Llama eterna.

El secuestro

PVO Riza

Salí de la casa del Coronel bastante molesta. Él no puede ser tan idiota. ¿Cómo podría un hombre ser tan estúpido? Yo no me arrepiento de lo que dije. Él puede ser mi superior, pero eso no significa que él pueda hacer lo que quiera.

¿Era una especie de broma? Havoc quedó paralítico, yo casi muero, al igual que él. ¿Es eso lo que quiere recordar?

Aún con esos pensamientos en mí, seguí el camino a casa. Algo no andaba bien. Ya había pasado por ese callejón varias veces para llegar a mi apartamento pero esta vez se sentía...diferente. Era como si alguien me siguiera.

Cogí mi arma por protección. No había duda, alguien me observaba. Levanté la pistola al nivel de mis ojos.

-¿Quién anda ahí?-llamé a la oscuridad.-Muestrate.

Una vaga figura se extendía al final del callejón.

-Una chica joven fuerte y valiente.- ladró una voz.

-Usted vendrá conmigo.

Podía protegerme a mi misma.

-Me gustaría verte intentarlo-respondi y dispare a la oscuridad.

-Luchar no servirá. Aunque me gustaría armar una buena pelea.-esta vez la voz estaba detrás de mí.

Me voltee pero fui demasiado lenta. Mi atacante me quitó el arma de las manos y me inmovilizó en el suelo. Su fuerza brutal y destreza no me convenía.

-Es realmente una verguenza.-dijo burlonamente.-Hay cosas mucho más divertidas que me gustaría hacer con una mujer hermosa como tú.

Me habló al oído y rozó mi espalda. Lo único que pude pensar fue gritar.

-Ahora sí que la has cagado.

Tomó mi cabeza en sus manos y con fuerza me estrelló contra el suelo. Mi visión se tornaba borrosa y el mundo daba vueltas. Lo único que escuche antes de sucumbir a la oscuridad, fue un "dulces sueños nena".

Me desperté en un cuarto oscuro, estaba esposada a una tubería. Me dolía mucho la cabeza, probablemente una leve contusión. Empecé a analizar la situación. Estaba demasiado oscuro y húmedo.
Pasé una mano por mi frente, sangraba. La sangre surcaba mi rostro.

Luego, una luz cegadora iluminó la habitación. La puerta se abrió y mi captor entró.

-¡Genial! Empezaba a creer que estabas muerta.-dijo él.-Has estado inconsciente varias horas.

Una sonrisa se dibujó en su rostro.
¿Qué podría querer de mí?

-Te preguntarás por qué estas aquí-dijo leyendo mi mente.-Es bastante simple en realidad, necesito saber todo sobre Mustang y si haces eso no te haré daño.

Ahora entiendo todo. Ellos buscan que traicione a mi superior. Que traicione a Roy.

-Empieza a hablar-.ordenó. Yo no dije una palabra.-Dije...comienza a hablar.

Se aproximó aún más. Él no sabía que tenía una alta tolerancia al dolor, aún más después de Ishval.

La guerra había terminado, pero los recuerdos no. Lo que hice allí es imperdonable. Vi a un niño Isvalano en el suelo. Estaba muerto, y se aferraba a un oso de peluche. No lo podía dejar ahí, así que lo enterré.

-¿Un compañero caído?-dijo una voz detrás de mí. Roy.

No-contesté-es un niño Isvalano.