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Myron Lambardo cogió el puro Swisher Sweet con sus re­chonchos dedos y se lo sacó de los labios. Exhaló hacia el techo una nube y varios anillos de humo. Si tenía que pasar un día más escondido en el establo de Paris, metido en su Winnebago, aca­baría desquiciado. Igual hasta se ponía violento con alguien.

Se incorporó sobre el codo y observó el rostro de Paris. Bajo las sábanas de su cama yacía el cuerpo desnudo de ella junto al suyo. Era una mujer agradable y le importaba más de lo que le había importado ninguna otra, salvo su madre, por supuesto.

Paris cocinaba como nadie y, hasta hacía dos días, había sido virgen. La primera noche que ella entró en la Winnebago, hicie­ron el amor y a él todavía le costaba creer que hubiera sido su pri­mer hombre. Lo había escogido a él y eso había hecho que se hin­chara como un pavo. Era una pena que él no fuera la clase de tipo que se queda mucho tiempo en un mismo lugar, porque de lo contrario podría llegar a formalizar algo con ella.

-Me encantaría que pudieras ir al baile mañana por la noche -le dijo Paris, que se ponía mimosa al mirarlo-. Reparten ser­pentinas de colores y decoran la casa solariega. Es el Baile del Día de los Fundadores. Todo el mundo se pone vestidos muy ele­gantes y hasta contratan una orquesta. Podría enseñarte a bailar country.

Paris sabía que Myron no podía dejarse ver por el pueblo, pero a él le pareció muy tierno que ella quisiera bailar con él. Aunque fuera esa mierda de música country.

-Me temo que tendré que irme pronto de aquí.

Paris frunció el entrecejo.

-Yo no quiero que te vayas.

-¿Crees que puedo seguir escondido en tu establo toda la vida?

Ella sonrió.

-Me encanta tenerte aquí. Es divertido tener que escabu­llirme para venir.

-Ya, pero no puedo quedarme mucho más. La cuestión es que he estado pensando en irme a México. Ya que la WWF no va a patrocinar combates de lucha mini, y Lali Espósito ha hecho creer a todo el mundo que soy maricón, no creo que tenga demasiado futuro en este país. He estado pensando en hacerme un nombre en México. Siempre he soñado en convertirme en un gran luchador, reconocido y premiado. A esos tipos siempre los res­petan.

Ella volvió la cara y el enano notó sus lágrimas.

-Te echaré de menos, Myron.

Él se metió el puro en la boca y frotó el hombro de Paris.

-Yo también te echaré de menos. Eres una buena mujer.

-No tan buena. No estoy orgullosa de haberme enfadado y llamado a todos esos reporteros.

-Si no lo hubieras hecho, no nos habríamos conocido.

-Eso es cierto -sollozó ella-. Y tú eres lo mejor que me ha pasado en la vida.

Peter desvió el Chevy hacia el arcén de la carretera y aparcó a la sombra de un tupido pinar. Eran casi las ocho de la mañana, y encendió el radar para cazar a los infractores. No pensaba cazar demasiados. A esas horas de la mañana la carretera solía estar tranquila, pero siempre había algún rezagado que llegaba tarde al trabajo y se saltaba el límite de velocidad. Comunicó por ra­dio su posición a la oficina y se recostó en el asiento con sus ejemplares de People y Weekly News of the Universe. Los había comprado en el M&S aquella misma mañana y abrió People por la página de la entrevista que Eugenia les había concedido. Cuando aún no había llegado a la mitad, estaba tan asqueado que la lan­zó al asiento de atrás. Eugenia había hecho de todo menos dar la ca­ra, y había declarado que él había raptado a Adam y se lo había llevado a vivir a Gospel. Pintaba a Peter como un cabrón, mien­tras ella salía airosa y oliendo a perfume de rosas. Se preguntó cuánta gente creería las patrañas de Eugenia.

"CONFESIONES" TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora