CAPÍTULO 11

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Narración: Sam:

¿La clase de teoría astrológica? Aburrida como ostras. La voz del profesor era ideal para echarse una siesta un rato, pero cuando ya estaba cerrando los ojos, una bola de papel ensalivada me dio en el cogote.

- ¿Qué ha sido eso? - Exclamé, molesto, volteando a averiguar quien había sido.

Nadie se dio por aludido.

- No seas tonto, Sam, y pon atención a la clase. - Me dijo Paolo, quien estaba sentado a mi lado.

Refunfuñé. No necesitaba de sus órdenes.

Todo estaba yendo la mar de aburrido cuando entró Rodrigo, el líder de los Capricornianos, y se llevó a un lado al maestro de teoría. Los oí cuchichear un rato, pero como no les escuchaba nada en verdad, invocando el elemento de aire, logré que su conversación llegara perfectamente a mis oídos.

- ¿Entrenamiento? - Preguntó el profesor de teoría. - ¿Ahora?

- No me has entendido. - Dijo Rodrigo.- No es entrenamiento. - Se detuvo un rato. - El festival sorpresa.

Me quedé hecho piedra. ¿¡El festival sorpresa!? ¿¡Ahora!? Bueno, por algo era sorpresa, ¡Pero aún así!

El festival sorpresa es un evento en el cual todos los estudiantea de las academias mayores de catorce años se enfrentan contra compañeros de distintos signos y los ganadores tendrían el honor de poder inaugurar el campeonato zodiacal. Pero por desgracia, yo aún no sabía controlar bien el poder de los Escorpianos. Estaba seguro que Sergio me iba a mirar como un apestado luego de que fuera aplastado por algún Tauro o humillado por algún Capricorniano. Era el colmo de mi mala suerte.

- ¿Qué te pasa, Sam? - Preguntó Ivan. - Te ves horrible.

- Así es mi cara...

Rodrigo batió sus palmas y nos hizo poner de pie a todos. Acto seguido nos dirigió por el pasillo de los Escorpianos hacia la arena de combate. Nunca antes me había fijado, pero habían varias estatuas de guerreros de los cuales nunca había sabido, y esculturas de madera y acero de unos escorpiones tan reales que daban miedo.

Llegamos. El lugar estaba abarrotado de Arianos, Geminianos, Sagitarianos, Capricornianos,Piscianos, Leoninos, etc.

- Este... - Le dije a Rodrigo, quien volteó a verme. La pesada mirada del Capricorniano me hizo sentir diminuto. - ¿Puedo ir al baño? Me duele el estómago.

Me miró por un momento y le bajé los ojos. No podía. Sencillamente no podía. Sentí a alguien golpear mi nuca, ese alguien ni siquiera quitó su mano de ahí, incluso de manera casi cínica me acarició el cabello.

- Sam, - Era la voz de Sergio. - No puedes irte. Los combates ya van a empezar.

- No me siento preparado para pelear como Escorpiano. Lo siento, señor.

Por primera vez en toda mi estadía en la academia Escorpiana, Sergio me miró a los ojos y no lo hizo de forma retadora o despreciativa.

- Pelea como te sientas capaz. - Le dijo. - Pero regla elemental de nuestro signo, Sam, no les dejes ver lo asustado o adolorido que puedas estar. Si pierdes tu coraza o dejas que te rompan el aguijón, entonces no hay victoria. Por otro lado, no seas mariconcito. Si algo malo pasa, las cúspides van a intervenir.

La palabra cúspide me hizo estremecer. Yo era uno de ellos, y eso me tenía aterrorizado.

- ¡Muy bien! - Gritó el anunciador. - ¡Van a empezar los encuentros! ¡Pelearán ahora mismo Caleb, jóven prodigio de la academia de Aries, contra... Sam, estudiante de la academia de los Escorpianos!

No sé si en ese momento me volví pálido o negro, solo sé que no pude moverme. Ese tal Caleb me daba pavor. ¡Me iba a hacer pedazos, era obvio!

- ¡Ve por ellos! - Susurró Jaco, el chico Tauro de antes, dándome lo que él podía considerar un "empujoncito" cuando la verdad me hizo caer de lleno a la arena y dar un par de vueltas en el suelo antes de terminar con la cara abajo. Las carcajadas inundaron el lugar, me sentí más pequeño que antes, quise levantarme pero por alguna estúpida razón, mis pies fallaron y volví a caer de rodillas.

- Esto no irá bien... - Oí suspirar a Arián. - Si Caleb lo hace leña, Sergio, que sepas que es por la debilidad de tu academia, no porque mis discípulos sean unos bullies.

Sergio no le dijo nada por un momento.

- Tal vez Sam no es el chico más fuerte de la academia de los Escorpianos. De hecho, es una desgracia. Pero confío en que dará lo mejor de sí.

¿Me había defendido? ¡Mi maestro me había defendido! Me sentí realizado, al menos hasta que Caleb, de un salto, entró a la arena, y me miró desde arriba con aire de superioridad y arrogancia que daba miedo.

- ¡Listooooo, empiecen! - Gritó el comentarista.

- ¡LEVÁNTATEEE! - Gritó Caleb al tiempo que me tomaba de la chaqueta para lanzarme al aire, luego gritó. - ¡CINCO CARNEROS, CINCO DE FUEGO!

No pude reaccionar cuando un puño bañado en llamas y tan duro como las pezuñas de un carnero me dio de lleno en el estómago hasta hacerme volar a la pared de una gradería.

Estoy perdido. Es todo lo que pude pensar al verlo avanzar hacia mí.

Academia EscorpianaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora