KURT.
Finalmente dejamos atrás Denver y nos acercamos al destino de Blaine, Wyoming. No puedo mentir y decir que no me preocupa. Blaine tenía razón al decir que es peligroso que viaje solo. Sólo intento entender por qué ese hecho no me importaba gran cosa antes de conocerlo. Puede que simplemente me sienta más seguro con él al lado, porque tiene toda la pinta de poder reventar unas mandíbulas sin despeinarse. Mierda, quizá no debiera haber hablado con él; y desde luego no debiera haber dejado que se me sentara al lado, porque ahora como que me he acostumbrado a él. Cuando lleguemos a Wyoming y nos separemos volveré a mirar por la ventana para ver pasar el mundo sin saber dónde estaré a continuación.
—Dime, ¿tienes novia? —pregunto sólo para animar la conversación y no pensar en que volveré a estar solo dentro de unas horas.
Veo los hoyuelos de Blaine.
—¿Por qué quieres saberlo?
Revuelvo los ojos.
—No te hagas ilusiones, sólo es una pregunta. Si no me...
—No, no tengo novio —responde sobresacando esta ultima palabra—. Estoy feliz mente solo.
Me mira, sonriendo, esperando, y tardo un segundo en entender qué espera.
Me señalo con nerviosismo, deseando haber sacado un tema menos personal.
—¿Yo? No, ya no. —Y como ahora me siento más seguro, añado—: Yo también estoy felizmente solo y quiero seguir así. Digamos que... para siempre. —Debiera haberlo dejado en «felizmente solo» en lugar de salir de mi zona de seguridad y conseguir que parezca evidente.
Está claro que Blaine se da cuenta en el acto. Me da que es de esos a los que no se les escapan nunca las meteduras de pata de los demás. Y se crece con ellas.
—Lo tendré en cuenta —dice, risueño.
Gracias a Dios, lo deja ahí.
Apoya la cabeza en el respaldo y por un instante tamborilea con los pulgares y los rosados dedos contra los vaqueros. Le miro con disimulo los musculosos y morenos brazos e intento ver de una vez por todas qué son los tatuajes que lleva pero, como siempre, se los tapan casi por completo las mangas de la camiseta. Del de la derecha vi un poco más antes, cuando se agachó para atarse la bota. Creo que es un árbol. Del que queda ahora de mi lado, ni idea, pero sea lo que sea tiene plumas. Por el momento, ninguno de los tatuajes que le he visto tiene colores.
—¿Sientes curiosidad? —inquiere, y me asusto. No pensaba que me hubiera visto mirándolos.
—Supongo.
«Pues sí, la verdad es que siento mucha curiosidad».
Blaine se separa del asiento y se sube la manga del brazo izquierdo, dejando a la vista un fénix con una larga y preciosa cola de plumas que termina algo más allá de donde acaba la manga. Pero el resto del plumado cuerpo es lineal, lo que le da un aire más masculino.
—Es impresionante.
—Gracias. Me lo hice hará cosa de un año —explica al tiempo que se baja la manga—. Y éste — añade girando la cintura y subiéndose la otra manga (en primer lugar me fijo en cómo destacan los abdominales bajo la camiseta)— es mi árbol nudoso, a lo Sleepy Hollow (tengo fijación con los árboles retorcidos), y si te fijas bien..., ése es mi Chevrolet Camaro de 1969.
Clavo la vista en el punto del tronco al que señala su dedo.
—El coche de mi padre, en realidad, pero como se está muriendo, supongo que tendré que quedármelo. —Mira al frente.
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Nadie como tú.
RomanceKurt tiene veinte años. Ahora que ha acabado sus estudios, está a punto de entrar en una nueva etapa de su vida. Le espera un trabajo, la ciudad y compartir piso con su mejor amiga Rachel. A veces duda de que esto sea lo que realmente quiere hacer...