26. Amigos, flores y Blancanieves.

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Capítulo veintiséis: Amigos, flores y Blancanieves.

Seth

–¿Y estás contento porque Jayden ya no pinta nada en el asunto?

Asentí.

–Tío, Kim va a seguir ahí, rompiendo las reglas.

–¿Y?

James rodó los ojos.

–Christina está a punto de llegar, así que ¡fus! ¡Vete!

Me empujó hasta la puerta y la abrió, echándome, también, de otro empujón.

–¡Gracias, amigo! –exclamé con ironía.

Al voltearme, me encontré con la esperada chica.

Me entregó una cesta de mimbre y entró en la casa. Antes de que pudiera ver cómo James se tiraba encima de ella, cerró la puerta.

Me deshice del trapo que cubría la cesta y me encontré con una corona de flores amarillas.

Enarqué una ceja.

¿En serio, Kimberley?

Una nota azul colgaba del rabo de una de las flores.

Siéntete rey por unos instantes, cariño.
Muy pronto dejarás de poder hacerlo.
Kimberley, xxx

Kim

–¿En serio otra vez con las cestas? –preguntó alguien a mis espaldas.

Resoplé.

–Te he dicho que no te acercaras a mí –mascullé mirándolo por encima del hombro.

–¿No querías tu camiseta "limpia como una patena"? Aquí la tienes –me incorporé y la cogí. Pronto añadió:– Oh, y creo que no te las darás arreglado para echar las reglas de Jaxx abajo.

–¿Disculpa? ¿Alguien a pedido tu opinión? ¿A que no? Graciaaas –sonreí forzadamente y me volví para mirar, a través de los arbustos, a Jaxx entrando en su coche.

(Nota de la autora: imagínate la reacción de Kim así ⇊)

Guardé los prismáticos en el bolso y cuando me volteé, ya no había rastro de Jayden

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Guardé los prismáticos en el bolso y cuando me volteé, ya no había rastro de Jayden.

Estiré la camiseta y comprobé que estuviera limpia.

Y en efecto, lo estaba.

–Hola, Kim –oí que decía alguien al otro lado de la mata.

Suspiré.

–Qué suerte que aquí haya tantos arbustos como en mi casa, ¿no?

–Déjame en paz, pesado.

Oí que reía antes de que me metiese en el coche.

Él no tardó mucho en aparecer sentado en el asiento del copiloto.

–¿No ibas a marcharte?

–Encendiste la linterna –empezó a decir, y recordé que había sido para ver la camiseta– y llamaste mi atención.

–Qué bien, ¿no? –mascullé con sarcasmo.

Apenas había luz, porque ya estaban siendo las diez de la noche, pero vislumbré una sonrisa blanca como mi camiseta.

–Dijiste que me follarías en Navidades.

–Para el carro amigo.

Él volvió a sonreír. Yo apreté la mandíbula para no hacerlo.

–Estoy con la regla, así que si no quieres que tu polla parezca un plátano bañado en calimocho, tendrás que buscarte a otra.

–Empiezo el año con algo rojo.

–La regla dura cinco días, no quince –repliqué divertida–. Seth, yo también estoy cachonda, pero tengo que aguantarme.

Apoyó una mano en el hombro de mi asiento y se acercó a mí.

–Podemos repetir lo del baño.

–Tienes muchas ganas, ¿verdad?

–La verdad es que sí –contestó con una sonrisa.

Me saqué el reloj y lo metí en la guantera.

Posé la mano sobre su brazo y me impulsé para subirme sobre él a horcajadas.

–Da gracias a que mi coche sea moderno y pueda hacer esto –pulsé un botón y los cristales se oscurecieron.

–Es de noche, Kim.

–¿Quién nos dice que no haya otro acosador como yo y nos saque fotos? –repliqué, y no dejé que me contestase–. ¿En serio vamos a discutir sobre esto? Porque yo tengo unas ganas increíbles de tener una conversación no verbal.

Jaxx sonrió.

Posó su mano sobre mi cuello y acercó su boca a la mía.

Nunca nos habíamos besado. Por lo menos, que yo lo recordase.

De repente, unos golpes en la ventana hicieron que nuestro primer beso no se produjese.

Una vecina, vieja, tenía la nariz pegada al cristal y, para intentar ver algo, entrecerraba los ojos como una posesa.

–Puercos, ¿no tenéis casa para hacer eso?

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lol lol lol

Si estoy seca en las notas de autora debéis saber que es porque llevo un tiempo enferma y no me da la cabeza para mucho. Lo siento.

Espero que os haya gustado el capítulo y que queráis leer más.

Besotes,
Lucía, aka Diosa Azul, xx

Rompiendo Tus Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora