Capitulo 19.

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BLAINE

 Hablando de frustración sexual a primera hora de la mañana... Voy a tener que cortarme un poco con el o empezará a pensar que es lo que en realidad ando buscando. En cualquier otro momento, con cualquier otro chico,ya habría salido de la cama para tirar el condón en el cuarto de baño, pero con Kurt es distinto. Duro, pero voy a tener que procurar dejar el flirteo. Este viaje es importante, para los dos. Sólo tengo un intento para hacer las cosas bien, y no quiero cagarla.

 —¿Y? ¿Qué toca ahora en este viaje espontáneo? —pregunta. 

—Lo primero es desayunar —decido al tiempo que cojo mis bolsas—,pero supongo que no sería espontáneo si tuviera un plan.

 El coge el móvil de la mesilla,mira a ver si tiene algún mensaje o alguna llamada y se lo mete en el bolso.

Nos vamos.

Entra en escena el Kurt cabezota,quejica: 

—Por favor, Blaine. No puedo comer en esos sitios —dice desde su asiento. 

La población es pequeña, y casi todos los locales son de comida rápida o no están abiertos tan pronto.

 —En serio —insiste, poniendo una carita que hace que me den ganas de cogérsela entre las manos y ponerla perdida de babas hasta que chille y finja que es lo más asqueroso del mundo—. A no ser que quieras a un compañero de viaje coñazo, que vaya sujetándose el estómago porque tiene náuseas y se esté quejando a la hora siguiente, será mejor que no me hagas comer eso, y menos aún tan pronto.

 Echo la cabeza hacia atrás y aprieto los labios mientras lo miro.

 —Vamos, no seas exagerado.

 Aunque empiezo a pensar que no lo está siendo. Kurt sacude la cabeza, apoya el codo en la puerta del coche y se lleva el pulgar a los labios. 

—Que no, que lo digo en serio:siempre que como comida rápida me pongo mal. No intento ser difícil, de verdad, me supone un problema cuando salgo por ahí con Isabel o con Rachel, porque tienen que molestarse en encontrar un sitio para comer que no me deje hecho polvo.

Vale, así que no es un cuento. 

—Está bien, lo último que quiero es que te pongas enfermo —río con ligereza—, así que avanzaremos un poco y ya encontraremos otra cosa por el camino. Dentro de unas horas habrá más sitios abiertos. 

—Gracias.

 Sonríe dulcemente.«De nada...»Dos horas y media después, estamos en Owasso, Oklahoma. Kurt mira el inmenso logo amarillo y negro del restaurante y creo que sopesa si quiere comer ahí o no.

 —En realidad sólo hay un sitio para desayunar —digo mientras aparco—,sobre todo en el sur: es un poco como los Starbucks, hay un Waffle House a cada paso. 

El asiente.

 —Creo que podré con esto. ¿Tienen ensaladas?

 —A ver, me he conformado con no obligarte a comer comida grasienta —ladeo la cabeza y me vuelvo en el asiento—, pero de ensaladas, nada.

 El frunce los labios y se muerde la boca. Luego dice, asintiendo:—Vale, no me pediré una ensalada,aunque las ensaladas pueden llevar pollo y un montón de cosas buenas que alguien como tú ni se imaginaría.

—No. Así que déjalo —aseguro con resolución, y acto seguido lo demuestro echando un tanto la cabeza hacia atrás—. Vamos, ya he esperado un buen rato para comer. Me muero de hambre. Y cuando tengo hambre, me pongo de malhumor.

Nadie como tú.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora