#24 día contra el cliche

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Salí del instituto, cargando con el ensayo que el profesor Munrai calificó con un 63 ¡Al diablo! Lo había hecho toda la noche y tenía un 63 esto no es normal ¡Me esforcé lo más que pude y se lo entregue impecable! Por más que quise hablar con el, el tipo no me hizo ni caso diciendo de excusa que llegaba tarde a una junta y que luego hablaríamos. Lo odio.
Me iría caminando a casa, planeaba pasar por un pastel y comérmelo todo yo sola por el maldito 63 que me había puesto ese viejo, necesitaba azúcar.
Pase por un parque y vi a muchos niños jugando de un lado a otro, pero en una silla sentada estaba una chica, llorando desconsoladamente mientras medio mundo la miraba raro porque dios, soltaba unos sollozos como si se tratara de la llorona y fuera a ir tras de ti quejándose de su patética vida.
Lo peor es que lo más probable es que este llorando por un chico.
Mire a mi alrededor y había unos chicos jugando baloncesto, distinguí entre todos al más guapo y camine rápidamente hasta el.
—¡Hey tu!
Todos los chicos me miraron, deteniendo el juego.
—¡Dejen de mirarme idiotas, llame al burro no a las garrapatas!
Todos soltaron una carcajada y siguieron en lo suyo, mientras el pelinegro me miraba mientras iba hacia el.
—¿Quién eres y porque me necesitas?
—Te daré 20 dólares si vas con esa chica y le dices algo así como que 'Oye chica, para de llorar, asustas a medio mundo aquí'
El chico me miró raro y luego a la chica.
—¿Estás loca? Eso es cruel y ella llora por algo, no se merece que le digan cosas malas en momentos como este.
—¿La conoces?
—Bueno, la he visto antes, ella...
—No me importa, solo dile que se calle.
—¿Cuál es tu problema? Si te molesta tanto díselo tú misma.
—Bueno, eso fueron 20 dólares que podías haber usado, iré yo misma.
Me aleje del chico y camine hacia la chica que aún lloraba como magdalena, me acerqué y justo cuando estaba a punto de decirle algo el pelinegro llegó y la abraso.
—Lárgate chica, estas demente.
La chica que lloraba levanto la vista y me miró extrañada, luego miro al chico a su lado y se sorprendió, yo sonreí.
—Denada.
Me aleje y voltee un momento, viendo que ambos me miraban raro y yo solo seguí mi camino.
Fui a la panadería y compre 2 pasteles de chocolate, camine rápidamente a casa, sacando el primer pastel de chocolate y cruzando la calle, directo a la casa de los 3 idiotas.
Toque el timbre y me recibió Michael, quien se sorprendió de verme.
—¿Amy?
—¿Está Ethan?
—Mmm claro, pasa.
—Lo espero aquí.
Michael desapareció y aún con pastel en mano, me quede esperando a que Ethan saliera.
Cuando él salió, dibujo una sonrisa en sus labios y me miró pícaro.
—Hermosa Amy, qué alegría verte hoy, estas más bella que nunca.
—Te traje un pastel.
—Wow-miro asombrado el pastel y luego a mi-¿A qué se debe?
Tome el pastel y se lo estampe en la cara, asegurándome de que recibiera bien el mensaje.
—¡¿QUÉ MIERDA FUE ESO?!
—Aprende a respetar a las mujeres.
Camine a mi casa y solo tenía un pensamiento en mi cabeza: la chica del parque era la misma chica que Ethan llevaba a casa cada día y que de un día a otro, ya no.

Aléjate de los clichesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora