Capítulo 9

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Ya se me acabo la incapacidad, así que debo volver a la escuela ¡Yei! (Nótese el sarcasmo).

Ray me visitó todos los días, como se podrán imaginar, nos la pasamos viendo películas. Aprovechamos ese tiempo juntos y cuadremos la canción que íbamos a montar, al final nos decidimos por una ochentera (Mi papá nos convenció poniendo ojitos tiernos), así que haremos "Don't go breaking my heart".

Ray se ofreció a llevarme a la escuela, decía que usar el autobús con muletas sería muy incomodo y que no iba a dejar que caminara hasta la escuela. Así que cuando estaba a punto de salir, lo ví recostado contra el auto azul.

—Hola —Dijo— ¿Prefieres sentarte adelante o atrás?

Sonreí.

—Las Benditas muletas se van atrás, no quiero verlas hasta el colegio.

Sonrió y me ayudo a sentarme en el puesto del copiloto, tomo las muletas y las puso atrás, luego se sentó a mi lado.

—Gracias por llevarme —Dije.

—No ha de que —Dijo prendiendo el auto—. No dejaría que mi niña perdida se vuelva a perder.

* * *
¡Me duelen las axilas! Dios, las muletas están horribles. Encima debo moverme a mil por hora o llego tarde. Moverse con muletas ya es condenadamente difícil, encima tengo la mano esguinzada.

Llegue un poco tarde a Química (como se podrán imaginar, la profesora me fulminó con la mirada por eso).

—¿Estas bien? —me pregunto un chico que se sentó atrás mío.

Asentí sonriente.

—Que bueno —Dijo—. Estuviste increíble. Apuesto a que Michelle se hubiera estrellado de cara contra el piso. La forma en la que diste la voltereta y luego...

—¡Silencio allá atrás! —se quejo la profesora— Señorita Restrepo ¿Le gustaría resolver el ejercicio?

Gracias al cielo estaba prestando atención.

—Esta en el cuarto nivel de energía —Dije—, grupo 6A; porque tiene seis electrones de valencia.

El rostro de la maestra no tenía precio. Yo nunca hablaba en clase, pero entendía todo a la perfección.

—¿Cual sería su configuración electrónica? —Preguntó.

La verdad no sabía si era una pregunta general o para mi. Hice cálculos mentales en el aire y respondí. Otra vez, quedo estupefacta porque la niña de la pierna rota supo responder correctamente.

El resto de la clase me percate de algo. Al parecer era... ¿Como decirlo? Es raro, yo nunca era el centro de atención (En mi anterior escuela, ni siquiera cuando me partí el cuello parecían saber de mi existencia) y ahora me ganaba todas las miradas.

Era extraño ser el centro de atención. No me disgusta cuando es sobre un escenario, con un libreto o algo planeado. Pero en el diario vivir es diferente.

—¿Como sigue tu pierna? —me decían algunos.

—¡Fue increíble lo que hiciste el viernes! —Exclamaban otros.

Esta nueva atención era... extraña. Estoy casi segura de que acabará cuando vuelva a caminar sin las muletas.

—¿Que clase tienes ahora? —me preguntó el chico de química, sacándome de mis pensamientos.

—Educación física —Respondí.

Sonrió.

—Creo que no harás nada —Dijo.

Una Latina En USADonde viven las historias. Descúbrelo ahora