AMANDA
Completamente desnuda, abrazada a Trevor como única fuente de calor en la habitación, tiemblo horas más tarde. El sol se ha entrado, el lugar está en penumbras y comienzo a sentir hambre.
Trevor ronca dulcemente, tendido con el rostro libre de emociones y el cuerpo sin tensión.
Se lo merece, no puedo culparlo tras el par de rondas que tuvimos, yo misma debería estar descansando siquiera algo, pero no puedo. Todos mis sentidos están alertas, despiertos al pendiente de él.
Su brazo se tensa abrazándome, dejándome saber que ha vuelto de la inconciencia.
—¿Qué hora es? —pregunta estirándose.
—Falta poco para que Carlston vaya a abrir —Chequeo mi teléfono. Tiene un par de mensajes en espera, con solo abrir el primero, me hace sonreír.
De Leah:
Sé que estás en la ciudad, exijo verte para el ensayo de la banda, ¡ingrata!
Beso el hombro frío de Trev y me pongo de pie.
—Levántate, tenemos que ir con los chicos.
—No quiero —protesta sentándose y volviendo a desperezarse con los brazos hacia el cielo. Se ve magnifico desnudo; detengamos esta imagen, es todo piel morena y tatuajes de tinta negra. Podría comerlo, pero eso ya lo hice y lamentablemente, muy lamentablemente no podemos seguir aquí encerrados.
—Tan pronto como salgamos, será lo pronto que volvamos después. —Canturreo a mi espalda.
De buen humor a pesar de la somnolencia, Trevor me sigue de un brinco. Nos movemos por su departamento con complicidad, tomo una ducha tan caliente como mi cuerpo es capaz de soportar mientras que él baja por algo de comer al restaurante. La cocinera Tammy sabe que estoy aquí arriba, me vio al llegar y si su sonrisa me dijo algo, es que estaría encantada de atendernos. Ella es dulce, al igual que su cocina. Y, a decir verdad, estoy tan famélica que todo suena al cielo.
—He traído un par de sándwich, jugo y café. —Trevor deposita su botín en la mesa y descorre una silla. —Después de tocar hoy, vamos a ir a cenar solo tú, yo y algunas velas, ¿qué te parece?
Hay energía infantil saliendo de él. Su rostro brillante, relajado.
Me acerco hasta su asiente y peiné su cabello hacia arriba, en pequeños picos.
—Te amo —declaro viéndolo a los ojos. Sí, lo he dicho.
Trevor se tambalea.
—¿Tú me...? —No termina aquella pregunta para ponerse de pie y abrazarme. Sus labios caen sobre mi rostro como lluvia; mis parpados, mejillas y frente los reciben, antes de reclamar mi boca. Me río con miles de mariposas aleteándome en el estómago. Mariposas que saben dar golpes de karate.
Podemos decir que él estaba esperado esas palabras.
—Te amo tanto como el ratón ama el queso; como el gato ama al ratón y como el perro ama al gato. —digo según lo que recuerdo haber leído.
Y... está bien, eso suena extraño. Tenía mucho más ritmo en el libro de niños con el que me entretuve en el vuelo a casa.
—Pero el gato no ama al ratón, —Trevor se aparta. Puntos a su favor, no se está burlando. Su expresión es totalmente comprometida —solo desea comérselo, así mismo el ratón con el queso. Y estoy bastante seguro de que el perro odia al gato.
Me encojo sin preocupación alguna. Disimular y fingir confianza es la madre de las mentiras blancas. Mis manos se cierran detrás de su cuello, anclándome a su rostro.
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Fin del juego Amanda
RomanceAmanda Muse y Trevor Mills son prácticamente enemigos naturales. No hay momento en el que no estén sobre el otro presionando sus límites y lanzándose pullas. Compartieron un pasado fogoso, amoroso y secreto. Turbulento en engaños, mentiras y dolor...