Capítulo 8. "No le digas a Tini..."

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—¿Y tus hermanos?—ignoré el sonrojo de mis mejillas.

—Por ahí en la casa fastidiando—añadió una risa.

—¿L-Lucy preguntó por mí? —tenía cierta curiosidad por como me la había quitado ayer.

—Sí, le preguntó a Letty qué en dónde estaba su hada madrina hermosa —respondió con cierto brillo en los ojos.

—La quieres mucho—afirmé.

—No.

—Aww, eres tierno bajo ese rostro duro que tienes —dije, pero me arrepentí de decirlo. Las facciones de Jorge endurecieron, parecía que algo le inquietó— Tengo que regresar al hospital —me puse de pie, un poco torpe, pero no me detuve y comencé a caminar.

—Espera —dijo con una media sonrisa —, te parece si mañana vamos a tomar algo.

—Oh, Claro —había algo extraño, algo dentro de mí me gritaba que me iba a hacer daño. Pero no debía juzgar.

—Bueno, paso por ti a las... ¿siete? —dijo dudoso, había algo que seguía inquietandome.

—S-Sí, nos vemos —comencé a caminar rápido hacía el hospital.

Al llegar encuentro que llevan a alguien en una camilla con urgencia a ¿urgencias? Bueno, no sabía mucho sobre el hospital. Casi nunca he venido aquí. Mi cara palideció al ver a un hombre mayor que era mi abuelo, parecía muy pálido. Llevaba una mascarilla en la cara, sus ojos estaban entre abiertos. Uno de los doctores, gritaba que se apurasen y yo los seguía con los ojos llenos de lágrimas no derramadas.

—De prisa, podemos perderlo —se escuchó, lo último de los médicos.

Y lo último que escuché yo también, ya que todo se volvió negro.

[…]

Sentía unas inmensas ganas de vomitar, lo habría hecho si no supiese donde estoy. Lo único que localizó es a alguien con los ojos cerrados con la cabeza hacía atrás, apoyado en la pared. No podía ver muy bien, estaba borroso todo.

—¿Tini? —era una voz reconocible.

—¿J-Jace? Me siento mareada y asqueda —comenté con un quejido.

Como respuesta llegó una pequeña risa— Te alteraste demasiado... Estuve allí.

—¿Qué?

—Estaba por los pasillos, fue entonces como vi que te desmayaste —cuando terminó de hablar, mi vista estaba más clara.

—Lo siento, sé que no debí alterarme —me reí. Pero se esfumó al saber porqué me altere.

—¡Mi abuelo! É-Él estaba mal... —comencé a temblar.

—Calmate, él está bien...—dudó unos momentos en decirme—, pero su diagnósticos están mal.

—No...—susurré, esto no podía estar pasando.

—Tini, no creen que pueda salvarse. Su respiración está fallando, y ha estado muy alterado—explicó, me puse de pie de la camilla.

Me daba cuenta que aún seguía en el hospital, eso significaba que podía ir a ver a mi abuelo. Seguía llorando, mis manos temblaban.

—Calmate, ahora no puedes ir a verlo —lo empujé, sin embargo no pude moverlo.

—¡No! No entiendes, él es lo único que tengo ¡Estaré sola si él me deja! —grite golpeando su pecho mientras lloraba—. Él es mi familia —sollocé.

—Todo estará bien —me abrazó mientras lloraba desconsolada en sus brazos, él era la única persona que me veía así. Cuando lloró, él  está ahí para limpiarlas.

—Tengo miedo Jace —murmuré— No quiero quedarme sola, no de nuevo.

—Yo estaré para ti...—susurró tomando mi barbilla haciendo que lo mirase a los ojos— nunca te dejaría sola.

Asentí. Él era mi amigo y siempre obtuve su ayuda cuando estuve recia a aceptarlo,  pero estaba angustiada no quería que me quitaran a mi abuelo. No sabia como iba a reaccionar yo cuando él me dejase.

[...]

—¿Puedo verlo? —le pregunté a la enfermera.

Había regresado a casa con Jace, incluso olvidé que Jorge tenía que venir por  mí. Además le pediría disculpas por haberme ido, pero de cualquier forma regrese una hora después. No me iría hasta ver a mi abuelo. Eran como las ocho de la mañana y me encontraba enfrente a la enfermera.

—Esta bien, sólo puede entrar quince minutos —asentí.

Entre y encontré a mi abuelo con el rostro más pálido, unas ojeras marcadas a sus ojos. Mis ojos se llenaron de lágrimas, todo fue mi culpa. Yo lo descuide y ahora lo voy a perder, por mi culpa.

—Abuelo —hablé con ternura, quería estar pacífica.

—Hey —dijo con una ligera sonrisa—, te pareces a mi nieta Tini.

Me reí un poco—. Soy Tini, abuelo.

—No, ella está en casa de su madre —me dijo con una risa—, sabes te contaré un secreto, pero no se lo digas a Tini.

—¿De que hablas, abuelo? —sonreí, aún actuaba como un niño. Me llamaba con su mano para que me acercase cómo si me fuese a decir un gran secreto.

—La madre de Tini fingirá su muerte —me aleje de él, lo miré con el ceño fruncido.

—No entiendo —le dije. Él comenzó a toser, pero se recuperó para volver hablar.

—No quiere a Tini. Y quiere alejarse de ella, por eso yo quiero quedarme con ella ¿Muy mala, no?

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora