Ocultismo (I)

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A1

Hacer tu Voluntad será la totalidad de la Ley (AL I:40)

Amor es la ley, amor bajo Voluntad (AL I:57)

Aiwass

El libro de la Ley

B2

La Magia(K) es la Ciencia y el Arte de causar un cambio en conformidad con la Voluntad.

Aleister Crowley

Magia(K) en Teoría y Práctica.

C3

La Magia es la ciencia y el arte de causar un cambio en conformidad con la Voluntad.

Ejemplo: Es mi voluntad informar al mundo de ciertos hechos en mi conocimiento. Por lo tanto tomo armas mágicas, lapicera, tinta y papel, escribo encantamientos, estas mismas oraciones, en un lenguaje mágico, o sea, uno que sea entendido por la gente que deseo instruir, invoco a espíritus, como ser imprenteros, editores, libreros, etcétera, y los hago llevar mi mensaje a esa gente. La composición y distribución de este libro es, entonces, un acto de magia por el cual causo un cambio en conformidad con mi voluntad.
Nota: en un sentido, la magia puede ser definida como el nombre dado a la ciencia por la gente vulgar.

Cualquier cambio requerido puede ser efectuado por la aplicación del tipo y grado de fuerza adecuados, en la manera adecuada, a través del medio adecuado al objeto adecuado.

Ilustración: Deseo preparar una onza de cloruro de oro. Tengo que elegir el tipo correcto de ácido, nitro-hidroclorico, y no otro, en un contenedor que no se rompa, que no pierda y no se corroa, de tal forma de no provocar resultados indeseados, con la cantidad necesaria de oro, y así. Cada cambio tiene sus propias condiciones. En el presente estado de nuestro conocimiento y poder, algunos cambios no son posibles en práctica, por ejemplo, no podemos causar eclipses o convertir plomo en lata, o crear hombres a partir de hongos. Pero es teóricamente posible causar en cualquier objeto cualquier cambio del cual dicho objeto es capaz por naturaleza, y las condiciones están cubiertas por el anterior postulado.

Aleister Crowley

Magia(K) en teoría y práctica.

D4

Tercera ley de Clarke:

"Cualquier tecnología lo suficientemente avanzada es indistinguible de la magia".

Arthur C. Clarke

F5

Uno es el Todo, por él es el Todo y hacia él vuelve el Todo, y si no contuviera el Todo, Todo sería nada. Una es la serpiente, la que posee el enrojecimiento tras dos tratamientos.

Apotegma de la Reina Cleopatra

E6

El Yoga es la aptitud para dirigir la mente exclusivamente hacia un objeto y mantener esa dirección sin distracción alguna.

Pantañyali

Yoga-Sutras

F7

El Tao que puede ser nombrado

no es el verdadero Tao.

El nombre que se le puede dar

no es su verdadero nombre.

Sin nombre es el principio del universo;

y con nombre, es la madre de todas las cosas.

Desde el no-ser comprendemos su esencia;

y desde el ser sólo vemos su apariencia.

Ambas cosas, ser y no-ser, tienen el mismo origen,

aunque distinto nombre.

Su identidad es el misterio.

Y en este misterio

se halla la puerta de toda maravilla.

Lao Tse

Tao Te King

H8

Dejó de ver el rostro de su amigo Siddhartha, y en su lugar vio otros rostros, muchos, una larga serie, un caudaloso río de rostros, cientos, miles de ellos, que llegaban y pasaban, y sin embargo, todos parecían permanecer, aunque se renovaban y cambiaban continuamente, y todos eran Siddhartha. Vio el rostro de un pez, de una carpa, con las fauces dolorosamente distendidas; un pez moribundo, con los ojos quebrados; vio el rostro de un niño recién nacido, rojo y lleno de arrugas, predispuesto al llanto; vio el rostro de un asesino, al que vio clavar un cuchillo en el vientre de un hombre; vio en el mismo segundo a este criminal, arrodillado y cargado de cadenas, ofreciendo el cuello al verdugo, que le decapitó de un golpe de espada; vio los cuerpos desnudos de hombres y mujeres entregados a furiosas luchas de amor; vio cadáveres extendidos, quietos, fríos, vacíos; vio cabezas de animales, de cerdos, de cocodrilos, de elefantes, de toros, de pájaros; vio dioses, Krishnas, Agnis; vio todas estas figuras y rostros en mil relaciones entre ellas, ayudándose mutuamente, amándose, odiándose, destruyéndose, volviendo a nacer; cada una era un deseo de morir, un apasionado y doloroso testimonio de caducidad, y sin embargo, ninguno moría, solo se transformaba, volvía a nacer, recibía siempre un nuevo rostro, sin que mediara tiempo alguno entre uno y otro rostro, y todas estas figuras y rostros descansaban, fluían, se engendraban, flotaban y discurrían unos sobre otros, y sobre todo ello había constantemente algo sutil, incorpóreo, pero existente, como un fino cristal o hielo, como una piel transparente, una campana, forma o máscara de agua, y esta máscara sonreía, y esta máscara era el rostro sonriente de Siddhartha, que él, Govinda, en este mismo instante rozaba con los labios. Y de esta forma,Govinda vio esta sonrisa de la máscara, esta sonrisa de la unidad sobre las figuras que pasaban, esta sonrisa de la simultaneidad sobre los mil nacimientos y muertes; esta sonrisa tranquila, fina, impenetrable, quizá bondadosa, quizá burlesca, sabia, múltiple, de Gotama, el Buda, como él mismo la había visto cien veces con reverencia. Así sonreían los que habían alcanzado la perfección, como él bien sabía. No sabiendo ya el tiempo que había transcurrido, si aquella visión había durado un segundo o cientos de años, no sabiendo si aquello era propio de Siddhartha o de Gotama, o del yo y tú; herido en lo más íntimo como por una saeta divina, cuya
punzada sabía dulce; íntimamente encantado y redimido, Govinda permaneció todavía un momento inclinado sobre el rostro de Siddhartha, que acababa de besar, que acababa de ser escenario de todas las figuras, de todo ser y existir. El rostro estaba inmutable; después de haberse vuelto a cerrar bajo la superficie la profundidad de las mil arrugas, sonreía tranquilo, sonreía suave y delicadamente, quizá muy bondadoso, quizá muy burlesco, exactamente como había sonreído el sublime. Govinda se inclinó profundamente, corrieron las lágrimas, de las que no se dio cuenta, por su viejo rostro; como un fuego ardió el sentimiento del más íntimo amor, de la más humilde veneración, en su corazón. Se inclinó profundamente hasta tierra, ante el sedente inmóvil, cuya sonrisa le recordaba todo lo que había amado en la vida, lo que en su vida había sido de valor y santo.

Herman Hesse

Siddharta

I9

«Hay, monjes, una condición donde no hay tierra, ni agua, ni aire, ni luz, ni espacio, ni límites, ni tiempo sin límites, ni ningún tipo de ser, ni ideas, ni falta de ideas, ni este mundo, ni aquel mundo, ni sol ni luna. A eso, monjes, yo lo denomino ni ir ni venir, ni un levantarse ni un fenecer, ni muerte, ni nacimiento ni efecto, ni cambio, ni detenimiento: ese es el fin del sufrimiento.»

Udana, VIII, 1

Siddharta

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