Un insistente cosquilleo en mi nariz me obligó a abrir los ojos. Me sobresalté al ver su rostro tan cerca pero cuando me acomodé en tiempo y espacio, sonreí volviendo a acercarme.
—Hmm, ¿dormí demasiado? —pregunté mientras me desperezaba intentando no golpearlo.
—Solo veinte minutos —volví mi vista a la suya y no pude evitar sonreír como una estúpida—. ¿Qué es tan gracioso? —preguntó en un susurro sonriendo.
—Oh, tú lo eres —fingió un sonido de indignación y se llevó una mano al pecho.
—¿Te estás riendo de mi? —reí y asentí—. Bien, ahora estoy herido —me acerqué y besé la punta de su nariz.
—Sonrío porque estoy feliz —dejé caer mi cabeza en la almohada de nuevo y lo miré sonriente.
—Si esto te hace feliz entonces debemos hacerlo más seguido, ¿no crees? —reí y el color subió a mis mejillas enseguida. Nos quedamos unos segundos en silencio y luego mi móvil sonó. Puse los ojos en blanco y Zayn bufó—. Maldita tecnología —sonreí y me estiré hacia mi mesa de noche para tomar el móvil.
—¿Hola?
—¡Amor! ¿Cómo estás? —me puse bordó en un segundo y sentí que mi corazón se fue por las nubes. Me sentía como una niña cuando hacía alguna travesura y su madre la descubría.
—Mamá —murmuré confundida. Miré a Zayn y él sonrió elevando una ceja.
—¿Estás bien? Hace más de un mes que no te veo y un 'mamá' es todo lo que dices.
—Eh.. mamá, espera un segundo —tapé el teléfono y miré a Zayn—. ¿Podrías salir? Es mi madre —Zayn se colocó las manos detrás de la cabeza y cerró los ojos acomodándose mejor.
—Hmm, estoy tan cómodo. Puedes tú ir afuera si quieres —entrecerré los ojos y me mordí el labio inferior. Bien, estaba desnuda, con mi madre al teléfono y con Zayn en la cama. Una situación total y completamente límite. Me levanté, corrí rápidamente y me encerré en el baño. Me senté en el inodoro y volví a poner el teléfono en mi oreja.
—Hola mamá, disculpa.
—¿Qué estabas haciendo? —me aclaré la garganta y cerré mis ojos con fuerza intentando inventar algo rápido.
—Recien salía de la ducha, solo fui hasta la puerta para ponerle el seguro —crucé los dedos mentalmente rogando para que se lo creyera.
—¿Cómo estás? ¿Tienes noticias interesantes? —oh, sí. Tuve sexo con Zayn Malik, estoy celosa de la novia de mi mejor amigo y me está persiguiendo un psicópata.
—Todo perfecto, nada interesante que merezca ser contado.
—¿Segura?
—Sí, mamá. ¿Y qué hay de ti? ¿Papá?
—Estoy aquí, cariño —la voz de mi padre me sorprendió. De seguro estaban hablando por altavoz.
—¡Papá! No sabes cuanto te extraño —recordé que Zayn estaba justo detrás de la puerta. No podía tenerlo ahí demasiado tiempo, debía colgar rápido.
—También te extraño mucho, princesa. Envíanos algunas fotos con Harry, hace mucho tiempo que no lo veo —¿y también quieres que su novia salga en las fotografías? Probablemente no llegarían hasta casa porque Zayn se encargaría de quemarlas una por una.
—Claro, papá. Hey, tengo que colgar. Harry me está llamando abajo y no sé que quiere, probablemente va a preguntarme si haré la cena.
—¿Te tiene de cheff también? —preguntó mi madre divertida. Reí.
—Sí, soy su cheff personal —mis padres creían que yo vivía solo con Harry. Obvié el pequeño detalle de que vivía con cuatro hombres más, seguramente a mi padre le daría un ataque al corazón si se enterara.
—Al menos que te pague, debe tener los bolsillos explotando.
—¡Papá! No voy a pedirle dinero, estás loco —contesté indignada y él rió del otro lado.
—Es una broma, princesa.
—Bueno, los llamaré luego. Los amo, adiós.
—¡Te amamos! —dijeron al unísono y colgué. Luego de unos segundos de silencio absoluto tomé una toalla y me la enrollé cubriendo mi torso y hasta un poco arriba de las rodillas. Abrí la puerta y Zayn continuaba en el mismo lugar.
—¿Todavía sigues ahí? —pregunté sin poder ocultar una sonrisa.
—Tuve una buena vista hace diez minutos, ahora una toalla lo está arruinando completamente —entrecerré los ojos y caminé hasta mi armario.
—Já já. Tú también podrías ponerte al menos la ropa interior —hablé mientras sacaba de un cajón unas bragas, un brasier y tomé una camiseta junto con un pantalón de chandal.
—Estoy bastante cómodo así, ¿por qué no vienes y te acomodas conmigo? —puse los ojos en blanco y caminé de nuevo hacia el baño. Me vestí y cepillé un poco mi cabello. Al salir, Zayn se estaba poniendo la camiseta y ya traía puestos sus jeans. Intenté ocultar una sonrisa estúpida bajando la cabeza y mirando el suelo mientras buscaba mis zapatillas pero al parecer Zayn logró notarlo—. ¿De verdad soy tan gracioso? —me mordí el labio inferior sin borrar la sonrisa y tomé mis zapatillas de debajo de la cama. Me senté ahí mismo y comencé a colocármelas y atar los cordones.
—Sabes que no estoy riéndome de ti, solo.. estoy feliz, ya te lo dije —continuaba con la mirada baja en mis manos que se encargaban de anudar las converse a mis pies cuando sentí un peso sobre la cama a mi lado. Llevó una de sus manos hacia mi barbilla y me obligó a mirarlo a los ojos. Él también sonreía.
—No sabes lo feliz que me hace hacerte feliz —entrecerré los ojos y reí levemente.
—Eso es algo confuso —se acercó y me dio un casto beso en los labios dejándome con ganas de más. Mucho más.
—Me encanta verte sonreír —y como si fuese apropósito, sonreí. Terminé con mis zapatillas y me puse de pie frunciendo el ceño.
—¿Qué hora es? —Zayn miró su reloj de muñeca y suspiró.
—Son las seis treinta —abrí los ojos sorprendida y comencé a hacer cálculos mentales.
—Pero.. mierda, Zayn. Entramos aquí a las tres treinta, ¿tres horas? ¿Enserio? —soltó una sonora carcajada y se encogió de hombros divertido.
—Soy resistente —entrecerré mis ojos y negué levemente con la cabeza.
—Es imposible —suspiró y puso los ojos en blanco.
—Bien, quizás dormiste más de veinte minutos. Eres aburrida, pensar que nos divertimos así tres horas seguidas sonaba mejor —reí y golpee su brazo levemente.
—Eres un tonto —comenzó a caminar observando cada rincón de mi habitación y yo me senté en la punta de la cama mirándolo a él. Llegó al escritorio y se sentó en la silla giratoria tomando algunos de mis libros y mirando las páginas al azar—. ¿Buscas algo en especial? —se quedó leyendo unos segundos y luego sonrió. Acercó la silla hasta mi y se aclaró la garganta enderezándose. Elevé una ceja y lo observé intrigada. Tomó mi mano y bajó su mirada al libro.
—Si con mi mano he profanado tan divino altar, perdóneme. Mi boca borrará la mancha, cual peregrino vergonzoso, con un beso —se llevó mi mano hacia los labios y me besó el dorso sin quitar sus ojos de los míos. Sonreí y decidí seguirle el juego.
—Los labios del peregrino son para rezar —frunció el ceño y bajó su mirada al libro.
—Cambien, entonces, de oficio mis manos y mis labios. Rece el labio y concédeme lo que pido.
—El santo oye con serenidad las súplicas —sonrió de lado y volvió a bajar su vista al libro.
—Pues óyeme serena mientras mis labios rezan y los tuyos me purifican —se acercó y juntó nuestros labios en un beso. Solo labios, solo sentimientos, solo amor, cariño, dulzura. Me alejé y lo miré actuando con indignación.
—En mis labios queda ahora la marca de tu pecado —frunció el ceño y volvió a bajar su vista al libro. Sonreí y le di unos segundos hasta que se ubicó, sonrió y se volvió a acercar.
—¿Mi pecado en tus labios? Ellos se arrepentirán con otro beso —volvió a besarme y sonreí sobre su boca. Me alejé y suspiré.
—Te lo presto, ¿prometes aprenderte esa parte? —rió y se movió de nuevo hasta el escritorio dejando el libro donde estaba.
—Zayn y leer no van en la misma oración, linda —continuó mirando las demás cosas que estaban ahí.
—Lo siento, chico malo —tomó una de las fotografías que estaban pegadas en una parte del escritorio y la miró unos segundos. Caminé hasta él y me incliné para verla—. Es mi hermana, Elena —me miró con los ojos abiertos bastante sorprendido.
—¿Tu hermana? ¿Hablas enserio? Ni siquiera se parece a ti —suspiré.
—Es una larga historia, es mi media hermana. Mamá se divorció cuando Elena tenía dos años y se volvió a casar con mi padre, y de esa bella unión salió esta preciosura —rió, me tomó de la cintura y me guió para sentarme sobre sus piernas. Yo no me negué, tener a Zayn cerca era una de las mejores cosas de esta vida.
—Bueno, eso explica por qué parecen como el agua y el aceite —dejó la foto de nuevo en su lugar y me miró.
—En realidad, lo somos. Nuestra relación es buena pero ella a veces es un poco.. malhumorada.
—¿En dónde está ahora? —corrió un mechón de mi cabello que me caía a un lado del rostro y sonrió a medias.
—Universidad, esta muy metida en sus estudios. Casi ni siquiera tiene vida social. A mi me encantaría poder ir a una Universidad, pero tengo algunos obstáculos —lo fulminé con la mirada y él rió.
—No vamos a volver a discutir sobre esto.
—No, claro. Pero recordemos que la vez anterior fue injusto. ¡Pusiste a Harry en mi contra!
—No iba a dejarte ir y sabía que si Harry decía no, entonces para ti era un no. Tienen cierto control uno sobre el otro, lo cual no me gusta. Para nada —puse los ojos en blanco.
—Tampoco volveremos a discutir esto.
—No, claro. Pero recordemos las miles de veces que me has dejado plantado por él —esto era exactamente lo que odiaba. Zayn sabía perfectamente como pintar mi cielo de azul y al segundo siguiente, hacerlo gris.
—Eres especialista en arruinar los buenos momentos —dije poniéndome de pie. Voltee y lo miré molesta—. Además, nunca te he dejado plantado por él. Tu eres un celoso en exceso, ese es el problema.
—No tendría ningún problema si Harry no estuviera como un idiota baboso detrás de ti y su excusa de 'somos mejores amigos' —argumentó poniéndose de pie también y acercándose a mi.
—Bien, por si no lo has notado él está muy enamorado de su actual novia. Me sorprende que a estas alturas no le haya pedido matrimonio.
—Dios, _________. ¿Acaso estás ciega? Harry se arrastra por ti, entiéndelo. Taylor es solo una distracción para él, nada más.
—¿Y tú cómo lo sabes? —pregunté con el ceño fruncido.
—Porque lo sé, ¿bien? Soy uno de sus mejores amigos, yo sé ese tipo de cosas porque.. simplemente lo sé.
—¿Él te lo dijo? —entrecerró sus ojos y se cruzó de brazos.
—¿Acaso te importa? ¿Quieres saber lo que Harry siente por ti? ¿Te interesa?
—¡Claro que no! ¡¿Por qué todo el mundo está diciendo eso?! —grité histérica y era la verdad. Estaba harta de que todo el mundo creyera que a mi me gustaba Harry. Bien, quizás estaba plantada en mi la semilla de la duda pero, ¿tan obvia era?
—Quizás si dejaras de hacer cada cosa que dice y de estar pegada a él como una estampilla la gente dejará de pensar eso.
—¿Sabes cuál es el problema, Zayn? —bien, mi humor había dado un giro de 180 grados. Hacía diez minutos estaba en la cúspide de la felicidad y justo en ese momento estaba en la cúspide de la histeria y la ira.
—¿Cuál es el problema, ______?
—No me dejas abrazar a Harry en público, bien. ¿Puedo abrazarte a ti? —no me contestó. Al parecer había comprendido mi punto pero yo iba a dejarlo más claro que el agua—. ¿Puedo pegarme a ti como una estampilla? ¡No! ¡¿Por qué?! ¡Porque a ti solo te importan los estúpidos managers y sus imbéciles reglas! ¡Zayn, despierta! ¡Estos tipos estan manejándoles la vida a los cinco! ¡Deben acabar con eso ahora! —mis ojos se inundaron en segundos y era casi imposible mantener las lágrimas dentro.
—¿Acaso eres estúpida? No podemos dejarlo todo y ya. No puedo abandonar todo por lo que he luchado por una simple aventura adolescente. No-puedo-hacerlo, _______. No puedo y no voy a hacerlo. No arriesgaré mis sueños por ti, lo siento —ahogué un sollozo y sorbí mi nariz sin sacar mis ojos húmedos de los suyos.
—Me alegra que hayas comprendido el punto —le señalé la puerta de mi habitación y me limpié las lágrimas del rostro con las mangas de mi camiseta.
—Al diablo contigo —fue lo último que dijo antes de salir finalizando con un fuerte portazo. Silencio.
***
Al salir de la ducha, me vestí [http://www.polyvore.com/cgi/set?id=70781324&.locale=es] y me coloqué la peluca que Eleanor me prestó hacía unas horas. El reloj de mi móvil marcaba exactamente las 9.30 y tenía toda la información que necesitaba. El plan espiar-harry-y-rubia-boba había comenzado. Harry se había ido de casa hacía exactamente media hora, contada a reloj, me tomé mi tiempo para prepararme así les daba tiempo a ellos de llegar al restaurant, sentarse en su mesa y entretenerse. Necesitaba saber qué era lo que Harry hacía con ella, observar como la trataba. Si eran de la misma forma afuera solos que aquí adentro cuando yo estaba presente. Las palabras de Zayn aún daban vueltas en mi cabeza mareándome más y más. <<Harry se arrastra por ti, entiéndelo. Taylor es solo una distracción para él, nada más>>. Guardé el móvil en mi bolso, me puse unos lentes de sol color beige y dejé mi habitación. Niall y Louis se habían cruzado conmigo media hora antes y les había dicho que saldría a cenar con Elle y Dani. Ambas estaban enteradas de lo que yo realmente estaba haciendo e iban a cubrirme si sucedía algún inconveniente. Cuando llamé a Elle para preguntarle si tenía alguna peluca y le expliqué mi plan se tomó su tiempo para bromear. Decir lo mucho que me gustaba Harry, lo celosa que estaba y que ya no sabía más qué hacer para llamar su atención. <<Bla, bla, bla>>. Dani, por otro lado, se limitó a aceptar ser cómplice de mi coartada sin protestar ni preguntar. Pedí un taxi y me dirigí camino al restaurant. Al entrar me recibió una joven de no más de 23 años, rubia, piernas esbeltas y largas, cabello lacio y reluciente, y una sonrisa deslumbrante. Ojos celestes y su rostro estaba adornado por pecas dispersas en lugares estratégicos. Estaba claro la razón por la cual ella recibía a la gente, podría hacerse pasar por una supermodelo.
—Buenas noches, bienvenida al restaurant Rafaello's Italissimo —su acento italiano le salió perfecto, como si practicara cada día delante del espejo—. ¿Tiene reservación?
—Sí, esta a nombre de ___________ (tu apellido) —revisó su lista y luego hizo una pequeña anotación con un bolígrafo.
—Bien, señorita ____________. Sígame —caminé detrás suyo hasta una bella mesa en el centro del restaurante—. En unos minutos vendrá su camarera para ocuparse de usted, que disfrute su velada.
—Gracias —contesté con una sonrisa y la rubia desapareció entre las mesas hacia la puerta. Me senté y abrí el menú solo para mirar con más disimulo a la gente buscando aquella cabellera rizada que tanto conocía. Lo encontré a unas dos mesas de distancia en diagonal hacia la derecha, justo de frente a mi. De espaldas pude ver la cabellera rubia de Taylor Swift. Lo observé durante unos largos minutos absorbiendo cada uno de sus gestos pero en ningún momento se acercó a ella, le tomó la mano o sonrió. Se dedicaba a hablar haciendo alguna mueca de vez en cuando, acomodarse el cabello —algo normal en él— y leer el menú. Entonces su mirada se encontró con la mia. Automáticamente bajé la vista hacia mi menú y traté de cubrirme el rostro con el cabello falso. Me quedé así unos segundos y luego con mi mano hice a un lado el pajoso mechón de pelo para ver si aún seguía mirándome pero solté el aire que había aguantado al notar que no estaba en su lugar. Bien, de seguro había ido al baño. Harry tiene la manía de verse cada diez minutos al espejo. No cuando está conmigo porque sabe que odio que haga eso.
—Bú —pegué un salto en mi lugar y me sostuve de la silla para no caer. Harry se sentó delante mio con una sonrisa. Me llevé una mano al corazón y cerré los ojos.
—¿Eres idiota? Casi me matas de un susto —me observó durante unos segundos y luego habló.
—Sabes, no eres buena como espía secreto. Pude verte desde que entraste, además de que siempre usas el mismo perfume y se siente a millas de distancia —entrecerré los ojos y me removí en mi lugar mientras continuaba leyendo el menú y fingía indiferencia.
—No estaba haciendo de espía. Solo quise salir a cenar, casualmente tú estabas aquí.
—¿Salir a cenar con una peluca pelirroja? —rió levemente y yo sentí como la furia aumentaba en mi interior—. Definitivamente ese no es tu color, te prefiero castaña.
—Creo que tu novia te está buscando —contesté mientras me quitaba la peluca la cual me daba una comezón insoportable.
—¿A qué has venido, _______? ¿Me estabas espiando? Solo tienes que admitirlo y ya —bajé el menú con fuerza sobre la mesa y lo miré molesta.
—No estoy espiándote, Styles. Creo que tu ego creció demasiado.
—¿Por qué no quieres admitirlo?
—Porque no es cierto.
—Estas celosa —sentenció con una sonrisa triunfante mientras se recargaba en el respaldo de su silla sin sacar sus ojos verdes y brillantes de los míos. Me incliné hacia adelante en la mesa apoyando mis antebrazos y lo miré fijamente.
—No-estoy-celosa —contesté remarcando cada palabra para que pudiera entrar en su pequeña y testaruda cabezota. Imitó mi posición y quedamos cerca.. muy cerca. Su perfume llegaba hasta mi con facilidad y poco a poco iba derribando mis defensas.
—Sí-lo-estás —nos miramos durante unos segundos en silencio y por un momento creí leer sus pensamientos. Juraría que por un momento se le cruzó la idea de besarme. Quizás yo lo malinterpreté pero fuera lo que fuera que había pensado hacer se vió interrumpido por una aniñada voz que era mi pesadilla ultimamente.
—Harry, aquí estás.. ¡________! —dijo sonriente mirándome. Sonreí sin ganas y volví a bajar mi vista al menú—. Que casualidad que estés aquí.
—Sí, el mundo es muy pequeño —comentó Harry irónico acomodándose en su silla—. Taylor, tráete una silla —miré al castaño y fruncí el ceño—. No te molesta que cenemos juntos, ¿cierto, __________?