Capítulo 25. Talentos ocultos.

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Me encontraba llorando nuevamente fuera de la puerta de mi abuelo, quería derrumbarme y gritarle a la vida porque estaba siendo así conmigo. Pero esa era la negatividad, y no quería darle la bienvenida.

Recuerda: Habrá momentos difíciles, muchos. Pero que tienes la fuerza para avanzar en esos momentos.

Recordé las palabras que papá me decía, era demasiado joven para entender que la vida iba a querer hacerme caer y que yo debía ser fuerte y permanecer con valentía. No importaba la situación difícil, siempre se puede salir adelante. Pero es tu decisión.

Entré nuevamente a la habitación y encontré a mi abuelo llorando, sentí como mi corazón comenzaba a partirse en pedazos. Odiaba que esto pasará, no me gustaba lastimar a mi abuelo.

—¿Por qué es tan mala conmigo señorita? —pregunta él con lágrimas en sus ojos.

—Y-yo no quiero herirte, pero quiero que sepas que esto ayudara a estimular tu memoria. Quizás llegues a recordarme —digo positivamente, entre sollozos.

—¿Por qué recordaría a una señorita que esta haciendome sentir mal? ¿Sabe usted cuanto amo a mi esposa? —asiento, sin mirarlo a los ojos— ¡Usted me dice que esta muerta! ¡Ella ayer estaba cocinando galletas con mi nieta! Ella no esta muerta.

Había tomado mi muñeca con fuerza, lo dejen presionar sin dejar escapar un quejido. Sabía que iba a cansarse y no importaba en estos instantes si iba a dejarme un moretón a causa de su apretón. Segundos después su agarre se fue aflojando, mientras él se tranquilizaba. Volví a mirarlo y él tenía su mirada perdida, no dije palabra alguna.

—Hay personas más malas que usted —dice de pronto mirándome a los ojos—. Conozco una mujer capaz de fingir su muerte solo para alejar a su propia hija y esposo. Queriendo iniciar una nueva vida sin obstáculos.

—¿De que hablas? —pregunto.

—Hay malas madres y malas personas de eso hablo —responde, negando con su cabeza decepcionado.

—¿Malas madres? ¿De quién hablas?

—Hablo de Candace Muzlera.

[...]

Mi trayecto en el autobús fue menos interesante, o al menos eso fue para mí. Estaba concentrada en las palabras de mi abuelo, probablemente había perdido la cordura. Sin embargo, escuchar decir a mi abuelo que una de las peores madres era Candace, mi madre. Yo no lo creía así, tenía borrosos recuerdos con ella, eso no significaba que no la quería. Era la mujer que me había dado a luz.

Al llegar a la mansión, la note silenciosa. Hasta que algo empezó a sonar, eran sonidos de teclas de un piano. El sonido era hermoso, seguí la música buscando su paradero y después de una larga caminata por la mansión, llegue a la parte donde desconocía su existencia. La puerta era enorme, y probablemente no me habían mostrado la existencia de ese lugar porque—suponía— era prohibido. Pero la curiosidad gano mas que las normas que debía respetar.

Dudé unos segundos antes de abrir la puerta, las teclas seguían sonando y yo empuje suavemente la puerta. No la abrí del todo, solo lo suficiente para entrar sin ser vista y la persona que estaba tocando el piano estaba concentrado en las teclas. Estaba sorprendida, jamás me imaginaría que esa persona estaba tocando con pasión.

La música paro.

Y sentí que mi corazón dejaba de latir.

No podía huir, estaba atrapada.

Mi instinto fue retroceder, pero en ese momento su rostro se giró y sus ojos conectaron con los míos. Mi respiración estaba agitada, estaba completamente perdida. Y entonces habló.

—¿Que demonios haces aquí? —preguntó fríamente—¿Lety no te mencionó que aquí no puedes estar?

—Y-yo l-lamento... no debí —comencé tartamudeando—. Oí una hermosa melodía y... l-la curiosidad me gano... P-pienso que tienes talento.

Quería huir de ahí, estaba humillandome yo misma. Ni siquiera podía articular una palabra, y mis mejillas estaban sonrosadas. Hice que mis palabras se detuvieran y miré a mis zapatos, estaba avergonzada, en ese momento sentí que había invadido un momento muy privado del cual yo no debí ser parte.

—Lo lamento, Jorge —murmuré.

Él no dijo nada, únicamente suspiró. Oí que sus pasos se acercaban y temí que me fuese a decir algo hiriente como siempre, pero no lo hizo. Había tomado mi barbilla y la había elevado, quise huir de su mirada, pero sus ojos lograron atraparme.

—Pareces un tomate —dice de pronto, haciéndome reír—. No vuelvas a entrar a esta habitación, esta prohibida hasta para los pequeños. No permitas que entren —dijo seriamente.

—Yo lo lamento.

—Es mejor que salgamos de aquí.

Salimos de ahí y el silencio entre nosotros era demasiado incómodo, al menos para mí. El raro silencio que había en la mansión no ayudaba muchísimo, quería preguntarle a Jorge porqué la mansión estaba silenciosa. Sin Danny haciéndole bromas a su hermana menor, pero me abstube de preguntar.

—Lety se llevó a Daniel y Lucy al parque, después irían a comer un helado —explica, adivinando el porque de mi ceño fruncido—. Abril se quedo en la escuela, entro a un Club de debate y uno de los guardias ira a traerla.

—¿Eso quiere decir...?

—Tú y yo estamos completamente solos en la mansión —dice sin mirarme llegando a la sala—. Aunque podemos contar a los de seguridad.

Al parecer el karma esta saludando.

Un Color Nuevo Para Tu Mundo | JORTINI |Donde viven las historias. Descúbrelo ahora