A dos semanas del MSG.
—¡Yo iré! —grité desde la cocina mientras el timbre sonaba una segunda vez. Caminé hasta la puerta y al abrir casi me da un infarto.
—¡Boo! —gritó acercándose a mi y yo di tres pasos hacia atrás y caí al suelo—. Oh demonios, lo siento linda, ¿estás bien? —lo miré frunciendo el ceño y cuando se quitó los lentes pude reconocerlo.
—¡Justin! —me puse de pie en un segundo y arrojé mis brazos sobre sus hombros abrazándolo con fuerza—. ¡No puedo creer que estás aquí! —se aferró a mi cintura y me levantó dándome unas vueltas en el aire. Reí y me alejé para mirarlo cuando mis pies volvieron a tocar el suelo.
—Te dije que vendría este fin de semana, lo prometido es deuda —su sonrisa era preciosa, pero no había comparación en verla a través de una pantalla y verla en vivo y en directo.
—Mátame Satán, solo hazlo de una maldita vez —voltee y mi sonrisa así como llegó, desapareció.
—Hey Harry —saludó Justin cortésmente. Harry se acercó algo inseguro y estiró su mano hacia él.
—Bieber, ¿qué te trae por Londres? —se estrecharon la mano y al segundo siguiente la temperatura pareció irse a las nubes. El aire se podía cortar con un cuchillo y yo era la que estaba más incómoda de los tres. Las cosas con Harry no habían cambiado nada. Discutíamos a diario por la simple presión de fingir que no queríamos estar juntos, y por tener a los demás encima nuestro a cada segundo. Yo me molestaba porque él salía con Taylor, él se molestaba conmigo porque yo hablaba con Justin. Nos molestábamos mutuamente por no poder estar juntos, pero así eran las cosas. No podíamos hacer nada para cambiarlo, no sin echar a perder su carrera y la de los demás.
—Bueno, ¿y tú que crees? —contestó Justin mirándome algo embobado. Luego de la revelación que había tenido de Harry diciéndome que estaba enamorado de mí, las cosas habían cambiado un poco. Si bien encontraba a Justin sumamente atractivo, al punto de hacerme suspirar cuando sonreía, no me sentía bien al intentar algo con él. Y por suerte ya lo habíamos dejado algo claro..
—Bien, estaré en la cocina. Y no lo digo en caso de que necesiten algo, sólo lo digo en caso de que vayan a hacer demostraciones de amor, sonidos extraños o lo que sea.. —hizo un ademán restándole importancia y caminó a paso lento y pesado hacia la cocina. Justin miró sobre mi hombro y un segundo después rió.
—¿No le has dicho que sólo somos amigos? —me encogí de hombros.
—Nunca le he dicho que éramos algo más —y era la verdad. Harry sólo sacaba conclusiones apresuradas sobre Justin y yo. Y quizás hace una semana atrás podría haber sucedido algo, pero luego de saber que él llevaba tantos años enamorado de mí, fijarme en alguien más era totalmente imposible—. Ven, vamos a mi habitación —tomé su mano y tironee de él hacia las escaleras.
—Y tú no le das razones para que piense que estamos saliendo, para nada —rió y me siguió ya que su otra opción era quedarse en la cocina con su mejor amigo, nótese el sarcasmo, Harry Celoso Styles. Una vez que ambos estuvimos adentro, cerré la puerta y me tiré sobre mi cama. Él se encontraba admirando cada rincón y removiendo los papeles de mi escritorio—. Lindo.. sencillo, nada rosa..
—Agh, detesto el rosa —tomé mi móvil y comencé a mirar los mensajes solo para ocupar mis segundos en algo. Me aclaré la garganta y miré hacia adelante sin mirar nada realmente—. Jus..
—Dime —se dejó caer a mi lado apoyando el codo sobre el colchón y su mejilla en la palma de su mano observándome. Ya no me incomodaba, estábamos en una etapa de relación en la cual teníamos mucha confianza. No demasiada, pero bastante. Lo suficiente como para que sus miradas no me intimidaran como antes. Y suerte la mía ya que mirarme parecía haberse convertido en su pasatiempo favorito por video-llamadas.
—¿Alguna vez alguien te ha.. acosado? —dos segundos después ambos estábamos riendo demasiado fuerte. Mi pregunta no sonó como había planeado que sonara, ni de cerca.
—Si quieres saber como acosarme solo tienes que hacerlo, no voy a impedirlo así que técnicamente no sería un acoso —rodé los ojos y me tumbé mirando hacia el techo con ambas manos en mi estómago volviéndome seria otra vez.
—Me refiero a si algún desconocido, alguien anónimo te ha acosado.. diciendo, no lo sé. Que sabía cosas.. cosas que podían arruinarte o a tu carrera —lo miré y se veía pensativo. Ambas manos detrás de la cabeza, mirada hacia el techo, con sus ojos algo entrecerrados.
—En realidad sí, en mi primer año, cuando estaba en el auge de la fama luego de que Never say never se estrenara en todo el mundo, comenzaron a enviarme mensajes anónimos que sólo decían estupideces. A mi me preocuparon un poco pero Scooter me dijo que es gente que todo el tiempo intenta sacarme del medio. Al final solo tienen mentiras, cuentos y te terminas asustando por nada —asentí levemente y comprendí que él no había sido acosado al nivel que yo lo estaba siendo. Lo mío no eran solo mentiras, cuentos y asustarme de nada. X tenía pruebas, fotos, teléfonos, cosas contundentes que terminaban demostrándome que tenía razón y que sabía lo que hacía—. _______, ¿te están acosando? —fruncí el ceño y negué levemente. No era buena idea contarle al respecto. No era buena idea contarle a nadie y ya. Debía llevarme a Mr. X a la tumba.
—No, solo unas llamadas bobas pero no les di importancia. Es como dices, son sólo cuentos y mentiras —me miró fijamente durante unos segundos y yo rogué para que dejara eso. Siempre fui mala mintiendo, y él había aprendido con el pasar de los días a descubrir cuando no estaba diciendo la verdad con solo mirarme. En este caso no podría descubrirme, así que lo miré con mi mejor cara de póker. Un segundo después mi móvil sonaba con insistencia. Me puse de pie y contesté.
—¿Hola? —lo único que lograba oír era una pausada respiración. Fruncí el ceño y me tapé el oído contrario intentando oír mejor—. ¿Hola? —entonces mi corazón dio un vuelco. Justin estaba concentrado leyendo algo que había encontrado debajo de mi cama así que me encerré en el baño—. Eres tú.
—Es un placer hablar contigo, ________ —su voz estaba perfectamente distorsionada, lo suficiente para llegar a dar miedo.
—¿Qué quieres de mi? Déjame en paz —rió. Bajo, lento y escalofriante.
—¿Dejarte en paz? Esto recién empieza, cariño. He esperado ansioso este momento, falta tan poco para que termine lo que he comenzado.
—¿Qué demonios quieres? Dímelo de una vez y acaba con esta tortura —estaba cansada de sus mensajes. Estaba cansada de irme a dormir siendo observada, de tener que mirar hacia atrás con cada paso que daba, de desconfiar de cada persona que me rodeaba. Me estaba volviendo, lentamente, loca.
—Quiero varias cosas, pero ahora tengo sólo un recado para ti —esperé en silencio, se aclaró la garganta y continuó—. Recuerda durante esta semana todo lo que te he estado mostrando desde que comenzamos con esto. Cada secreto, cada palabra, cada fotografía. Quiero que lo reúnas todo, memorízalo, recuérdalo del derecho al revés y te dejaré en paz por estos días.
—¿Para qué? ¿Qué es lo que lograrás con todo esto? —entonces oí el tono. Me había colgado.***
—Volveré mañana para llevarte a almorzar, ¿está bien? —reí sobre su espalda y despeiné su cabello con una de mis manos, mi otro brazo se encontraba rodeando su torso sosteniéndome mientras bajaba las escaleras.
—Claro, espero que me lleves a algún bonito lugar. Lo merezco por ser tu mejor amiga, Biebs.
—¡My favorite, my favorite, my favorite girl! —gritó desafinando apropósito y haciéndome reír de nuevo. Al llegar a la puerta me soltó y me bajé de su espalda. Lo abracé y se fue.
—Son lindos juntos —rodé los ojos y comencé a caminar hacia las escaleras.
—Cierra la boca, Elena —escalón por escalón sentí la mirada de mi hermana sobre mis hombros, y no pude respirar con tranquilidad hasta que llegué arriba. Simplemente había sido un dolor en el trasero todo este tiempo. Parecía que estaba nada más que para hacer comentarios desubicados y poner en tensión a todo el mundo durante las cenas. Había llamado a mis padres, ¿qué sucedió? Mi madre se desmayó. ¡Y con todas las razones para hacerlo! La idiota de mi hermana acababa de dejar la Universidad para dedicarse a bailar, y aunque había ido a clases lunes, miércoles y viernes estas semanas, no parecía para nada apasionada con lo que hacía. Hoy era Lunes y recién había llegado de su clase cuando me vio salir con Justin. A veces llegaba a pensar que mi hermana me odiaba. Entré a mi habitación y me senté en la silla giratoria del escritorio mientras tomaba uno de mis cuadernos y un lápiz.
#1 Embarazo y aborto de Danielle.
#2 Eleanor no es Eleanor. Sino Talisha y Christina, gemelas.
#3 Harry y Louis han salido.
#4 Perrie es sólo publicidad.
#5 Los managers controlan absolutamente todo lo que los chicos hacen.
Mordí la punta del lápiz y miré la lista intrigada. ¿Qué demonios debía hacer con toda esta información? Tomé mi móvil y busqué en las llamadas recientes encontrando el número desconocido. Presioné rellamada y llevé el auricular a mi oreja. Mr. X era un maldito extorsionador profesional que sabía lo que hacía y siempre estaba un paso adelante del resto del mundo. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Simplemente sentarme con la estúpida lista y esperar hasta la semana entrante?
—¿Hola? —oí del otro lado y mi piel se erizó. Lo sabía. Demonios, lo sabía, lo sabía, lo sabía. ¡Lo supe todo este tiempo pero necesitaba una última prueba para estar segura!
—Cassey.