Capítulo 6. Ese abrazo...

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Tini POV.

Juró que fue puro impulso el haber dicho que tenía novio, sólo quería mantenerme alejada de Jorge. Hay algo en él que no me gusta, es aquello donde te acercas y sabes que en un milisegundo puede destruirte. Cuando lo miré a los ojos, no pude evitar la oscuridad que emanaba de ellos. No había calidez, no había amabilidad. Nada.

—Llegamos—dijo con voz neutra, le había indicado en dónde dejarme.

—Gracias—dije saliendo, deseaba escaparme del auto y de él.

El auto se movió y comenzó a alejarse hasta perderse de mi vista. Me giré a mirar la puerta de mi casa, y las luces estaban apagadas. Generalmente mi abuelo dejaba encendidas la luz de la entrada y de la cocina, sin embargo desde la ventada no podía ver ni un poco de luz.

Entré tranquilamente a mi casa, con una sonrisa por saber que me llevaba bien con los pequeños. No obstante, la joven de catorce me odia o eso parece porque se mantuvo encerrada en su habitación haciendo tareas y escuchando música. Planearía algo para poder llevarme bien con ella, vale la pena intentarlo.

»Deberías intentar eso con Jorge«

Negué con la cabeza, sentía que acercarme a Jorge es como tirarme de un acantilado. A pesar de todo, siempre le daba una oportunidad a las personas y debía dársela a Jorge lo estaba criticando sin conocerlo.

—¡Abuelo ya llegué! —grité, pero se escuchaba un pleno silencio— ¿Abuelo? ¿Vino Jace a verte?—seguía hablando sola.

Caminé hacía la habitación de mi abuelo, pero no estaba. Una oleada de preocupación invadió mi cuerpo, encendí las luces tratando de entender que sucedía. Él teléfono de la casa sonó, rápidamente caminé hacía él.

—¿Si?—contesté.

—¡Dios! Martina estuve llamando desde hace dos horas—la voz de Jace se hizo presente—, tienes que venir al hospital.

Mi respiración se quedo en mi garganta, ahora estaba preocupada demasiado.

—¿Por qué? —era la pregunta más estúpida, pero no quería reconocer lo que pasaba.

—Tu abuelo esta aquí —dijo después de largos segundos—, cuando llegué dijo que había tenido una visita de unos hombres, pidiendo que tenía que desalojar la casa cuanto antes. Estaba muy triste y nervioso, cuando le iba a dar de comer… se desmayó. Martina necesito que vengas ya.

Colgué al instante, necesitaba ir... El pánico comenzó a inundarme, no sabía como ir al hospital. Quedaba muy lejos como para ir caminando a es demasiado de noche. Salí de la casa con el rostro pálido, sin embargo me llevé una sorpresa al ver a Jorge ahí. ¿Qué hace aquí?

—Se me olvido darte el dinero, por la moto—habló con media sonrisa.

—¿Puedes llevarme al hospital?—pregunté desesperada, el me miró confundido pero asintió.

—Sí...—me dio lugar para poder entrar al auto, mis manos temblaban por el miedo.

»No puedes quitármelo«pensé.

—¿Estas bien? —preguntó Jorge.

¡No estoy bien! ¡No lo estoy! ¡Tengo miedo de llegar al hospital y me digan cosas que no estoy preparada para escuchar!

—S-sí.

[…]

Cuando por fin llegamos, fui donde me quebré. Las lágrimas comenzaron a salir y corrí hasta encontrar a Jace caminando de un lado a otro. Mis piernas dejaron de moverse, no quería saber algo malo tenía miedo. Jace me miró con ojos inundados de preocupación, rápidamente se acercó a abrazarme.

—¿Donde está? ¿Te dijeron algo? ¿Puedo verlo?—le pregunté entre lágrimas.

—Aún no dicen algo, Martina se dio un fuerte golpe en la cabeza al caer. Y no me han dicho algo.

—No quiero que me lo quiten, tengo miedo a perderlo—gimoteo abrazando a mi amigo.

—Tranquila... Todo estará bien.

—Familiares del señor Stoessel.

Miré al Doctor que esperaba a que se acercarán a él, me acerqué lo más rápido posible.

—¿Esta bien?—pregunté.

—Si su estado esta bien, pero… el golpe en la cabeza hizo que...—me miró con pena.

—¿Qué?—dije desesperada.

—Hizo que perdiera... La memoria.

—¿Qué? ¿No me va a recordar?—pregunté en un hilo de voz.

—Sí lo hará, pero no recuerda del todo. Ahora está descansando, sólo que te digo que ahora todo lo que pase de hoy en adelante no lo recordará. Habló de su esposa y por su expediente sé que es viudo. Lo lamento —dijo, mi mirada estaba perdida.

¿Como le iba a decir que su esposa estaba muerta? No sabia, y lo peor era que tendría que decírselo día a día. También tendría que explicarle lo que paso hace algunos años, sólo espero que lo único que recuerde que fue lo que sucedió hace años.

—Esta bien—susurré, alejándome del doctor. Mi espalda chocó con un cuerpo, eleve mi vista y encontré a Jorge mirándome con pesar.

Sin pensarlo, lo abracé. Ahora mismo necesitaba un abrazo, apoyo, no sentirme sola. Y lo más extraño fue, que Jorge hizo que con ese abrazo no me sintiese sola.

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora