||C H A P T E R 19||

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CAPÍTULO 19 | Maratón 2/x

"Helado y pizza"

Minerva Owen

Lo observé en silencio durante unos largos segundos, convenciéndome mentalmente de no besarle en ese mismo momento. ¿Desde cuando me estaba comportando yo de esa manera? Era irritante.

—Bueno, ahora mismo me tengo que ir con mi padre, me toca pasar la semana con él. —le aclaré mientras abría el portal y me adentraba al ascensor junto a él.

—¿Y esta tarde? ¿Quedamos en mi casa, te ayudo con los deberes y hablamos? —propuso y recordé mi plan con Kevin.

A ver, no iba a mentir. Me entusiasmaba bastante más la idea de pasar la tarde -aunque fuera hablando de cosas que no tenía ganas de tocar- con Martijn que con Kevin por razones obvias. Pero aún así, sentía que si esa tarde decidía quedarme con Martijn algo ocurriría, bueno o malo, lo que fuera, no quería saberlo. Y verdaderamente no perdía nada por darle una oportunidad a Kevin.

—Esta tarde estoy ocupada, ya he quedado. —contesté abriendo la puerta y dejando que Martijn la cerrara por mí. Me di la vuelta y le sonreí cálidamente señalándole el sofá. —Espérame aquí, ahora vuelvo.

Me hizo caso y se dejó caer en el sofá. Se le veía agotado, tenía unas ojeras que se le notaban más que de costumbre y su simple rostro transmitía cansancio. 

Después de todo lo que había sentido junto a él y de todo lo que había vuelto a sentir ahora que lo tenía a mi lado se me estaba haciendo demasiado difícil soportarlo, pero creo que le veía más futuro a algo con una persona normal, con una persona que tenía pocas probabilidades de tener un estilo de vida como el de Martijn como lo era Kevin, que él, que se pasa la vida viajando de un lugar a otro dando grandes fiestas con un montón de alcohol y chicas por en medio.

Ni si quiera sabía por qué estaba pensando en eso. Habían sido sólo unos besos y sentía que le estaba dando más importancia de la que se merecía, pero porque yo sabía que habían sido mucho más que sólo unos besos.

Y me dolía pensar así de él, de esa forma, pero era lo que me había demostrado y no sabía qué hacer con él, con el chico que estaba sentado en mi sofá en esos momentos.

Metí todo lo que tenía que meter en una maleta específica para cuando me iba con mi padre y mis cosas de mano en una mochilita pequeña. 

Respiré hondo una vez más. Inspirar, espirar. Bajé calmada por las escaleras pero mis pulsaciones se volvieron a acelerar al verlo allí sentado pasándose una mano por su pelo y enredándola en él. Me mordí el labio como si así mis sentimientos fueran a hacerse menos fuertes.

Al escucharme llegar abajo giró la cabeza aún con su mano en el pelo, levantándose y esta vez metiendo ambas en sus bolsillos.

—Déjame ayudarte. —dijo dirigiéndose a mí y quitándome de las manos la maleta.

—Mi padre me espera abajo. —murmuré mirando a mis pies para evitar su mirada si no quería que mis rodillas empezaran a flaquear.

Él suspiró y tuve que levantar mi cabeza cabizbaja para mirar sus ojos que parecían un maldito océano. Y tuve que esforzarme en no derretirme.

—¿Desde cuándo las cosas se han vuelto así? Tan... ¿Simples? —preguntó y alcé una ceja sorprendida.

—No sé, quizás desde cuando tú sin ser consciente de tus actos le atravesaste la garganta con la lengua a esa chica.

Él primero rió por mi comentario pero después se puso serio de nuevo, al igual que yo. Ambos estábamos frente a frente.

—Todo el mundo comete errores, me dirás que tú eres perfecta, ¿no?

COFFEE. |Martin Garrix|Where stories live. Discover now