||C H A P T E R 9||

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CAPÍTULO 9

"Nueva zorra DIGO amiga..."

Minerva Owen

No había dormido nada esa noche. Había parado la alarma antes de que sonara. Era la mañana del lunes, las seis. Estaba fresca pero muriéndome lentamente por dentro. Me sentía desanimada porque Martijn se iría esa mañana.

Me duché y salí del baño con una toalla enrollada por mi cuerpo y otra en el pelo.

Elegí la ropa que me pondría. Una camisa azul con un estampado de gaviotas blancas junto a unos vaqueros rotos por las rodillas negros y mis zapatillas blancas. Al vestirme, me miré en el espejo y vi la marca que tenía en el cuello, producida por Martijn. Sonreí. Por suerte nadie se había dado cuenta ya que la podía tapar fácilmente con mi pelo. En el momento en que me lo había hecho sentí cómo mi interior temblaba, y me asusté mucho por aquello.

Me solté el pelo, dejándolo secar naturalmente, y bajé a la cocina para desayunar junto a mi madre. No nos demoramos mucho, los chicos ya nos habían avisado de que estaban de camino, así que, yo cogí mi mochila y ella su bolso y salimos para ir hacia el aeropuerto.

Una vez estábamos allí, los busqué con la mirada, hasta que me encontré con un Martijn despeinado y despreocupado, con cara de zombie, observando y tecleando cosas en su móvil. Watse y Jordan que estaban a su lado, me saludaron y fuimos hacia ellos.

Mi madre, que no conocía a Jordan, lo saludó y ambos se presentaron. Martijn al notar mi voz levantó la mirada y sonrió, para después venir hacia mí y abrazarme como de costumbre en forma de saludo, un poco enrevesadamente, ya que tenía en el brazo su sudadera colgando.

—¿Quieres ir a tomar un café? —preguntó Martijn murmurando con una sonrisa cálida.

—Uf, yo y los cafés no nos llevamos bien, y tú lo sabes. —contesté riendo ligeramente recordando cómo nos conocimos. Él sonrió tiernamente. —Pero venga, vamos.

Mientras mi madre, Watse, Jordan y el resto del equipo de Martijn se quedaban hablando de sus cosas, él me llevó a la cafetería del aeropuerto y pedimos un par de cafés junto a galletitas, para después sentarnos en una mesa alejada de las personas que habían allí. Algunas de ellas tenían su mirada fija en Martijn y empezaba a inquietarme.

Estábamos sentados el uno en frente del otro, en una mesa que hacía esquina. Yo me había sentado en el lado que quedaba mirando a la pared y él en que miraba hacia el interior de la cafetería.

—¿Dónde vas ahora? —pregunté dándole un mordisco a la deliciosa galleta que servían.

—A Atenas. —abrí los ojos como platos, eso estaba lejísimos. —Sólo un día y una noche, después iré a París, más de lo mismo, Islandia, después Londres y por último un par de días libres a Amsterdam, con mi familia. —continuó y yo sonreí ante lo último.

—Me alegra que puedas pasar tiempo con tu familia. —respondí removiendo el café.

—Bueno, no es algo que me preocupe, pueden venir cuando quieran y me hacen compañía cuando me los llevo conmigo a mis shows. Mi hermana, mi madre, mi padre... Son estupendos. 

Sonrió jugando con su manos y yo lo miré dulcemente.

—Entonces pasará un tiempo hasta que nos podamos volver a ver... Esta semana ha sido... Espectacular. —solté murmurando.

—Podrías venirte conmigo. —Levanté la mirada perpleja y él rió ante mi reacción. —Es lo que hago cuando me siento solo, me llevo a mis amigos, familiares y eso conmigo. 

COFFEE. |Martin Garrix|Where stories live. Discover now