My love

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Entra en la habitación habiendo atravesado la casa en penumbras, una casa que duerme. En el cuarto se cuela un halo de luz proveniente de fuera y eso le permite ver un cuerpo femenino tumbado encima de la cama que respira tranquilo y que está boca abajo. Se acerca más a ella intentando no perturbar su sueño.
Ella abraza a la almohada como si se tratara de un cuerpo humano y la sábana se ha deslizado hasta sus muslos, el pantalón corto no la cubre completamente y eso solo le parece un momento donde el destino le obliga a pensar en lo que está haciendo.
Ella lleva su camiseta favorita, como si eso le permitiera estar más cerca de él y de todo lo que le profeso tiempo atrás.
Le da miedo tocarla, está tan relajada que le da miedo sacarla de ese estado y que no sea capaz de volver a este; aún así se acerca un poco más, casi a punto de rozarla. Un reloj pita a lo lejos; es una alarma que él rápidamente silencia.
Son las 4 de la mañana y ella tenía una alarma a esa hora, aunque lo que realmente le pone a pensar es que es la cuarta noche consecutiva que llega a esa hora y que se va temprano por la mañana. Casi no la ve ni la siente y sabe que está perdiendo un tiempo preciado.
La figura en su cama se mueve y queda boca arriba, ahora es su ombligo el que ha salido a saludarle.
La mira un rato más, sin tocarla como lleva haciendo ya demasiado tiempo.
Ella susurra su nombre en sueños y frunce el ceño, por un momento cree que se despertará y él siente temor. No quiere verse reflejado en sus ojos y ver su podrida alma allí. Camina hacia la puerta de la habitación y sale, dejándola una vez más sola en medio de la cama sin saber que ella lleva tanto tiempo despierta como él lleva allí.
Entra desabrochándose la camisa, alegre. Es temprano, es de día, y él ya esta en casa. Se saca los zapatos en la entrada y se dirige a la cocina en busca de unas copas que le permitan celebrar que se ha dado cuenta de que se estaba equivocando y que ya lo sabe. Quiere celebrar que al fin va de la mano con el tiempo, que ha logrado entenderlo.
Grita su nombre pero no recibe respuesta, no se fija en lo que no hay. No percibe las ausencias.
Llega a su habitación, al santuario que comparten y nota que huele a lavanda y está deliciosamente ordenado.
Camina hacia el armario para ponerse cómodo y poder esperarla.
Ella no está. Ninguna de sus prendas están haciéndole compañía a sus camisas o a sus pantalones. Ninguno de sus tacones acompaña a sus mocasines y ninguna de sus zapatillas están al lado de sus zapatos de trabajar.
Se fija en la habitación, está desnuda de su presencia y acaba de darse cuenta de ello.
Hay un objeto en la mesita de noche, se acerca a mirarlo y se da cuenta que es una confirmación de que algún día estuvieron unidos, de que llegaron a ser uno.
Una nota acompaña a la prueba, con su letra definida le dice que le avisará cuando sea el momento para él o ella. Le pide que sepa vivir ese momento. Le advierte que no será como con ella, que hay errores que no se repiten.
Encima de la cama se encuentra su camiseta favorita y entiende entonces porque la llevaba, él sin darse cuenta y ella ya seguía.
Ella ya cuidaba y portaba al futuro. Y él...él...gilipollas.
Se sienta en la cama y mira al frente. Piensa y piensa....y sigue pensando...y...tic, tac, tic, tac...












Pensamientos De Una Descerebrada #premiosGRDonde viven las historias. Descúbrelo ahora