||C H A P T E R 27||

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CAPÍTULO 27

"Dios cómo te odio"

Minerva Owen

Abrí mis ojos poco a poco encontrándome en la habitación de Martijn. Me di la vuelta sonriendo para esperar encontrármelo a mi lado pero no estaba. Mmh, ¿se habría decidido por hacerme él esta vez el desayuno? Entonces lo recordé. Me iba de vuelta a casa.

Me levanté de la cama y abandoné el cuarto para dirigirme a la cocina, pero no había rastro de él. Miré por el gran salón y tampoco estaba. Vale, me empezaba a asustar.

—¿Martijn? —llamé alzando un poco la voz. Nada. Caminé por la habitación hasta el recibidor y me asomé desde abajo para ver si conseguía ver algo de arriba, pero no pude hacer mucho. —¡Martijn! —volví a llamar esta vez gritando y seguía sin respuesta alguna.

Con el corazón latiendo a mil por hora me decidí por mirar en el piso de arriba, subiendo las escaleras de dos en dos. Cuando llegué miré primero a mi izquierda para ver si estaba en la terraza y tampoco había señal de él. Después una luz a mi derecha captó mi atención.

Giré mi cabeza con angustia y suspiré aliviada al ver que Martijn estaba sentado en su estudio, con los cascos puestos, moviendo su cabeza al ritmo de alguna canción.

Me acerqué a él tranquilizando mis pulsaciones mientras respiraba hondo, y cuando estuve detrás suya posé mis manos en sus hombros, haciendo que diera un saltito y se quitara los cascos rápidamente para mirarme inmediatamente. Resopló poniéndose una mano en el pecho cuando me vio.

—Dios, qué susto me has dado... —murmuró con la voz raspante y ronca y me estremecí ligeramente.

—¡Y tú a mí! Creí que te habías ido... —murmuré de vuelta inclinándome y rodeándole con mis brazos, hundiendo mi rostro en el hueco de su cuello.

Él acarició mi cabeza un rato y después me separé para mirarle. Tenía unas ojeras terribles y se notaba el cansancio en su rostro. Se percató de algo y abrió sus ojos como platos, observó un momento la pantalla de su móvil y después volvió a mirarme a mí.

—Nos vamos en una hora. —dijo clickeando unas cosas en su ordenador y mi respiración se cortó por un momento.

—¿Cómo que nos vamos...? —pregunté poniéndome a su lado recalcando el "nos". ¿Dónde nos íbamos? Mi vuelo salía en un par de horas, no podía perderlo. Él se limitó a sonreírme y a guiñarme un ojo mientras volvía a sus cosas. Le di un empujón y él rió. —¿Has madrugado para venir a producir? —fijé mi mirada en el programa en el que creaba canciones y él negó lentamente con la cabeza.

—Te llevé a la habitación porque te habías quedado dormida a mitad de la película, pero yo no podía dormir, así que me vine aquí y... En fin, se me ha pasado el tiempo volando y no he pegado ojo en toda la noche... —contestó levantándose cuando apagó el equipo, mirándome y bajando las escaleras, yo lo seguía desde atrás.

—Estás loco en serio. —añadí preocupándome de verdad por su salud.

—Oh créeme, me he pasado mucho más tiempo sin dormir. —replicó adentrándose en su habitación y quitándose la camiseta. Oh dios. Me di la vuelta jugueteando con mis manos porque si no sabía que me iba a poner nerviosa y no sería capaz de mantener una conversación normal y civilizada.

—Ya... —al fin y al cabo era verdad. Seguro que por su trabajo y por sus constantes viajes había perdido muchas horas de sueño y en verdad lo entendía.

—Hey, será mejor que te vayas vistiendo. —me pellizcó la cintura haciendo que me diera la vuelta para verle con otra camiseta negra puesta.

Asentí dudosa aún sin entender qué estaba pasando. Cogí la ropa que me pondría y me dirigí al baño. No me había dado cuenta de que mis latidos habían aumentado su ritmo levemente y me reí para mis adentros. Eso lo causaba Martijn.

COFFEE. |Martin Garrix|Where stories live. Discover now