POV Riza
Estaba de pie, en medio de aquel callejón. Miré hacia el suelo; sangre. Estaba de pie, sobre un montón de mi propia sangre. Habían tan solo dos direcciones, luz y oscuridad.
Quería huir del lado oscuro, sentía un terrible dolor en mi cuerpo cada vez que retrocedía. Se sentía tan doloroso. Cada paso que daba lejos de él era un alivio. Me volví hacía el otro extremo, su luz blanca brillaba mucho. Me sentía atraída por ella. La sensación era casi indescriptible. No había dolor allí. No había sufrimiento. Todas mis angustias quedaba atrás.
Empecé a caminar hacia ella. Mis pasos resonaban a través del callejón. Con cada paso que daba, dentro de mi pecho, algo burbujeaba. Era como si mi corazón estuviera siendo elevado. La mejor manera que se me ocurre para describir la sensación, es la plenitud.
Al final divise una borrosa figura. Preparé mis puños para luchar. La última vez que vi a alguien en un callejón había terminado mal. No iba a correr ningún riesgo.
-Alto.-resono la voz en el callejón.-No estás lista para venir aquí. Da la vuelta.
Esa voz me resultaba extrañamente familiar. Me tomó por sorpresa. Abrí desmesuradamente los ojos.
-¿Hughes?.-pregunté temerosa.-¿Es usted?
No podía creerlo. Era él. Realmente era él. Estaba conmocionada, mi cuerpo no respondía. No le había visto desde hace tanto...
Su suspiro bloqueó mis pensamientos. No podía comprender nada de lo que estaba pasando. Estaba confundida. Él estaba muerto.-No puedo creer que sea usted...
-¡Vuelve!-dijo con voz fiera.-Ahora.
Su voz era diferente a como la recordaba. No tenía esa simpatía que lo caracterizaba. Ahora sonaba severa, seria, fría. Miré hacia atras, al final del callejón. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. No podía volver allí.
-¿Por qué querría volver allí?-le pregunté.
-Porque él está allí, tu vida sigue allí.
Él señaló al final de la oscuridad. Una luz se hizo presente y una imagen apareció. Era Roy en lo que parecía ser la sala de espera de un hospital. Armstrong estaba con él y además varios médicos.
No entiendo lo que eso significa.Roy gritaba, lloraba, y con fuerza empujó a algunos de los médicos que trataban de calmarlo. Incluso se debatía con el mayor Armstrong.
-Tráiganla de vuelta.-gritó tomando a uno de ellos del cuello de su bata.
Su cuerpo estaba temblando y se veía fuera de lugar. Mi mente trabajaba a mil por hora. No comprendía que sucedía, ni por qué Hughes me mostraba eso, o por qué me encontraba aquí. Entre dos senderos.
El coronel parecía incluso tener miedo, jamás lo había visto actuar de esa manera.
-No puedo perderla.-gritó.
La expresión de su rostro, sus ojos, cambió de la tristeza y rabia, a la desesperación. Al verlo en ese estado, recordé lo que había sucedido. Me trajo a mis sentidos. Me hizo darme cuenta de que yo estaba muriendo. Por eso sentía dolor al regresar a la penumbra.
De repente la imagen desapareció. Me di la vuelta y mire a Hughes.
-¿Sabes que él te ama, cierto?-dijo él.
Su voz ya no sonaba fría, su tono se había suavizado. Él siempre trataba de hacer sentía bien a la gente. Era como un pasatiempo para él.
-Lo digo en serio.-volvió a decir.-Y creo que tú también lo sabes.
Me extendió la mano, sonriendo. Yo estaba temblando. No sabía si aceptarla. No podía dejar a Roy con su culpa. Creía haberme perdido y me necesitaba. Casi tanto como yo lo necesitaba a él. No podía seguir negándome eso.
Me armé de valor y di media vuelta. Lo miré por sobre mi hombro.
-Gracias, Maes. De verdad.-le dije con sinceridad.
Miré al frente y justo cuando empezaba a caminar.
-Espera Hawkeye.-me llamó.
La amabilidad que recordaba en él había vuelto. Las palabras se ahogaron en su boca. Lanzó un suspiro entrecortado.
-¿Podrías...Le recordarías a Elicia quién era yo?-preguntó.-Siento que ella me ha empezado a olvidar. Y yo la amo tanto...la echo de menos y...no quiero que me olvide.
Agachó su rostro, pero aún así percibía sus lágrimas. Sentía una pena indescriptible. Cerré los ojos y asentí con una sonrisa.
-Por supuesto.-dije tiernamente. Eso lo reconfortó un poco.
Al despedirme, seguí mi camino. Probablemente no vería a Hughes hasta el día de mi muerte. Le di una última mirada y una lágrima escapó de mis ojos. Sabía que se encontraba bien, me encargaría de hablarle a su hija sobre la maravillosa persona que fue su padre.
Empecé a introducirme en la penumbra. El dolor se hacía presente, cada vez más fuerte con cada paso. El dolor era realmente insoportable. Tanto que ya no podía sostenerme en pie. Caí irremediablemente. Pero debía luchar contra esto. Traté de levantarme, pero fue inútil. Empecé a arrastrarse y grité de dolor.
Empezaba a abrirme paso en la oscuridad. Había encontrado una veta. Entonces todo de disolvió.
Las voces resonaban, estaba de vuelta.
-¿Debo informar su...
-No, alto. Sus signos son estables, mira.
-¡Increíble! Llama al doctor.
¡Oh! el hombre de la sala de espera se pondrá...-¡Alto! Dije que sus signos son estables, pero aún está muy delicada. No ha despertado.
Eso bastó para darme cuenta. Por alguna razón podía escucharlos, pero mi cuerpo no respondía. Ni siquiera podía abrir los ojos. Mi cabeza estaba a tope. Me sentía muy mal. Todo mi cuerpo dolía. El dolor era terrible, pero al menos estaba con vida. Eso era lo importante.
-Debemos introducirla al coma, y mantenerla bajo observación. No podemos permitir que se desestabilice.
-¿Doctor?
-Lo autorizo. No podemos darnos el lujo de perderla.
-Bien.
Por un momento no pude escuchar más. De repente me sentía más pesada que antes. Estaba por entregarme a los brazos de morfeo.
Estaba en mis manos el seguir luchando.Ahora debía luchar por mi vida. Debía luchar por Roy.
-Ella despertara cuando sea el momento.
Y en ese momento, supe que todo estaría bien. El dolor sería pasajero en un momento. Y luego todo valdría la pena.
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Llama eterna.
FanfictionLa historia se centra en la terminación del anime/manga. Roy y Riza siempre han tenido una relación muy especial e íntima, ambos sienten algo por el otro pero nunca han hablado de sus sentimientos, menos aún con las reglas de prohibición de las rela...