ULTIMO CAPITULO

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Un vaquero alto y delgado la invitó a bailar, pero justo cuan­do dejaba la copa en una mesa vacía, apareció Peter y se plantó ante el joven.

-Largo -dijo, dedicándole una mirada asesina. Y, para sua­vizar las cosas, añadió-: Chico.

Antes de que ella pudiera decir nada, Peter le agarró la ma­no y la condujo hasta el centro de la pista.

Cuando se hubo recuperado de la impresión, Lali dirigió la mirada al rostro de Peter, iluminado sólo por la luz que des­prendía la bola de discoteca sobre sus cabezas. Los destellos de los cristalitos se deslizaban por su pelo y sus hombros, cubiertos por una bonita chaqueta azul marino. Llevaba una camisa de ves­tir blanca y corbata burdeos, y Lali leyó el deseo en sus ojos. Lo había visto encenderse muchas veces por ella. Tras bajar la vista al nudo de su corbata, le dijo con voz compungida, mien­tras él deslizaba las manos por su espalda:

-Eso no ha estado nada bien. El muchacho ha sido muy educado. No tenías que haberle dicho «chico» en ese tono.

-Se llama así. Chico Duncan. Vive en Chalis.

-Ah. -Lali volvió a levantar la mirada hasta la línea de sus labios-. ¿Qué haces aquí? Rochi me dijo que nunca venías al baile.

-Rochi habla demasiado. -Trató de acercarla a su pecho, pero ella se resistió. La deseaba. Lali lo leía en sus ojos y lo sen­tía en las caricias de sus manos en la espalda, pero el deseo no era amor. Y ella quería más que deseo.

-¿Qué haces aquí? -repitió.

-Relájate y te lo diré. –Peter la estrechó con más fuerza y ella perdió la batalla-. Así está mejor -añadió. Entonces incli­nó la cabeza y le habló al oído-: Estoy aquí porque estás tú. Cuando un hombre ama a una mujer, quiere pasar todo su tiem­po con ella, aunque eso signifique ponerse traje y corbata. Sólo quiere estrecharla entre sus brazos y oler el aroma de su cabello.

Aquellas palabras le llegaron al corazón y abandonó su in­tento de poner distancias. Temía respirar. Temía no haber escu­chado bien.

-He pensado en lo que me dijiste ayer –prosiguió Peter, mientras evolucionaban lentamente por la pista-. Eso de que no me habías importado lo suficiente para creerte, y tienes razón. Tenía que haberte creído sin más.

Lali pasó la mirada por su barbilla hasta llegar a los ojos. Por mucho que temiera su respuesta, tenía que saber por qué ahora la creía.

-¿Has descubierto quién llamó a la prensa?

En los segundos que él tardó en contestar, las esperanzas de Lali se desvanecieron. No la había creído: alguien le había dicho la verdad. En realidad, no había cambiado nada.

-Sí -admitió él, y ella volvió a forcejear para él-. Estate quieta o tendré que volver a atarte.

-Déjame, Peter. -Le escocían los ojos de llorar allí mismo, delante de todo el pueblo.

-Cariño, no creo que esto vuelva a suceder. – la estrechó con más fuerza que casi la deja sin aire. - He descubierto que fue Paris la que llamó a la prensa pero cuando lo supe ya no era importante. Cuando amas a una persona, tienes que creer en tu corazón y soportar mucho sufrimiento innecesario. - Rozó la sien de Lali al decirle-: Te quiero, Lali. Mi vida ha sido muy desgraciada sin ti.

Ella había sufrido tanto que necesitaba asegurarse.

-¿De verdad te has sentido desgraciado?

-Sí.

Lali sonrió por primera vez. Tuvo ganas de reír y llorar y acurrucarse en su pecho, todo a la vez.

-¿Muy desgraciado?

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⏰ Última actualización: Mar 25, 2016 ⏰

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"CONFESIONES" TERMINADODonde viven las historias. Descúbrelo ahora