde viven las historias. Descúbrelo ahora