CAPÍTULO 4:

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Ignacio embistió contra Elías y le dio un golpe con la cabeza directo al pecho. Elías gruñó y flexionó los codos, dándole así un buen golpe a Ignacio en la espalda, haciéndolo caer al piso. El ariano sin embargo se apoyó en este como si estuviese haciendo planchas y se volvió a incorporar, mirando con furia a su contricante. Los Leoninos y los Sagitarianos animaban rabiosamente a Ignacio, dándole ideas sobre como acabar más rápido con Elías, quien a su vez era animado por los Cancerianos y algunos Piscianos. Solo los signos de tierra y de aire se mantenían ajenos al combate.

Elías mantuvo la compostura y cuando Ignacio menos se lo esperaba, lo atacó con una feroz patada en la cara.

- ¡Eh! - Gritó Alex, un Aquariano. - ¿Es que nadie va a detener esto?

- ¡Levántate! - Le gritaban los demás arianos a Ignacio. - ¡Devuélvele el golpe! ¡No seas tonto!

- Pero mira eso, - Le susurró una Libriana a una Geminiana. - Le ha tirado un diente.

- ¡Eso es jugar sucio! - Dijo la maestra de los Sagitarianos. Sergio sonrió y la miró.

- En esta vida, nadie juega limpio, querida.-Dijo, añadiendo notoriamente sarcasmo a esa última palabra. - El fuerte sobrevive, el débil que se aguante.

Elías caminó en torno a ignacio, quien, arrodillado, seguía limpiando la sangre de su labio.

Sergio entrecerró los ojos y habló casi en un susurro:

- Regla número uno para los no escorpianos...

- ¿No te vas a levantar? - Le desafió Elías a Ignacio. - ¿O es que vas a decepcionar a tu academia? ¡Y tanto que dicen que un simple escorpión no puede vencer a un carnero!

- No te atrevas a meterte con ellos. - Continuó Sergio.

Fugán entrecerró los ojos cuando Ignacio se levantó y él y Elías empezaron a intercambiar golpes. Tenía que detener esto.

- Regla número dos, - Volvió a murmurar Sergio.

Elías forcejeó con Ignacio, quien estuvo a punto de golpearle la nariz, de no ser porque el escorpiano prácticamente lo atravesó con la mirada, y tras distraerlo, le dio un rodillazo en el vientre. El ariano cayó de rodillas.

- Si no les puedes aguantar la mirada, empieza por dejarlos en paz. - Siguió el líder escorpiano.

William, un muchacho de la academia Tauro, alzó la vista y al ver a Fugán, no tardó en interpretar su señal.

- Regla número tres...

El Tauro saltó en medio de los dos luchadores y antes de que estos puedan siquiera tocarse, dio un puñetazo al suelo diciendo ¡Terremoto Taurino!

Todo el comedor tembló y tanto todos los estudiantes como los maestros y los luchadores cayeron al suelo. Solo las catorce cúspides quedaron de pie ya que ellos estaban levitando.

Fugán miró a Milo, la cúspide Piscis-Aries. Esta asintió y ambos procedieron a lanzar rayos con sus dedos a Elías e Ignacio.

Los dos chicos desparecieron y en sus lugares aparecieron un escorpión negro fel tamaño de la mano de un adulto y un robusto carnero.

Kenso, un chico Virgo, abrió mucho los ojos. ¡Él ya había leído de eso! ¡Pero jamás creyó que fuera posible!

- Los ha... - Balbuceó un Capricornio...

- Reducción. - Dijo Sam. Todos lo miraron y se avergonzó un poco. - Digo, no pensé que fuera cierto, pero solo las cúspides tienen ese poder...El de volver a cada signo algo mínimo según lo que representan.

- ¡Oh, bravo! - Gritó un Piscis. - ¡O sea que si yo me porto así terminaré convertido en un pescado!

El comedor se llenó de ruido por las carcajadas, pero en seguida estas fueron calladas por Sikamor, el cúspide    Sagitario-Capricornio.

- ¡SILEEENCIO! - Gritó. Todos se callaron. - ¡Todos, a sus habitaciones ahora mismo! ¡Hoy no habrá entrenamientos, ni almuerzo o cena, para que reflexionen sobre lo ocurrido!

Ahora hubo mucho ruido pero ahora el de protestas, pero los maestros pronto callaron a sus pupílos y sin decir más, se fueron academia por academia por la puerta correspondiente.

Academia EscorpianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora