28. Fuerzas, roturas y colapsos.

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Capítulo veintiocho: Fuerzas, roturas y colapsos.

Kim

–Sí, me los follo a todos, ¿y?

Jayden torció la boca.

Se inclinó sobre mí cuando se lo indiqué con el índice y susurré:–Ya te dije que no te quería cerca de mí, así que no sigas haciendo caso omiso a mis avisos porque te puede salir bien caro.

–¿Más caro que tu salida del instituto a rastras?

Solté una carcajada.

–¿Vas a arrastrarme hasta la salida? –pregunté con gracia–. Porque como no sea con tu polla cuando se empalma al verme... No sé de dónde sacarás la fuerza.

Se pasó la lengua por los labios y se separó de mí.

–¡Amigos! ¡Nuestra compañera Kimberley tiene algo que deciros! –exclamó, llamando la atención de toda la cafetería.

–¿Qué haces? –pregunté tirando de su jersey para que volviera a inclinarse.

–Se me empalma cuando hablas claro.

Enarqué una ceja.

–¿Quieres que hable claro? Ahora mismo lo hago –susurré.

Me levanté y de un empujón hice que Jayden se sentara en mi sitio.

–Antes de nada, ¡feliz año! –empecé a decir.

Caminé entre las mesas, siendo consciente de que cientos de pares de ojos estaban posados sobre mí, y me subí a una de ellas con la ayuda de un jugador de lacrosse al que solía darle consejos de ataque.

–Hace un mes todos me mirasteis raro porque había roto una de las reglas de nuestro querido rey. –Se oyó una serie de abucheos que pronto logré callar–. Seguro que pensasteis que no me volveríais a ver, pero aquí sigo, vivita y coleando.

Algunos se atrevieron a sonreír ante el repaso que di a toda la sala.

–Y eso es, amigos, porque no existe el prometido castigo al incumplimiento de las reglas.

–¿Eso quiere decir que... –empezó a decir un chico.

–¿Que podéis romperlas? Por supuesto.

Todos empezaron a gritar.

–¡Eh! ¡Relájense! –exclamé, y todos se callaron–. Eso no significa que podáis faltarle al respeto a Jaxx... Ni a James.

Miré inconscientemente de reojo a Christina, que sonreía complacida.

Me bajé de la mesa y dejé que siguieran comiendo.

–Gracias, Jayden, por tu ayuda –dije agarrándolo por la chaqueta para que se sacase de mi sitio–. Sin ti nunca lo hubiera hecho.

Sonreí con falsedad y él se marchó.

–¿Ya se ha terminado? –preguntó Christina revolviendo la crema de zanahoria.

–¿El qué? ¿Los condones de Jaxx? Sí, creo que sí.

–La rotura de normas, Kim.

–¿Eso? No lo sé. Ahora todo está en las manos de esos pinchaúvas.

Bebí un trago de agua y añadí:–Yo voy a seguir follándome los abdominales de Seth.

Sentí un aliento fresco en mi nuca y bajé la cuchara.

–Cariño, has roto mis normas y ya sabes qué es lo que toca ahora.

–Si ya tienes el rabo despierto creo que los baños aún no se colapsaron.

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Hola hermos@s creyentes. Espero que os haya gustado el capítulo y lamento anunciaros que el siguiente será el epílogo. Ya os lo diré, pero lo más probable es que no continúe con la novela, quizás simplemente la edite para darle un poco más de encanto.

Ojalá hayáis disfrutado de este libro tanto como yo escribiéndolo.

Mil besotes,
Lucía, aka Diosa Azul, xx

Rompiendo Tus Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora