AMANDACuando trabajas en una editorial, comprendes rápidamente que la imagen lo es todo. Esta debe estar ideada para generar algo. Un impacto. Crear controversia. Tendencia. Quedar en la retina de quien observa.
Así que me adueñé de eso. De la idea de apreciación por cada movimiento que hago.
Es por eso por lo que junto a Leah y Alice nos hemos tomado un viaje al centro comercial con toda la esperanza de que, entre el loquero de las fiestas, podamos encontrar algo que nos haga ser niñas felices al final de la jornada. Porque resulta ser que tengo un viaje en ciernes que me pone ansiosa. Y cómo no, es una gran excusa para regalarme algo bonito.
—Sé que no debería, es tonto de mi parte incluso.
—No lo es, no seas tan dura contigo misma. —Alice recarga su mentón en mi hombro, viéndome pagar por los obsequios que llevaré a casa de mi madre. —Es tu familia.
—Mamá va a estar enfadada, no me sorprendería si ni siquiera los quiere recibir. —Mi voz suena afligida. La dependienta que nos envuelve los regalos ha estado pendiente de nuestra charla, me da una mirada compasiva antes de entregarme las bolsas.
—Si ese es el caso, ya es asunto de tu madre. —Leah se coloca a mi lado, enganchado nuestros brazos. —A veces, tienes demasiada paciencia con ella. Y sea como sea, ahora tienes cosas más importantes en las que pensar. Como todo el tiempo que vas a pasar en compañía de Trevor camino a Boston.
—Me ha gustado mucho el abrigo de lana nuevo Leah, creo que es muy de tu estilo —ofrece Ali a mis espaldas. Me volteo hacia ella con una sonrisa cómplice.
—Sí, sí, es hermoso. No se hagan. Tenemos que hablar sobre esto. Es algo grande.
—Claro que lo haremos —Le responde nuevamente mi amiga al mismo momento que yo agrego:
—No hay nada de qué hablar.
Leah paga por el resto de sus presentes y salimos de la tienda para internarnos entre la gente.
—Déjalo estar Leah, y Alice tiene razón de tu abrigo. Es exquisito. —Viendo que no conseguirá nada más, mi pequeña amiga pone los ojos en blanco.
—Está bien. Ustedes deberían de haber conseguido uno para cada una también, estaban a muy buen precio y aún tenían variedad de colores.
Con Alice no necesitamos mirarnos para reír ante eso.
—A ti te queda de maravilla porque eres del tamaño ideal. A Alice le quedaría como una chaqueta sobre sus muslos y a mí no me habría cruzado en el frente. —Leah ojea mi ajustado abrigo que mantiene una lucha por retener mis pechos dentro sin hacer estallar el botón.
—Tienes un punto.
—Para mí tampoco hubiese sido práctico, en la escuela eso solo significaría un montón de manchas de parte de los niños. —Alice acota como si nada, ganándose malas miradas.
—La escuela no lo es todo. Tienes que comprarte cosas solo porque te gusten, el hecho de que trabajes es en gran medida hacer dinero para poder desperdiciar. Además, necesitas cosas lindas para salir, ¿cuándo fue la última vez que tuviste una cita? ¡De todo lo que llevamos, tú no te has comprado nada!
—No necesito citas y salgo todo el tiempo con ustedes. —Ella dice sonando ofendida.
—Ya, pero los chicos no cuentan. Somos amigos, necesitas tener variedad. —Le señala Leah.
—Por favor chicas... —Se queja en su tono que reserva para cuando tocamos ese tema.
Alice es algo así como la hija que toda madre desea algún día tener.
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Fin del juego Amanda
RomanceAmanda Muse y Trevor Mills son prácticamente enemigos naturales. No hay momento en el que no estén sobre el otro presionando sus límites y lanzándose pullas. Compartieron un pasado fogoso, amoroso y secreto. Turbulento en engaños, mentiras y dolor...