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-¡Amy, que no te muevas!
Lo que reflejaba el espejo no era yo, era una copia de mi mejorada al estilo cliche.
Me sentía en cierta parte ridícula, aparte de que mama me había sacado al jardín a hacerme 'una mini sesión' antes de que fuera el evento, enserio que aprovechaba todo lo posible la apuesta con Drew, que era el último día por cierto.
Eran las 7:30 de la tarde, justamente los invitados comenzarían a llegar a las 8:00, según mamá.
Pero en este momento mama había traído a todo el personal y me estaban arreglando, esto de consentir a mama con esta fiesta, todo esto era demasiado.
-¡Estás quedando preciosa Amy!.-mama hablaba emocionada, mirándome por el espejo. Ella lucia increíble con ese impotente vestido color caqui ceñido a su hermoso cuerpo, el cabello recogido en un moño y tan bien maquillada. Sin duda mi madre era la mujer más distinguida que podría vislumbrar, pero su hermoso corazón salía a la luz y se veía lo buena mujer que era.
-Gracias, mama.
Las encargadas de prepararme habían terminado y todas abandonaron la habitación de mis padres, donde me estaban arreglando.
Me acosté sobre la cama mirando el techo. No me emocionaba en absoluto este día, de hecho, mi cumpleaños era como un día cualquiera, digo, solo nací hoy ¿Qué tiene de emocionante?
Que la gente venga y trate de pasarla bien, que finjan conocerme y que muestren hipocresía cuando en realidad ni nos llevamos ¿Cuánta hipocresía es eso?
-Señorita, espero que este ya lis...-Tomas entró por la puerta y me vio recostada en la cama, le sonreí y él me sonrió de vuelta.-Luce hermosa, señorita Wortted.
-Gracias, Tomás, luces muy elegante.
-Pero usted es la estrella de la noche, señorita, creo que es hora de bajar a con sus invitados.
-Aún no quiero, quedémonos un rato Tomas, no necesito llenarme de personas aún.
-¿Quiere algún trago?
-Honestamente, me vendría bien.
-Espere entonces.
Tomás salió y al minuto volvió, con una botella de vino y dos copas en mano, Tomas me brindó una y sirvió en ambas un poco de vino.
-Por usted, señorita, por su felicidad.
Sonreí sin ganas.
-Por esa felicidad que esperemos y llegue pronto.
Ambos dimos un sorbo, me lo acabe en ese instante.
-No tome tan rápido, señorita, necesita mantenerse sobria.
-Quiero olvidarlo todo Tomas, esta ridícula fiesta, lo de ayer, lo de Ian, todo.
-¿Te refieres al beso de Ian y al de Ethan?
-¡Ni lo digas Tomas!
El río y nos sirvió una copa de vino a ambos, no sin antes advertirme que no me emocionara.
-¿Qué es, exactamente, lo que no entiendes Amy?
-Todo Tomas, el beso de Ian no cuenta porque yo se lo di, es como si no significará nada pero Ethan, el realmente me besó porque quería ¡Pero el juega así con todas las mujeres! ¿Qué interpretaré con ello?
Tomas sonrío.
-Amy, aún no te planteas la verdadera pregunta ¿Si estás tan preocupada por ello, a quien de los dos es del que más preocupada esta estás?
Había pensado en eso. Mil veces. Pero no había llegado a ninguna conclusión, a ninguna.
-No lo sé Tomas, la verdad es que no tengo idea, no quiero...
-Tal vez si tienes idea, pero no quieres admitirlo Amy.
-¡Es que esto nisiquiera debería de estar sucediendo! ¡Qué me gusten dos chicos es completamente irreal!
-Amy, no te gustan dos chicos, te gusta uno, la pregunta es ¿Cuál de los dos...?
-¡Ninguno Tomas! ¡No me interesan en lo absoluto!
-Si no te interesará, no estarías pensando en ello.
Tomas me arrebató la botella de vino de las manos y la pudo a un lado, me sonrió y tomo una de mis manos, donde depositó una pequeña bolsa por sobre mi mano.
-Feliz cumpleaños, Amy.
Le sonreí y abrí la bolsita, encontrando unos bellísimos pendientes de corazón.
-No tenías porque Tomas...
-Si tenía Amy, eres mi amiga y ahora, amiga, debemos irnos, porque ya es hora de que bajes.
Suspiré y tome la mano de Tomas, quien me guiaba hacia fuera de la habitación rumbo a las escaleras, apenas comencé a bajar, sentí los nervios explotar a través de mi cuerpo, cuando llegue al final de la escalera, solo vi la mayoría de las miradas de los presentes sobre mí y viendo a mis peores pesadillas. Los clichés.
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Aléjate de los cliches
HumorAmy Wortted ya ha leido, estudiado, comprendido y ha visto que los clichés no traen nada bueno y lo mejor que ella puede hacer es huir de ellos. Pero esa tarea es sumamente difícil ya que los clichés pueden aparecer en cualquier momento, lugar, hora...