||C H A P T E R 4||

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CAPÍTULO 4

"Vuelta a la normalidad, ¿no?"

Minerva Owen

La tarde en el "parque de atracciones", que en verdad era una pequeña feria repleta de gente en el puerto, había sido magnífica. A mí me encantaban las atracciones de adrenalina, a Martijn también. Watse era el único al que le daban un poco de respeto -según él-, así que en la gran mayoría de cosas que daban demasiadas vueltas, se había quedado observándonos desde fuera.

Después de aquello comimos helado y finalmente me dejaron en casa a las ocho. Me habían dicho que irían a despedirnos bien al aeropuerto, así que tampoco se enrollaron mucho.

Era por la mañana del día que nos íbamos y había dormido fatal ya que no había conciliado demasiado el sueño, incluso a pesar de que Martijn me había cantado una nana, literalmente, por teléfono para que me durmiera y al final acabó por dormirse él.

Me metí un trozo de tostada en la boca en medio de un bostezo. Ya estaba vestida, tampoco me había demorado mucho. Llevaba una sudadera amplia gris, unos vaqueros y unas zapatillas cómodas. Mi pelo lo sujeté en un moño rápido y mal hecho.

Eran las siete y pronto nos iríamos al aeropuerto. Mamá estaba dejando las últimas cosas perfectamente ordenadas y por fin llamamos a un taxi y nos encaminamos hacia el lugar.

Echaría mucho de menos Ibiza, seamos sinceros, y todos sabíamos por qué.

Llegamos al aeropuerto y mi madre cogió dos cafés, uno para cada una. Estaba por dormirme en cualquier lado. Nos sentamos en las sillas de metal a esperar que informaran sobre nuestro vuelo, aún quedaba media hora para que llegara.

Apoyé la cabeza en el hombro de mi madre y en algún momento me quedé dormida.


Abrí los ojos lentamente y seguía en la posición en la que me había dormido. Pero ese hombro era diferente. Levanté la mirada y me encontré con unos ojos azulados que me miraban directamente. Sonreí al verle.

—Buenos días dormilona. —dijo Martijn sonriendo y pellizcándome los mofletes.

Me enderecé, bostecé y limpié una lágrima que se escapaba de mi ojo derecho debido al sueño.

—¿Cuánto queda...? —pregunté adormilada.

—Quince minutos.

Me desperté rápidamente buscando con la mirada a mi madre pero no la veía por ninguna parte.

—Está llegando, fue a comprar chuches para el camino con Watse.

Suspiré aliviada al verla acercarse con una bolsa repleta de porquerías junto al anteriormente nombrado y saludándonos desde lejos.

Nada más llegó hacia nosotros, se escuchó el aviso de nuestro vuelo. Un escalofrío recorrió todo mi cuerpo. Cerré los ojos pensando que podría escapar y no subirme al avión pero al recordar que era imposible los volví a abrir resoplando tristemente.

—Bueno, es hora. —dijo Martijn acercándose a mí. —Recuerda que hablaremos, es una promesa. —me abrazó acariciándome la espalda. —Pronto nos volveremos a ver, seguro. —esto último lo murmuró en mi oído. 

Nos separamos y me dirigí a Watse.

—Gracias por todo lo que habéis hecho por nosotras, en serio. —expresé con felicidad abrazándole también.

—Gracias por cuidar de mi hija y por absolutamente todo, tenemos una deuda pendiente. —dijo mi madre abrazándole también una vez yo ya me había separado.

COFFEE. |Martin Garrix|Where stories live. Discover now