Capítulo 41

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He seguido ayudando en el entrenamiento al equipo. Cambiamos la canción, la coreografía e incluso el ambiente cambió. También he pensado en lo que dijo Stoll ¿Debería decirles?

—¡Perfecto! —Grito emocionada levantando los brazos.

El equipo de une a mi grito de emoción, bajan a las chicas que quedaron arriba y más de uno se apoya en las rodillas o se tira al piso para descansar. Me acerco a ellos sonriente.

—Estuvo increíble —Les digo—. Van a ganar las regionales.

—¿Van? —Pregunta Maggie, respirando con dificultad— Vamos. Tú ayudaste. Y mucho. Sin ti seguiríamos peleando por la anterior coreografía.

Sonrío agradecida, pero mi sonrisa desaparece en cuanto recuerdo que me iré. Maggie lo nota. El equipo lo nota.

—¿Qué ocurre? —Pregunta Maggie.

Suspiro.

—Nada, nada —Miento—. Bueno, pasa algo, pero no es grave. Se los diré en cuanto acabe la competencia.

No me creen, pero no me obligan a hablar.

¿De verdad voy a tener que dejar todo esto?

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Ray

Hoy son las regionales. Wen está tan nerviosa que casi olvida sus pastillas, benditas sean las alarmas del celular.

Pero, como seguramente ya se habrán imaginado, su madre fue muy clara en una cosa: No nos podemos ir hasta que la casa esté ordenada.

Su padre está limpiando la sala y el comedor, su mamá está en la cocina y, de alguna manera, yo estoy ayudando a Wen con el segundo piso.

Tienen el equipo de música conectado en el primer piso y se turnan para elegir canción que suena. Sus padres casi siempre ponen canciones viejas y en español que no entiendo.

—No te pierdes de mucho — Dice Wen —. Son canciones de despecho y de plancha.

No sé qué es la "música de plancha", pero al parecer la mamá de Wen le encanta. Le toca al padre de Wen elegir y pone una de rock en español. Wen sonríe apenas la oye y, el el coro, se va a la barandilla de las escaleras y la canta a todo pulmón con sus padres.

¡Unanse al baile! ¡De los que sobran! —Cierra un puño como si tuviera un micrófono y me señala —Nadie nos va a echar jamás. Nadie nos quiso ayudar de verdad. Lara-la.

Sólo entendí las ultimas tres sílabas.

Wen parece leer mis pensamientos porque se ríe y se acerca, me da un beso y vuelve a su cuatro a terminar de ordenar.

Unos minutos después, estamos en el auto camino a la competencia. Wen sigue tarareando la canción que puso su padre mientras ordenaban.

—¿Qué dice la canción? —Le pregunto.

Me traduce la canción, pero se detiene a la mitad de la oración y se queda viendo al vacío.

—Wen —Digo, le sacudo con suavidad el brazo—. Wendy.

Me orillo y detengo el auto. A Wen le toma unos minutos volver en sí. Cuando lo hace, me mira confundida.

Una Latina En USADonde viven las historias. Descúbrelo ahora