Capítulo 24. El trabajo

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—Tini —algo me movió, y gruñí en respuesta—. Ninguna mujer me había gruñido con tan poca sensualidad...

¿Qué?

Me levanté chocando mi frente con alguien, dolió.

—Auch —digo, frotando mi mano con mi frente— ¿qué haces aquí?

—Estas en el suelo con papeles por todos lados, fue fácil que me llamases la atención —dijo sarcástico, poniéndose de pie.

Miré a mi alrededor y era cierto, todo estaba hecho un desastre. Mis apuntes, mis tareas estaban esparcidas y yo me encontraba en el suelo. Mientras mi cerebro trataba de decidir que hacer Jorge empezó a levantar algunos de los papeles, acto seguido me ofreció su mano ayudándome a levantarme.

—Gracias —digo, con una sonrisa amable.

—Es mejor que tomes una ducha —dijo dejando los papeles sobre mis manos.

Se giró y subió las escaleras, dejándome sorprendida. Él había sido cortés conmigo, no hubo una actitud fría de por medio. Eso me hizo pensar que tal vez el verdadero Jorge había sido raptado por extraterrestres y en su lugar dejaron a alguien exactamente igual a él, pero con un carácter diferente.

—Creo que me estoy volviendo loca —susurró negando con mi cabeza.

[…]

—Te he dicho que yo siempre puedo viajar sola, pero hoy me levante tarde, tuve que arreglar mi trabajo en orden —dije hablándole al buzón de voz—. Tenía que entregar este trabajo antes, Jace.

Colgué sintiendo la frustración dentro de mí, se me estaba haciendo tarde y no tenía transporte. Aún no habían arreglado mi motocicleta, cosa que debería empezar a hacer. Caminé de un lado a otro, estaba retrasandome aún más y no sabía que hacer. La universidad estaba muy lejos de la mansión, si me iba en autobús probablemente llegaría tarde y no me aceptarían el trabajo. Comencé a morderme la uña del dedo pulgar con nerviosismo.

—¿Aún estás aquí?

Me gire y baje mi mano al encontrar a Jorge con una ceja alzada, probablemente estaba impresionado por como me veía. Después de que tomé mi ducha no logre peinarme del todo, también estaba el hecho de que tampoco me había vestido bien.

—Te ves horrible —comenta, cruzándose de brazos— ¿Qué te tiene preocupada?

—Mi... novio —mentirosa—. No ha venido por mí, y este trabajo en mis manos tengo que entregarlo en cuarenta y cinco minutos con sesenta segundos, ahora cincuenta y nueve, cincuenta y ocho...

—Yo te llevo —dice, haciendo un movimiento de cabeza para que lo siga.

¿Jorge y yo en un mismo auto? Era una pésima idea, pero necesitaba entregar el trabajo. Decidí seguirlo, aún sabiendo que era una mala idea. Llegamos a su auto y me introduje en el sin pudor alguno.

—Vaya... En serio estas desesperada por llegar.

No respondo, en serio la calificación de ese trabajo me importaba mucho. Había estado ausente y necesitaba mejorar y acabar bien el semestre. También tenia que visitar a mi abuelo y decirle nuevamente qué día es y que su esposa, hija y yerno habían muerto. Odiaba decírselo, porque él repetía miles de veces que su hija no había muerto. Me crecía un nudo en la garganta y más cuando mencionaba a mi padre diciendo que él era demasiado bueno con todos, pero mencionarle a su esposa le ponía violento y acaba conmigo saliendo de su habitación esperando a que se calmara. Mientras yo lloraba sin parar por lo que estaba viviendo, pero siempre regresaba con una sonrisa. Porque sé que no todos tenemos la oportunidad de tener a nuestros abuelos aún con nosotros.

—Normalmente eres parlanchina y no sé si es la preocupación que te tiene muy silenciosa —habla Jorge sacandome de mis pensamientos.

—Yo solo quiero llegar cuanto antes a la universidad —mi voz era melancólica.

Jorge logró notar mi melancolía, pero prefirió no hablar sobre el tema. Durante el camino hubo un agradable silencio, el cual aprecie. Pensé que seria imposible estar en un mismo lugar con Jorge terminaría en yo lanzándome de la ventana no sin antes haberle metido una bofetada a Jorge por algo que probablemente me haría enfadar. Sin embargo, tuve un grandioso viaje tranquilo en auto a la universidad sin necesidad de insultos.

—Llegamos —informa Jorge—. Tienes veinte minutos para entregar el trabajo.

—Gracias —digo con sinceridad, me mordí el labio con dudando en lo que iba a hacer. Sin embargo, decidí hacerlo.

Antes de salir me incline y deposite un beso en su mejilla en agradecimiento, él parecía confundido. Pero nuevamente se quedo en silencio y yo salí con las mejillas sonrojadas.

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora