27. Viejas, cantos y lujuria.

2K 170 12
                                    

Capítulo veintisiete: Viejas, cantos y lujuria.

Seth

–Puercos, ¿no tenéis casa para hacer eso?

No aparté mi mano del cuello de Kim, que estaba tan caliente como yo, pero sí que aparté la mirada.

–Tenemos caderas fuertes, señora –contestó Jagger al bajar la ventanilla.

Una corriente de aire frío entró en el coche y ambos nos encogimos.

Ella puso los ojos en blanco y me miró, luego, volvió a mirar a Kim.

–Yo a tu edad me los tiraba mucho más feos.

–Lo siento por usted.

La vieja sonrió y dijo:–Disfruta mientras puedas, querida.

–Gracias por el consejo.

Kim pulsó un botón y la ventanilla se subió.

Me miró y sonrió.

–¿No la has oído? Hazme disfrutar mientras pueda, querido.

Christina

James me miró desconcertado.

–Pensé que... –empezó a decir.

–¿Pensaste qué? ¿Que iba a follarte sin tener en cuenta que me pasé una noche en vela escuchando a unos mariachis que aunque les tirase una bomba no se irían?

–¿Entonces a qué has venido? –preguntó levantándose de la cama.

–A cantarte toda la noche. Me quedaré sin garganta, sí, pero sabrás por lo que he pasado.

Él me miró sorprendido.

–¿Vas a... Cantarme?

–¿No es eso lo que he dicho? Coge asiento, amigo, porque esto tendrá para rato.

Se quitó su cara de sorpresa y sonrió repentinamente.

–No sabes qué ganas de hacerte cantar tengo.

Se acercó a mí y posando una mano sobre mi nuca, me besó.

Quise deshacerme de él, pero no tenía fuerzas. Ni ganas.

Recorrió la línea de mi mandíbula con su boca y solté un suspiro.

Kim

–Estás obsesionado con mi pelo –mascullé al notar que enganchaba un mechón con un índice.

–Estoy obsesionado contigo.

–Oh, qué bonito –farfullé, y acaricié su mandíbula–. Anda, vamos para atrás que aquí no hay quien se mueva.

Me ayudó a pasar al asiento trasero y yo lo correspondí cuando me hube sentado.

Dejé que se sentara en el medio y luego pasé una pierna por encima de él para volver a ponerme a horcajadas.

Él observó cómo me quitaba las medias negras, que se mantenían tiesas gracias al cordón que las unía con mi braguita, y suspiró cuando las tiré al asiento delantero, donde también descansaba su camiseta y mi vestido.

–Si empezamos a hacer de esto una costumbre –empecé a decir, y dibujé un círculo en su hombro– podrás dejar de ir al gimnasio.

–¿Por qué lo dices?

–Porque –susurré en su oído– los ejercicios de cardio ya los harás conmigo.

Noté que sonreía en mi cuello.

–Tu idea de acabar con mi imperio se ve recompensada con esto, cariño.

Lo miré a los ojos. Brillaban con lujuria.

–¿Me odias por ello?

–¿Crees que si te odiara te perseguiría?

_________________________________

Hola mis amores... Espero que estéis tod@s muy bien y que no me hayáis abandonado por prácticamente desaparecer de Wattpad. Lo necesitaba, de verdad.

También espero que os haya gustado este capitulaco y que me acoséis con cientos de mensajes y votos hasta que mi teléfono se reinicie solo. Por favor (lol).

Besotes (x1000000000),
Lucía, aka Diosa Azul, xx

Rompiendo Tus Reglas ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora