Pesadillas

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Cierro la puerta de mi habitación y me derrumbo en ella. No soy capaz de hacer algo con la puerta abierta, me siento demasiado invadida.
Lloro. Eso si, con la puerta cerrada. ¿Habrá alguien que sea capaz de llorar con la puerta abierta? Es mostrar que sientes. Que las cosas te duelen.
Ahora estoy apoyada en esa fría chapa de madera pensando como todo puede caer tan rápido. Pensando como he llegado aquí...
Oscuridad. Tengo un atrapasueños encima de mi, pero creo que es demasiado pequeño para toda la oscuridad que mi alma alberga. Estoy confusa. ¿Qué pasa?¿Es un sueño? Se me acelera la respiración, miro mi cuerpo y veo mi pijama y al mirar alrededor veo mi insípida habitación. Estiro la mano y enciendo la lámpara.
Todo sigue igual pero siento como si nada lo fuera. Al mirar encima de mi veo...mejor dicho, no veo las fotos. Esos momentos capturados para poder devorarlos a posteriori.
Me levanto y veo que la habitación de mi madre esta vacía. ¿Mamá? Oigo un grito que parece venir de la cocina.
Pumpum, pumpum. Oigo mi corazón en mis oídos. Tengo miedo.
El grito se repite. Cada vez más desgarrador. Cada vez más roto.
Me dirijo hacía allí, nada de esto me parece real.
Atravieso el salón que a esta hora esta oscuro. ¿Qué hora es?¿Donde está mama?
Sigo andando, no llevo calcetines y eso me extraña, al llegar a la cocina me quedo muy quieta.
Viendo como mis pesadillas se cumplen.
Pumpum, pumpum, mi corazón me recuerda que estoy viva y que esto es real. Se me acelera la respiración.
Mamá esta en el suelo en medio de un charco escarlata. No respira y ya no grita.
¿Porqué esta en la cocina? Le dije que yo me encargaría. Joder. Alguien esta gritando otra vez. Haced que se calle.
No me doy cuenta de que el grito proviene de mi joven garganta.
Me despierto sudada. El corazón me late a un ritmo estratosférico y sudo demasiado. No oigo nada aunque no me preocupa. Sé que es porque me acabo de despertar.
Por fin, ya oigo la música que ayer me debí dejar puesta. Miro la hora y veo que es demasiado temprano hasta para bostezar.
Aún saboreo la pesadilla aunque no la recuerdo bien. Estoy acostumbrada y aún así sigo mirando que su corazón lata.
Ya no puedo volver a dormir y decido ir a su cama. Ella me entiende y sé que me arropará y hablará conmigo hasta que las garras de los malos sueños vuelvan a atraparme. Hasta que la realidad vuelva a devorarme.
Tengo frío y me doy cuenta que ya no estoy apoyada en la puerta. No recuerdo como llegue a la cama. Solo la pesadilla me reconcome.
No importa. Nada importa ya porque estoy despierta y en mi realidad mando yo. Estupideces. En los sueños no existe el tiempo y ahí es cuando mando de verdad. Cuando mi subconsciente me enseña alguna lección a través de un cuchillo o una flor. En la realidad, en cambio, parezco ir contra el reloj y eso explica que este despierta a esta hora aún cuando el día de mañana, o de hoy, será duro.
Sé que no volveré a soñar, me encuentro demasiado agotada para ello. Sabiendo esto, cierro mis grandes ojos y me sumerjo en el mundo de mi subconsciente. Un mundo desconocido.









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