TREVOR
Una semana exacta ha transcurrido ya, y cada día que paso sin Amanda alrededor se siente peor que el anterior.
No necesito morir e ir al infierno. Estoy en él. No estoy exagerando.
¿Cómo puede ser que en tan poco tiempo los papeles de nuestra relación hayan cambiado tanto?
La llamo, es cierto, hablamos cada día; lo que es una increíble novedad. Me envía mensajes obscenos de vez en cuando que me arrancan sonrisas en los momentos más inesperados y por la noche, hemos caído en la cursilería de las video llamadas una vez que cada uno se va a la cama.
Caímos de cabeza en lo cursi, nos lanzamos sin paracaídas de hecho y no me importa en lo más mínimo.
¿Me hubiese pateado el trasero yo mismo en otra ocasión? Posiblemente, pero vale por completo la pena cada vez que Amanda se ríe.
Reírse. Tan simple acto.
Reírse conmigo o a causa de mí, no importa en realidad, cuando antes solo me dirigió reproches. Es un enorme paso, con pie de gigante, no sé qué opines tú, yo lo veo como un gran logro.
Esta noche, tenemos una presentación en Carlston.
Estamos montando los instrumentos para un pequeño ensayo previo. El bar está en su mayor parte vacío. Algunos de los chicos que sirven detrás del bar y unas pocas meseras merodean alrededor. El resto de nuestro grupo nos está acompañando también.
Alice comparte una mesa con Rick. Hay algo cociéndose ahí, sé que tú puedes presentirlo al igual que yo.
Leah les da miradas de soslayo de vez en cuando, aunque su atención está dividida con la puerta de entrada.
—¿Qué tienes, dulce?
Ella pega un bote.
—Nada.
No le creo ni un por un segundo.
—Ya, y a mí no me van las chicas. Eres pésima fingiendo. Confiesa. —Me planto frente a ella, lo que la hace torcer el gesto.
—No es nada, de verdad. —insiste intentando reforzar su acto. Que se va al traste cuando salta por segunda vez ante el sonido del teléfono en sus manos. Mira el identificar de llamadas y lo aleja antes de que sea capaz de echar un vistazo. Entrecierro los ojos sobre ella, pero con una sonrisa gigante se pone de pie y abandona el bar a paso apresurado.
—¿Dónde va Leah? —Efren levanta la cabeza en sintonía con su novia.
—No tengo idea, está rara. —Me encojo de hombros. —¿Qué le hiciste?
Él me mira ofendido.
—¿Por qué crees que le hice algo? —pregunta a la defensiva.
Bueno, hay mucho donde poner la mano ahí...
Y si yo tuviese algo más de paciencia y hoy me hubiese levantado del lado correcto de la cama, pondría un par en palabras.
Pero no es mi día de jugar al consejero sentimental.
—Olvídalo, ustedes son un mundo aparte. —Lo descarto. Mejor doy mis esfuerzos de vuelta a mi batería.
Lo de esta noche será algo tranquilo, un poco de sana rutina. Unas pocas canciones, un montón de gritos.
Carl contrató a un nuevo DJ. Un chiquillo entrando en los veinte, su familiar he de aclarar. Quiere darle una oportunidad de hacer lo suyo. Ha estado revoloteando a nuestro alrededor en cada ensayo que tenemos con la banda y hoy, apenas nos vio cruzar la puerta, se dirigió detrás de nuestros talones. Es divertido su entusiasmo, no recuerdo haberme visto así por nada. O nadie. Pero tras unas horas copadas de preguntas constantes, está comenzando a sacarme de quicio.
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Fin del juego Amanda
RomanceAmanda Muse y Trevor Mills son prácticamente enemigos naturales. No hay momento en el que no estén sobre el otro presionando sus límites y lanzándose pullas. Compartieron un pasado fogoso, amoroso y secreto. Turbulento en engaños, mentiras y dolor...