Lágrimas del Cielo

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Las horas transcurrieron, en la casa de los Nara se encontraban todos los compañeros reunidos, había comida por doquier, nanadaime hokage aún no llegaba y casualmente el Uchiha tampoco. 

– Ne ¿Naruto no vendrá? – Preguntó Choji llevándose un trozo de carne, mordiéndolo sin miramientos. 

– Claro... Debe estar por llegar... – Respondió Shikamaru, dándose cuenta que ya estaban Hinata y sus dos hijos allí y Naruto nada que aparecía.

En eso Gaara se acercó al chico de cola alta – ¿No es extraño que Naruto no haya llegado si su familia ya está aq– 

– ¡Ha llegado nanadaime hokage-dattebayo! – Gritó el Rubio, levantando sus manos que sostenían bolsas llenas de dulces, comida y demás. 

– Hay que ver, Naruto no va a cambiar – Dijo Ino, negando con la cabeza. 

Todos voltearon y también vieron junto al hokage a Sasuke, impasible como siempre. 

– Adelante, hokage, está en su casa. – Dijo kiba entre burla.  

– Naruto, creí que no vendrías. – Dijo el pelirrojo, mirando al mencionado, mientras estaba sentando en la sala de los Nara, tomando té junto a Temari. 

– ¡Pero como no iba a venir! Si aquí esta mi familia-tteba – Expresó él, sentándose a lado de Shikamaru y Choji, metiendo manos en todos los platillos que se le atravesaban, estaba muerto de hambre. 

En eso salió Sarada de la nada y llamó a su padre.
– Pa ¿Mamá realmente se fue? – Preguntó muy triste. 

– ¿Así que ya se fue? – Dijo Sasuke, aún apoyado en el marco de la puerta. 

Sarada lo miró con los ojos vidriosos en busca de respuestas. Sasuke la miró y no supo qué decir, los ojos de su hija eran tan penetrantes y tristes que sintió el dolor que ella sentía. 

– Ella... ¿Fue por eso que se fue? – Preguntó, a punto de llorar. Al parecer nadie se daba cuenta de lo que sucedía entre ambos azabaches, a excepción de Naruto, que abandonó su comida desde el momento en que vio como sarada se acercó al Uchiha, el rubio se levantó y entonces se aproximó a ellos. 

– Disculpen... Sarada ¿Podemos hablar? – Cuestionó él, agachandose a su nivel. Ella sólo lo miró y una lágrima resbaló por su mejilla. Naruto no necesitó otra respuesta, la cargó entre sus brazos y salió de allí. A lo cual Hinata y por otro lado, Boruto se dieron cuenta. 

Mientras tanto el hokage y la pequeña se detuvieron exactamente en la torre del hokage, Sarada se mordía el labio inferior, evitando llorar.  Naruto la sentó en la baranda del balcón y él preguntó:

– ¿Sakura-chan se fue? – ella sólo lo miró, asintió y comenzó a llorar. Naruto la abrazó, su corazón se fracturó al escuchar el llanto de la pequeña.  

– Ni siquiera se despidió... – dijo en un sollozo. El rubio abrió sus ojos de par en par, no era posible... Se fue así ¿sin más? Vaya... Debía medir muy bien que decirle. 

– Bueno Sarada... Lo que sucedió fue que... Bueno... Sasuke y yo hablamos con ella y pues... Dijimos lo que ella sabía... Entonces decidió irse de viaje por un tiempo, pues debía canalizar muchas cosas. Sin embargo, ella quería llevarte, a lo cual Sasuke se impuso, no por nada egoísta, sino por tu bienestar. Ya que los exámenes estan próximos y pues queremos que tu estes en ellos. Sé bien que ella no quería ponerte a escoger, y que seguramente si se despedía tu ibas a preguntar-tteba, porque eres igual de arisca que tu papá... – Se burló, acariciando la cabeza de la pequeña. – Pero no te preocupes ella volverá pronto te lo aseguro-dattebayo. – Dijo de manera enérgica. La Uchiha aún con lágrimas en los ojos sonrió, entendido los motivos y entonces supo que era lo mejor.   

Kizuna |EDITANDO|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora