Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |

Capítulo 32. Cumpleaños PARTE (1/2)

Los días han sido más pesados, pero hoy sentía que no quería cargar nada. Jace no me hablaba y yo aceptaba su decisión, quizá era necesario, pero aun así estaba lastimada por su lejanía. Jorge tampoco pasaba mucho tiempo en la mansión, y cuando me miraba solo asentia en forma de saludo, lo de él era explicable, habíamos tenido sexo y se suponía que eso resolvería nuestra tensión. Sin embargo, sentí que yo había fracasado, no paraba de pensar en él y siempre me distraía pensado la buena persona que él es y mi plan de querer mostrarle lo bueno de la vida, no sabia como llevarlo acabo.

Los niños eran lo único que me quedaban, y los necesitaría en un día como hoy. Era mi cumpleaños y estaba asqueada por saber que así era, no había nada extraño en cumplir un año más, o en celebrarlo, porque no lo celebraba. Hoy no había asistido a la univeridad, toda la mañana la pase junto a mi padre. Parecía una loca hablándole a una lápida por horas, pero no me importaba lo que los demás dirían.

—También conocí a un chico, y es un problema. No te enorgullecerás sobre lo que él y yo hicimos, fue algo de una noche y ahora él apenas si me mira. En parte es mi culpa, creo —abrazo mis piernas mirando con atención la lapida—. Sé que me advertiste sobre los chicos y sus ganas de poder entrar en zona prohibida, no soy virgen papá, pero con él lo sentí como la primera vez...

»—Se que estoy diciendo puras estupideces, pero así fue. Él me hace sentir hormigueos y tantas cosas nuevas —digo, hablando sin siquiera pensar las palabras—. Su actitud fría es una tontería, hay algo que lo lastima y no quiere mostrar su dolor, sé que ama a sus hermanos, sé que es una buena persona. Y voy a ayudarlo.

[...]

Regrese a la mansión como un zombie, literalmente. Las personas podían notar lo deprimida que estaba e incluso en el autobús me obsequiaron miradas de pena y lástima. Los niños no estaban, eso significa que Lety fue por ellos y pronto regresarían, por primera vez en mi presencia en la mansión, no me pondría el estúpido uniforme.

No debía confiarme por tener un ligar seguro en la mansión, pero el día de hoy no me importaba nada. Gracias a la buena paga de La Bruja Blanco he llenado mis bolsillos lo suficiente para buscar un departamento y pagar la motocicleta, de igual manera, quería seguir ahorrando para las deudas de la casa de mi abuelo, poco a poco he ido pagándolas y no pienso descuidar eso.

Me dejo caer sobre el sofá suspirando de cansancio, mirando la televisión apagada pensando en todo lo malo que ha pasado en mi vida. La perdida de mi madre, fue el cáncer, veía a mi padre demasiado triste tras la perdida de la mujer que amábamos. Mi padre trabajaba muy duro para que yo terminara mis estudios, mientras mi abuelo y abuela se quedaban en casa conmigo, nunca me sentí sola, tenia el amor de mi familia.

Pero lamentablemente mi abuela enfermo, fueron días duros para mi abuelo y mi padre, ambos parecían no soportar como mi abuela se le dificultaba respirar. Llego un momento en el que la abuela ya no resistió más, antes de irse hablo con nosotros y dijo que nos amaba y había vivido una grandiosa vida junto a nosotros a pesar de lo que sucedió con mi madre.

La despedida fue dura para mi abuelo, pero aun así me ayudaba. Al cumplir los dieciséis, busque un lugar en donde trabajar, y lo conseguí como ayudante en una casa enorme, hacia la limpieza por las mañanas cuando no había nadie. Mi horario era de nueve a once de la mañana, mientras los demás estudiaban. Mis estudios no fueron afectados ya que estudiaba en las tardes, me era fácil llegar a estudiar ya que el instituto estaba cerca de esa casa en la que trabajaba. Un día mientras limpiaba la cocina, escuche a alguien llegar, se suponía que todos estaban ocupados en la mañana por eso fui contratada, nadie de los que residía allí debía verme, pero fue tarde.

Un chico de cabello castaño y ojos cafés estaba frente a mí, mirándome con curiosidad. Me sonrió al verme, una sonrisa amable, recuerdo que me pregunto si era la chica de la limpieza y tuve que responderle, se ofreció a ayudarme, parecía haber tenido un mal día, se comportaba amable, pero sus ojos estaban un poco tristes. Sin poder evitarlo, le pregunté si se encontraba bien, pareció extrañarle mi pregunta y negó encontrarse mal:

—¿Sabe que una mirada puede expresar miles de sentimientos —dije, mirándolo directamente—. Su mirada parece triste, a pesar de que me acaba de sonreír.

Recuerdo ese sonrojo en sus mejillas, fue gracioso, pero también tierno. Él me contó que sus padres estaban presionándolo demasiado en cuanto a su futuro, y que resientemente los había retado diciéndoles que él no quería ser algo que sus padres anhelaban, la respuesta de sus padres lo lastimaron y por eso se encontraba ahora en casa. Fue entonces cuando le dije que siguiera sus propios sueños, era su vida, solo él podía decidir.

Ese mismo día fui despedida, su madre escucho lo que le había dicho, y dijo que era la culpable de los pensamientos de su hijo. Fui corrida del lugar, quedándome de nuevo sin trabajo. Mi padre se río al escuchar mi historia, y dijo que era típico de mi decir lo que pienso, y repitió que no había necesidad de que yo trabajara. Sin embargo, seguí buscando trabajo de medio tiempo, y lo encontré nuevamente en una cafetería. Mientras estaba trabajando allí, volví a encontrarme con el chico por lo que fui despedida, ambos nos sorprendimos al vernos. Le atendi como cualquier cliente, a pesar de que él trataba de hablar conmigo, yo únicamente le dictaba los tipos de cafés que había sin darle la oportunidad de hablarme.

Se convirtió en un cliente habitual en la cafetería, cuando le dije que dejase de venir se negó. En ese instante me pidió disculpas sobre lo que había sucedido en su casa, se presento, y dijo que gracias a mi decidiría de ahora en adelante por si mismo. Y cumplió lo que dijo, ahora sigue y decide por si mismo. Jace jamás se rindió, a pesar de las incontables peleas con sus padres.