Capítulo 7. ¿De que hablas?

133 13 1
                                    

—Hola...—susurré, entrando a la habitación de mi abuelo.

Me quedé toda la noche en el hospital, estaba preocupada por mi abuelo que no quise irme. En la mañana tuve que ir a la cafetería a comer algo, en todo éste tiempo estuve sola. Pues Jorge tenía cosas que hacer al igual que Jace, pero cada quien tenía sus razones. Jace tenía que hacer trabajos para la universidad, de seguro sus padres le han de haber dicho que soy una distracción.

Los asuntos “importantes" que tenía que hacer Jorge, los desconozco. Recibió una llamada, su humor cambió drásticamente cuando la recibió. Me dijo que podía ausentarme al trabajo, por lo menos hasta que mi abuelo mejore, sin embargo no me lo dijo con amabilidad.

—Hola, Tinita que grande estás —la fatigada voz de mi abuelo, hizo que mis ojos se llenaran de lágrimas.

—S-sí...—intente sonreír.

—¿Sabes, dónde está Shery?—preguntó con un poco de emoción.

—Abuelo... Hay cosas que debes saber—me acerqué a la camilla donde estaba. Mi abuelo me miraba confundido, me temía la reacción que tendría.

—¿Qué sucede?

—Abuelo ¿en qué fecha estamos?—pregunté cautelosa.

—Mi niña estamos en 17 de julio del 2004—me miraba divertido, pero miraba que algo le preocupaba.

—No...—susurré—, hoy es 10 de diciembre del 2015.

—¿Qué? ¿Es una broma?—preguntó con una risa cansada.

—No, quisiera que lo fuese pero no lo es—mi voz comenzó a quebrarse.

—¿D-Dónde está Shery?—comenzó a exaltarse.

—Abuelo, necesito que te tranquilices —me senté en la camilla, tomando su mano que temblaba ligeramente.

—¿Solo dime donde esta mi esposa? —la preocupación en su voz era notoria.

—Ella...—respiré profundo— murió hace cuatro años...—mis lágrimas caían por mis mejillas al ver que las de él también se deslizaban por su rostro.

—¿De que hablas? Ayer estaba horneando galletas—dijo en llanto, me dolía verlo así.

—No, abuelo. Eso no sucedió ayer—le dije apenas audible, pero el lloraba y significaba que me escuchaba—, tuviste un golpe en la cabeza. Olvidaste lo que sucedió verdaderamente ayer, tenías alterados tus nervios y te desmayaste haciendo que te golpearas la cabeza con el suelo...

—¿Y Melody?

—Abuelo... Te estoy explicando...

—¿¡Donde está Melody!?—me gritó. Era la primera vez, en toda mi vida junto a él que me gritaba. Y sentía miedo.

Me puse de pie, alejándome un poco de él. Según el Doctor esto iba a estar sucediendo, podía ponerse agresivo.

—Mi Mamá murió de Cáncer —le respondí.

—Melody no ha muerto—me aseguró suavizando su voz.

—Si, ella murió cuando yo tenía ocho. Solamente que no me permitiste ir a ver su funeral, tu y mi papá dijeron que no era un sitio para niños—le expliqué.

—Nunca tuvo cáncer.

—Abuelo, éstas confundido lo mejor es que dejé que descanses —comencé a caminar hacía la puerta.

—Tu padre y yo mentimos —no entendía porqué mi abuelo estaba diciendo esas cosas, además él no recuerda casi nada y menos sabrá sobre la muerte de mi madre.

—Abuelo descansa, vendré por la tarde...

—Escuchame Tini, te mentimos. Preguntale a tu padre, el te dirá.

Me dolió, una infinidad de veces le pedí que nunca habláramos de él. Dolía su ausencia, me dolía ya no tenerlo junto a mí. Por esas razones le dije a mi abuelo que no lo mencionáramos nunca.

—Adiós.

Salí con lágrimas en mis ojos, la vista se me nublaba por tantas lágrimas retenidas. Llegué a la sala de espera y me senté en uno de los lugares vacíos, estaba triste, no quería volver a hablar de estos temas porqué lloraría. Y eso es lo que estoy haciendo ahora, llorar como una niña desamparada.

—Martina ¿estas bien?—preguntó.

—S-Si.

—¿Quieres ir a tomar aire?—era extraño, que Jorge estuviese siendo amable conmigo. Sentía lastima por mí, supongo que por eso lo hace.

Asentí, necesitaba despejar mente. Sin embargo, tendría otra duda en mi cabeza.

¿Por qué Jorge ahora esta siendo amable? Era ridículo, porque ayer me dijo cosas que hacían pensar en que solo quería acostarse conmigo. Pero ahora estaba de lo más extraño, digo, porque esta abrazando mis hombros de forma cariñosa y me compró un helado.

—¿Te sientes un poco mejor? —me preguntó cuando nos sentamos en una banca.

—Si... ¿Y tú? ¿Como ha estado tu... día?—dije desviando mi mirada.

—Perfecto, hasta ahora. Arreglaste mi día—dijo con serenidad.

—¿Yo?—sonreí— No he hecho algo como para que arreglase tu día.

—Lo acabas de hacer—dijo sonriendo.

—¿Como?

—Con tu sonrisa.

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora