Maratón 3/3
Capitulo 40.
—¡Eleanor! ¡Aquí estás! —todas las miradas se dirigieron hacia el escenario de donde bajaba Louis—. Creí que te habías ido por las cañerías, ¿por qué las mujeres tardan tanto en el baño? —la abrazó, besó su cabeza y se la llevó.
—¡Harry! —gritó la rubia boba corriendo hacia el escenario de donde bajaba también Harry y la recibía con los brazos abiertos. Rodé los ojos y me puse de pie.
—Bien, mi tiempo aquí acabó —caminé fuera del pequeño teatro y subí la cremallera de mi chaqueta cuando el frío londinense me golpeó. Caminé por las calles poco transitadas de Londres pensando en los últimos acontecimientos. Haciendo un recuento de los hechos, Mr X. podría ser alguna de todas las presentes que se encontraban dentro del teatro y mi principal sospechosa estaba llamándome justo ahora.
—¡_______! ¡_______, espera! —me detuve mirando hacia el cielo y traté de pensar porque Cassey se había vuelto casi insoportable para mi en este tiempo—. ¿Te molesta si te acompaño? —preguntó caminando a la par mía.
—No, no hay problema. Iba por un café —sonreí y alejé a Mr. X de mi cabeza. Necesitaba despejarme, quería pensar en otra cosa por un segundo, y lo primero que llegó a mi mente fue.. Justin. ¿Qué estaba pasando exactamente entre nosotros? Ninguno de los dos lo sabía. Yo no quería algo serio y él tampoco, ambos estábamos heridos y veníamos de relaciones fuertes, así que coincidimos en no comprometernos en nada, pero entre más tiempo pasaba más unidos nos hacíamos, más frecuentes eran sus cumplidos y más grande era el vacío que sentía cuando no podía abrazarlo o tenerlo a mi lado. Y eso era un gran problema.
***
Luego de estar un buen rato en Starbucks conversando con Cassey como solíamos hacer recordé porque me caía bien y porque salía con ella. Supongo que todo eso de Mr. X me tenía algo paranoica y estaba pensando con los pies. Decidí invitarla a cenar ya que probablemente Taylor estaría por ahí y quizás Talisha también, así que Cassey sería algo así como mi salvavidas. Apenas entré lo primero que oí fue la voz de mi hermana mientras bajaba las escaleras.
—¿Harás la cena esta noche? —colgué mi abrigo en el perchero y le señalé a Cassey para que hiciera lo mismo.
—¿Y si no lo hago quién lo hará? —pregunté sarcástica mientras caminábamos hacia la cocina las tres.
—Yo podría cocinar algo —la miré y fingí sorpresa y pánico.
—No Elena, por favor. No quiero morir, soy demasiado jóven —entrecerró los ojos y se cruzó de brazos.
—¿No me presentarás a tu amiga?
—Dudo que le interese conocer a la bruja del reino —comenté mientras observaba el contenido del refrigerador y pensaba lo que podría hacer para cenar.
—Soy Elena, ¿tú eres?
—Cassey, es un placer. ¿Son hermanas de verdad? Apenas se parecen —voltee justo para ver la sonrisa en el rostro de Elena.
—Medio-hermanas.
—Por desgracia —murmuré cerca de Cassey cuando le pasé por al lado pero por desgracia no fue suficientemente bajo como para que Elena no lo oyera.
—Así que, ¿de dónde se conocen?
—Nos conocimos en un partido de baloncesto —se me erizó la piel recordando que en ese partido fue uno de mis primeros acercamientos con Harry. Él casi me besa con la besa-cam. Fue uno de los momentos más emocionantes de mi corta vida.
—Intenta no matarla en mi ausencia, Elena —dije mientras caminaba hacia la salida de la cocina.
—¿Dónde vas? —preguntó Cassey.
—Al baño —dije ya caminando por el pasillo hacia las escaleras. Entré al baño, hice mis necesidades, arreglé un poco mi cabello y me encaminé hacia la cocina de nuevo—. ¿Y Cassey? —pregunté frunciendo el ceño y viendo a Elena comiendo una manzana sentada cómodamente en la barra. Frunció el ceño igual que yo y tragó.
—Creí que estaba contigo, dijo que quería pedirte una camiseta o algo así. Quizás la esté buscando por su cuenta.
—Cassey no haría algo así —ella se encogió de hombros y luego me encontré a mi misma subiendo las escaleras y dirigiéndome hacia mi habitación. ¿Pedirme prestada una camiseta? Abrí la puerta y me encontré con Cassey revisando uno de los cajones de mi armario—. ¿Qué demonios estás haciendo?
—Yo.. —me acerqué y cerré el cajón de golpe mientras la veía tartamudear.
—¿No estabas buscando una camiseta que querías que mi hermana te prestara? —ambas miramos hacia la puerta y divisé a Elena apoyada contra el marco dándole un mordisco a su manzana.
—Sí, eso estaba buscando. Como estabas en el baño no quería molestarte —me crucé de brazos y las miré a ambas.
—¿Qué camiseta quieres?
—Una color gris para poder combinar con unos pantalones. Tengo una fiesta este fin de semana y quería vestir bien —no sonaba para nada creíble y yo no era estúpida, pero iba a fingir que me había tragado su mentira.
—Okay, ¿te parece si te la doy luego de la cena?
—¡Sí, está bien! No hay problemas —asentí.
—Bien, vamos abajo así comienzo a cocinar. ¿No saben si vendra alguien más a cenar?
—Puedo llamar a Harry y preguntarle —propuso Elena. Como siempre ella tenía que decir algo sobre Harry.
—¿Sabes qué? Déjalo, haré comida para varios. Luego guardaremos las sobras en el refrigerador si es que no viene nadie de más —cualquier cosa antes que tener que oír a mi hermana hablando por teléfono con Harry.
***
En la cena solo habíamos sido Liam, Louis, Niall, Elena, Cassey y yo. Harry cenó con Taylor y Zayn cenó con Perrie, mientras que Eleanor y Danielle cenaron cada una en su departamento. Me encontraba lavando los platos, Cassey se había ido hacía diez minutos luego de quedarnos sentadas en el sofá viendo un poco de televisión y los demás estaban en sus respectivas habitaciones cuando mi móvil sonó. Atendí y lo sostuve entre mi oreja y mi hombro mientras buscaba algo con qué secarme las manos.
—¿Hola?
—¿Hablo con la chica más hermosa del mundo? —sonreí y casi tropiezo si no fuera porque me sostuve de la barra.
—¿Hablo con el chico más inoportuno del mundo? —pregunté mientras me secaba las manos con papel de cocina, lo arrojaba al cesto y me encaminaba hacia mi habitación.
—¿Es un mal momento? Lo siento, te llamo luego.
—¡No, no, no! —grité apresurada—. Era una broma, solo estaba limpiando los platos de la cena.
—Ah, en ese caso, me habría gustado estar ahí para ayudarte —sonreí y entré a mi habitación cerrando la puerta.
—¿Estás en skype?
—Esperándote —tomé mi notebook y la puse sobre la cama mientras se encendía.
—Bien, cuelgo y me conecto.
—No, no cuelgues —fruncí el ceño.
—¿Por qué no?
—Primero conéctate y cuelga luego, no quiero dejar de oír tu voz ni un segundo —rodé los ojos con una sonrisa y me conecté. Luego de unos segundos lo encontré y antes de que pudiera llamarlo, ya me estaba enviando la solicitud para la videollamada. Acepté y lo vi aparecer en la pantalla. Colgué y sonreí.
—Hola de nuevo —dijo saludándome con su mano.
—Hola otra vez, ¿era necesario mostrar tanta piel? —no llevaba camiseta y para mi algo así era una tentación enorme.
—¿Era necesario estar en esa posición? —fruncí el ceño y él sonrió elevando ambas cejas y acercándose a la pantalla—. Tengo una grandiosa vista de tu escote desde acá, linda —me subí la camiseta y negué.
—Eres un tonto, ¿cómo te fue en la firma de autógrafos hoy?
—Todo en orden, menos algunos disturbios que hubo entre las fanáticas pero de esos siempre hay.
—Preparé espaguettis caseros hoy —comenté para hablar sobre algún tema y sabía que era una de sus comidas favoritas.
—Eres malvada, me torturas para que corra hacia ti —reí y aletee mis pestañas exageradamente.
—¿Qué dices? Si yo soy un ángel —rió y asintió.
—Eres una maldita ninfa, eso es lo que eres. Cuéntame sobre tu día, ¿qué has hecho hoy?
—Bueno hoy hubo una reunión de mujeres a las cuales odio, y una de mis amigas está actuando demasiado extraño ultimamente.
—Espera, espera —frunció el ceño. Dios, verlo era como la gloria. ¿Acaso era legal ser así de lindo y sexy?—. ¿Cómo que una reunión de mujeres que odias?
—Estoy comenzando a creer que tienen una secta secreta —rió y elevó una ceja.
—¿Una secta? ¿Enserio?
—¡Enserio! —dije como si estuviera afirmando que el cielo era azul—. Una secta de brujas malvadas que planean matarme mientras duermo —negó levemente y sonrió.
—Estás loca —me encogí de hombros y suspiré.
—Me gustaría que estuvieses aquí. Son esos momentos en los que necesito un abrazo.
—No me digas eso, ________. Vas a ganar que me tome un avión mañana por la mañana y te secuestre.
—Hmm, secuestro. Eso suena interesante —dije elevando ambas cejas. Ambos reímos y nos quedamos mirando.
—Si estuviésemos frente a frente, ya te habría besado —reí y bajé la mirada—. Solo una semana y podré estar ahí contigo, lo prometo. Y te daré todos los besos y abrazos que he acumulado en este tiempo.
—Espero que sean muchos —dije volviendo a mirarlo con una sonrisa.
—Oh sí, no te preocupes. Apenas tendrás tiempo para respirar.
—Mátenme, ahora —voltee y vi a Harry apoyado en el marco de la puerta dándose la frente contra el mismo. Fruncí el ceño.
—¿Qué demonios haces ahí? ¡¿Cuánto tiempo llevas aquí?!
—_________, ¿está todo bien? ¿Quién está ahí? —Harry caminó hasta mi y se recostó a mi lado en la cama pasando uno de sus brazos por la parte baja de mi espalda dándome escalofríos.
—Hey Bieber —lo saludó intentando parecer amigable aunque yo no me tragaba ese cuento. Él estaba aquí marcando territorio, como buen imbécil que es.
—Styles —dijo Justin sin emoción. Empujé a Harry con la cadera haciendo que cayera de la cama y Justin rió.
—¿Hablamos mañana? —pregunté casi poniendo una cara de cachorro mojado.
—Oh que mi presencia no interrumpa su sexo cibernético —
—Sí, hablaremos mañana. Luego de llamo, te quiero, adiós —dije rápidamente. Cerré cesión, bajé la pantalla de mi notebook con fuerza y fulminé a Harry con la mirada—. Fuera de aquí
—Hey, ¿no era eso lo que hacían? Todo eso de "te besaría si te tuviera adelante", y lo del escote, ¿no era el juego previo? —me puse de pie y lo empujé con fuerza.
—¡Eres un idiota, te detesto! ¡Déjame en paz!
—Nunca te dejaré en paz —me crucé de brazos y lo fulminé con la mirada.
—Si lo harás, porque sino volveré a casa con mis padres. Ni siquiera se la razón por la cual sigo aquí —me tomó por los hombros y me acorraló contra la pared justo detrás de la puerta apretando su cuerpo con el mío.
—Sigues aquí porque no te puedes alejar de mi, y nunca te dejaré en paz porque la que decidió mantenernos como amigos fuiste tú.
—¿A qué te refieres con eso? —pregunté en un suspiro. La cercanía de nuestros cuerpos me robaba el aliento, apenas podía respirar y todo lo que sentía era su embriagador perfume que lo único que hacía era confundirme aún más.
—A que yo no quiero ser tu amigo otra vez, yo quiero ser mucho más que eso.