Tribu Scar.

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El navío llegó a embarcar entre dos grandes montañas, estas eran gigantescas y nevadas, había mucha neblina, apenas y se podía ver las luces del navío y los candelabros que portaba la tripulación del capitán Jhon, era áspera y oscura, la tripulación estaba cegada, no se veía nada y lo único que se lograba percibir era el sonido del viento soplando entre las altas montañas y el olor a sangre en el ambiente, daba mala espina, sin decir que el viejo Falcón era un descendiente de las tribus Norteamericanas según el viejo Ryoko, ¿que tan brutal podría ser?.

Un instante de puro silencio, el soplido del viento y el aroma que susurraba muerte, un silbido tan poco predecible, tan tenue y elegante como el canto de una ave majestuosa, como aquellas que habitaban en las grandes praderas y bosques dentro de Zegna, relleno el ambiente, era raro ya que fuera de los muros no existían los animales, la poca vegetación era incomestible, esto no alimentaba a los herbívoros, y al no existir estos, los carnívoros se extinguieron, solo los humanos, el virus que se adapta a cualquier medio y ecosistema sobrevivió, nadie sabe como, ¿comida enlatada?, ¿deshidratada?, ¿o tal vez encontramos la forma de alimentarnos de las plantas mortíferas y las bestias peligrosas que habitaban las tierras olvidadas?, quien sabe. Todo esto no fue por voluntad de los Dioses, los dioses no existen en estos lugares, son meros ídolos creados por los sobrevivientes, han habido diferentes dioses a lo largo de la vida, pero ahora no quedan mas que ídolos, Aries, Miller, Henry, la familia Ryoko... los Espectros, son los dioses del nuevo mundo, las personas a las que los normales le rinden culto, somos la nueva esperanza de la vida, sólo quedamos nosotros.

-Tiren las armas, ¿quienes son y que quieren?- preguntó una voz ronca a través de las montañas.
-Ellos son los enviados de Nipón Island, yo soy el Capitán Jhon Cormac y esta es mi tripulación- respondió el capitán soltando sus armas y posicionándose en la cubierta del navío.
-A ti te conozco Capitán, tuve el honor de conocer a tu padre, un gran hombre, pero no puedo decir mucho de ti que te convertiste en un corsario sin honor que mata por un poco de comida. Este lugar no es para cobardes, quienes peleen por la vida de los débiles serán bienvenidos, no hay lugar para soberbios en mis tierras- dijo la voz misteriosa, sonaba un tanto desconfiada, ¿que es lo que paso por estas tierras?.
Al terminar esas palabras finales un gran tablón de roble creo un puente entre el navío y una cueva entre las montañas que se rebelo al momento que se encendieron varias antorchas en la entrada de esta.

Varios hombres con grandes abrigos y mascaras de animales salieron de dentro de la cueva, portaban inmensos escudos de bronce y metal, y fuertes lanzas, algunos llevaban arcos y estaban preparados para cualquier movimiento brusco.
-Como dijo mi padre, los únicos que estén dispuestos a proteger a los débiles me seguirán, los demás regresen en su navío al lugar de donde provienen- esas palabras provenían de una extraña figura, parecía ser una mujer, sin embargo la mascara saturaba su voz y no se distinguía, al igual que los demás portaba un gran abrigo, pero a diferencia tenia solo una simple espada en la cintura y un gran lobo blanco a su lado, era enorme, pero lo mas inquietante, ¿donde lo obtuvo?, ¿porque ella tiene un animal que se supone no debería de existir?. No le di mucha importancia, tenía una cosa que hacer, no pensaba quemarme la cabeza pensando de donde lo saco, y seria descortés preguntarlo, así que simplemente tome mis espadas de la cubierta del navío, las coloque en mi espalda y camine hacia aquella persona, todos estaban paralizados, el miedo se notaba en sus cuerpos, ¿hice algo mal?.

-No sé si eres valiente o eres idiota, o ambos, me agrada tu personalidad, debes ser el líder ¿no?, si es así trae a tus subordinados, yo les mostrare el camino- siendo sincero no sé a que se refería, pareciera como si se estuviese burlando de mi del otro lado de la mascara, en fin, tendré que seguirle el juego hasta saber quien es y que quiere, los demás deberían de venir, aunque parecen estar bastante asustados, después de todo, soy el único con armas.

Cruzamos una gran cueva, era oscura, estaba helada y nos causaba inseguridad que los nativos de ese lugar nos llevaran rodeados como impidiendo que hiciéramos algo en falso.
Veíamos una luz, desconocía hacia donde íbamos y la identidad de la persona que nos guiaba, sólo sabia que podríamos confiar en ese guía, algo me lo decía, pero sin importar cuanto esfuerzo pusiera en pensarlo no sabia que era aquello que me llevaba a confiar ciegamente.
-Bienvenidos a la Aldea de la tribu, nosotros somos la Tribu Scar, mi padre es el líder, Eliot Thunder, lo pueden llamar Falcón, así lo llaman todos, yo soy Lii Thunder, mucho gusto, Phoenix Azrael de las tribus del oriente- no entendía muy bien lo que pasaba, ¿como sabía de mi?, en fin, ahora hay algo que debemos terminar.
Las casas no eran mucho, simples cabañas con lo mínimo para poder sobrevivir, Minji y Elizabeth no están acostumbradas a esta vida, siempre vivieron en lujos y se criaron en las mejores familias, ¿podrían acostumbrarse a esta vida algún día?, ahora somos solitarios, marginados, revolucionarios, terroristas, liberadores, monstruos, dioses, demonios, cada quien nos da el papel que quiere, todos tienen sus puntos de vista, nosotros somos solo asesinos, nada mas que eso.

A media noche el golpeteo de una rama me despertó, era un sonido desesperante, no lo soportaba, me levante adormilado a mirar que provocaba ese ruido, entre el frío, la neblina y la poca luz de la noche vi una silueta que me llamaba con señas, quizás debía de seguirla, quizás no, había oído rumores de criaturas que llaman a las personas a lo profundo del bosque para devorarlas, pero algo me decía que esa figura era humana, una mujer. Tome mis espadas y mi abrigo y salí corriendo hacia donde estaba, ella comenzó a avanzar, era rápida y parecía estar demasiado familiarizada con el bosque, en cuestión de segundos trepo un árbol y siguió corriendo entre las ramas, de pronto deje de verla, entre la neblina se oían ruidos y pisadas, aunque no eran humanas, ¿una bestia peligrosa?, ¿o quizás alguno de esos monstruos?, la duda invadía mi cuerpo, no sentía temor, solo, me sentía débil hacia cualquier cosa que pudiera atacarme. Todo fue una falsa alarma, la niebla se despejo un poco y entonces lo vi, era el lobo de aquella enmascarada hija de Falcón, si él esta aquí, entonces ella es a quien venia siguiendo, el lobo era de un blanco hermoso, tan grande que llegaba a mi tórax, quizás es muy grande para ser un animal común, sus ojos eran de un azul puro, un animal de raza, al acercarse a mi logre notar que su pelaje era suave, sedoso, y lleno de vida, podría acariciarlo todo el tiempo y siempre pensaría que es genial, nunca había sentido algo así.
-Nunca se acerca a nadie además de a mi- simplemente la mujer mas hermosa que haya visto, ¿en verdad era ella la mujer tras la mascara?. La luz de la luna iluminaba su cabello, era rosa, ¿estaba teñido o era su color natural?, da igual, era bello, su piel era tan blanca como la nieve que cubría las montañas, tan blanca como yo, aunque Falcón fuera de piel morena ella era demasiado blanca, sus ojos eran azules como las joyas del collar que portaba, ella es real, estaba ahí justo frente a mi, sonriendo, sujetando sus manos por detrás de su espalda, esa fue la primera vez que la vi, siendo sincero, conociendo a una mujer como ella, te da por no querer conocer a nadie mas.

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