CAPÍTULO 17:

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Tres de la mañana. Vestido con un short de pijama y un polo bastante simple, con los dientes bien cepillados y ya bañado porque el chico sabía que Sergio detestaba el olor a sudor, Sam salió a hurtadillas de su cama e, intentando no despertar a nadie, se acercó a la puerta.

- ¿A dónde vas? - Preguntó la voz adormilada de Paolo.

- Me dio algo de sed.

- Eres escorpio, llénate una botella de agua y no fastidies.

Sam hizo una mueca de frustración.

- Aún no domino bien este elemento.

Paolo se dio vuelta en su cama y se sentó. Su cabello rubio platinado estaba despeinado y sus penetrantes ojos negros cansados y semicerrados. Sam pensó que aún siendo tan fuertes,ni los Escorpio podían aguantar el sueño ya entrado en plena madrugada tras haberse despertado de imprevisto.

Pero cambiando de tema, Sam no sabía como decirle a Paolo que iba a buscar a Sergio, que necesitaba hablar con él para...

- Ya, Sam, no mientas, que somos buenos intuyendo cosas. - Bostezó Paolo. - Vas a buscar a Sergio, ¿No? Esa mirada de duda solo se ve cuando vas a hacer alguna pregunta a alguien, ¿Verdad?

Sam se quedó helado. Pero qué genio.

- Endurece tu mirada, que siendo tan voluble no intimidas ni a una vaca enferma.

- Cállate ya. - Gruñó Iván, de manera cansada, lanzándole a Paolo una almohada con la cual no logró darle, y esta cayó de manera graciosa al suelo. - Y tú también, Sam, la gente quiere dormir.

- Perdona, Iván. - Dijo Sam. - Vuelvo en un momento.

- Te meterás en problemas, pero allá tú. - Concluyó Paolo, volviéndose a acostar, su cabello rubio platino cubrió parte de su rostro y en poco tiempo el chico ya estaba durmiendo de nuevo.

Sam caminó a hurtadillas por el pasillo, el cual era largo ya que la habitacion de varones era amplia, y el cuarto de Sergio estaba entre el dormitorio de varones y el de damas.

Iba descuidado y se chochó contra alguien, se apartó, tocando su nariz y miró hacia arriba. Sergio lo observaba, mientras arqueaba una ceja, silenciosamente preguntándole qué diantres hacía despierto.

- Quería ir al baño. - Logró decir Sam, casi orinado del miedo.

- Pues qué extraño, porque que yo sepa tanto el dormitorio de varones como el de damas de cada academia viene equipado con baños.

Sam tragó saliva. Le había captado la mentira.

- ¿Tienes algo que decirme? - Preguntó Sergio.

Sam bajó la cabeza. Ya no tenía caso hablar con su maestro.

- No, señor. Perdone.

Sergio hizo una mueca de disgusto.

- No, eso no, estúpido. Me refiero a si acaso venías a decirme algo. No mientas, no hay manera de ocultarle mentiras a un escorpión, en especial a uno mayor que tú y experimentado.

Como Samuel no decía nada, Sergio esbozó una media sonrisa y de manera brusca revolvió el cabello de Sam,pasándole un brazo por los hombros y avanzando por el pasillo.

- Ven, muchacho. - Dijo su maestro. - Vas a contarme lo que fuera que quisieras contarme.

..........

- Yo no sabía de la existencia de este lugar en la academia.

Era una clase de cafeteria bastante silenciosa adornada del simbolo de cada signo, habían además alumnos mayores, maestros en preparación y alguno que otro conserje tomando un café, algún licor o jugo, buscando recuperar el sueño.

Sam miró a la barra. Un hombre de aspecto agradable y sonriente con el símbolo de Acuario era quien tomaba las órdenes y uno más serio pero no amargo con el símbolo de Virgo era quien las llevaba.

- Oye, Sergio, ¿Qué hace este chiquillo aquí? - Preguntó el Virgo. - Los alumnos menores de dieciséis no pueden entrar.

- Tiene quince años, Cass. - Fue la respuesta de Sergio. - Venga, a mí dame una botella de sake y al muchacho traéle un vaso de leche con chocolate.

- Que no soy un crío. - Protestó Sam.

- Tampoco eres mayor de edad y soy yo el que paga, así que cállate. - Fue la respuesta de Sergio.

Cass asintió y miró a su acompañante Virgo.

- Ya oíste, Fabricio, un vaso caliente de leche con cacao y una botella de sake.

- Ya sé, ya sé...

Sam los miró alejarse y luego volteó a ver a su mentor. La música de ambiente de "River flows in you" versión eléctrica pero a volumen bajo le daban al lugar una sensación agradable y relajante.

- ¿Y por qué ellos no están cansados? - Preguntó Sam, volteando a ver a Sergio, quien tenía los ojos cerrados y la nariz apoyada en sus manos, las cuales se sotenían en puño gracias a sus codos.

- Normalmente solo Sagitario, Acuario, Virgo y Capricornio son preparados para no dormir demasiado. Son los signos menos dormicas del zodiaco, aunque son muy pocos los que logran resistir a ese entrenamiento. Si quieres la verdad, Fabricio y Cass no duermen siestas de más de dos horas desde hace ya unos veinte años. Son muy reacios.

- Vaya...

Fabricio llegó con el vaso de leche con cacao y la botella de sake. Sergio la destapó y sin hacer uso de la copa, empezó a beber.

- ¿Cómo toma usted eso como si fuera agua? - Preguntó Sam.

- Aunque le tengo resistencia al alcohol no soy alcoholico ni mucho menos caigo borracho ante estas bebidas. - Suspiró. - Cómo sea, no te traje solo a tomar vasos de leche y a contarte cuentos, sino a oir lo que quería decirme.

Sam suspiró y tomó un gran sorbo de la leche con cacao.

- Bueno, - Empezó, luego de pasar la bebida tibia. - Es que, creo que yo...

- Escúpelo ya.

Sam pasó saliva.

- Creo que soy una de esas cúspides. - Dijo en un hilo de voz. - O eso... Eso me dijeron.

Sergio le miró atentamente.

- Así que ya lo sabes.

El chico de quince años miró a su mentor.

- ¿Usted ya lo sabía?

- Casi todo el mundo lo sabía.- Respondió Sergio. - Eres uno de los de la profecia, uno de los catorce. Contándote a ti y a Caleb ya vamos encontrando a dos cúspides.

- ¿Caleb? - Gruñó Sam.

- Aries - Taur...

- Lo sé, pero en cietta forma esperaba que él no lo fuese.

Sergio le dio otro trago al sake.

- ¿Y eso te tiene tan intranquilo? - Preguntó después de unos segundos.

Sam negó.

- Eso y... El retorno de Ofiuco y las reencarnaciones.



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