Capítulo 27. "¡Tengo Miedo!"

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Jorge tenía su ceño fruncido, pero aún así no quería darle explicaciones. Su hermano menor estaba buscándome y a Jorge no parecía importarle, ignoré su actitud y con precaución me acerqué a la puerta. Pero antes de que la abriese, Jorge había tomado mi muñeca y me acercó a él con agilidad.

-Esto continuará -y la besó. Robandome el aliento, deshaciéndome en sus brazos.

Todo fue rápido, al terminar el beso me hizo salir y cerró la puerta de su habitación dejándome fuera de ésta. Toque mis labios, sintiendo que cosquilleaban. Era una de las mejores sensaciones que había tenido en mi vida, e imaginaba que Jorge me daría algo más que un ardiente beso.

-¡Tini! -algo abrazo mis piernas regresandome a la realidad. Era Danny.

-Hey, pequeñin -saludo, despeinando su cabello.

-Un niño te busca, y dice que es importante -avisa, tomando mi mano y dirigiéndome hacía las escaleras.

Al llegar al final de las escaleras me encontré a Jace con preocupación en los ojos. Le dije a Danny que fuera a su habitación, porque algo me decía que la visita de Jace no era para alegrarme el día. Cuando estuvimos solos, él pareció debatirse entre decir la verdad o quedarse callado y dejar que los nervios me carmomieran.

-Lo siento -susurró él, tomando una de mis manos.

-¿De qué hablas? No has hecho nada malo -me miró con lastima cosa que no entendía- ¿Que sucede, Jace?

-Tini... -comienza dudando- tenemos que ir al hospital.

Sentí que el corazón me dejaba de latir, sentí un nudo en mi garganta.

-¿Q-qué sucede?

-Tu abuelo esta muy débil, y los médicos creen que... hoy es su último día.

Mis ojos se llenaron de lágrimas, no podía estar pasando. En las visitas que le hacia, se comportaba agresivo, pero parecía mejorar en salud. Sentí todo mi mundo derrumbarse, los brazos de Jace me rodearon. No quería abrazos, únicamente quería ver a mi abuelo y tener la esperanza de que él estaría bien para el día siguiente, pero algo dentro de mi sabía que no había esperanza para eso.

-Vámonos -dije saliendo de su abrazo, dirigiéndome a la puerta.

Entré a su auto, durante el camino no dijimos alguna palabra, pero sabia que me miraba de reojo asegurándose de que en cualquier momento podía derrumbarme. No le tomé importancia, tenía mi mente positiva, siempre lo he sido y no es momento para ser pesimista. No cuando se trata de mi abuelo.

Al llegar, ni siquiera había estacionado el auto y yo había salido, la velocidad del auto era mínima no podía lastimarme. Aún así Jace me regaño preocupado, pero no le preste atención. Llegamos a recepción y no había nadie para permitirme entrar, tome la decisión de entrar, me importaba poco ahora mismo la autorización. Jace tomó mis hombros sin dejarme avanzar, eso me hizo molestar.

-¡Sueltame! Me haces perder tiempo -dijo forcejeando por salir de su agarre.

-Estas alterada y tu ni siquiera lo has notado -recrimina-. Habla, antes de que explotes.

-¡Estoy bien! Todo estará bien, ahora sueltame.

-¿Como te sientes? -insiste, mirándome directamente a los ojos.

-Estoy bien...

-¡No, no lo estás! Di como te sientes.

-¡Tengo miedo! -digo, las lágrimas reuniendose en mis ojos-. No tengo a nadie más, mi abuelo es lo único que me queda. No quiero perderlo, primero fue mi madre, luego mi padre, la abuela y no quiero que el turno de mi abuelo llegué ¡Tú no entiendes lo aterrada que estoy! -mi rostro estaba lleno de lágrimas, estaba adimitiendo todo lo que quería tener guardado.

-Yo estoy para ti... -dice él, dándome ánimos.

-¡No entiendes nada! -le gritó empujándolo- ¡Mi familia ya no está! Lo único que me queda es mi abuelo, así que si me permites iré con o sin autorización a verlo.

Algunas personas nos habían estado viendo y parecían sentir pena por mí, y no podía culparlos, yo misma tenia pena por mí. Sabía la habitación en la que se hospedaba mi abuelo, una enfermera estaba apuntando algo. Entré sin tocar, la enfermera volteó a mirarme con compasión. La enfermera estaba durante algunas visitas que le hacía a mi abuelo, ella sabia de la situación.

-¿Como esta? -pregunto en un hilo de voz.

-Señorita, no logrará pasar la noche -dijo, mirándome con compasión-. Le dejaré a solas con él.

Asiento sin decir nada, me acerqué a él con lágrimas en los ojos. Tomé su mano, sentí su apretón. Una sonrisa triste se formo en mis labios al verlo abrir sus ojos cansados. Él sonrió también.

-Hola, señorita -su voz rasposa, pero aún así sonando Alegre-. Hoy me siento feliz.

-¿Y eso por qué? -preguntó con voz quebrada.

-Pronto llegaré con mi amada esposa -dice, tosiendo-. Aunque también estoy cansado... Y aún así recibiré con todas mis energías a mi esposa.

-Antes de que se reúna con ella... ¿puedo abrazarlo?

-Por supuesto, señorita.

Me recuesto junto a él y con un brazo rodeo su cuerpo, sollozo cuando el comienza a acariciar mi cabello. Recordé cuando era niña y él me contaba un cuento mientras acariciaba mi cabello y luego me decía:

"Mañana será una nueva aventura"

Sinceramente, no estaba preparada para dejar ir a otro miembro de mi familia, pero nada era para siempre.

-Adiós, Tinita.

Lloré desconsoladamente durante unos largos minutos, sabiendo que él se había ido. La enfermera había llegado y con dificultad me separaron de él. Jace llegó a mi encuentro y con esfuerzo me sacó de la habitación. Él me abrazaba, pero no lograba conseguir su consuelo. Él no sabía lo que estaba sintiendo, y creía que nadie entendería mi dolor.

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora