Apocalypse.

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Era bastante temprano, aun se veía la noche desvanecerse mientras el sol aparecía en el horizonte, la gente comía y bebía como si se tratase de una fiesta... la fiesta del fin del mundo. Los científicos arreglaban cada detalle del dispositivo de lanzamiento, los propulsores y controles de las naves, los controles de la estación, incluso calibraban el desempeño de las maquinarias internas de las naves, mientras que algunos voluntarios metían comida y agua en los almacenes, semillas para plantíos, tierra fértil, especies puras de animales, todo en una combinación que me recordó a aquel relato antiguo sobre "El Arca de Noe", una historia religiosa del antiguo mundo que narra como un elegido de dios es salvado por un arca junto a todas las especies animales, una pareja de cada especie, sin embargo esta "arca" solo salvara humanos y algunas especies animales de crianza, gallinas, pavos, vacas, cerdos, entre otros tipos, parecería que todo es perfecto, que no pasará nada, pero tengo un mal presentimiento sobre lo que pasará, en esta vida no todo es amor, no todo es paz, el ser humano fue creado para librar guerras, ante los ojos de los precursores, de los Prometeos, solo son herramientas, y los Espectros... solo somos armas, capaces de acabar esta guerra y empezar una epoca de paz.
Tras horas y horas de preparativos al fin estábamos listos para partir, mis presentimientos fueron en vano ya que no había pasado nada en aproximadamente diez horas de arduo trabajo, todo estaba yendo perfectamente, más de lo que quisiera.
Mis amigos y yo estuvimos contando cosas que pasaron durante todo el viaje, les presente a Aria, Lii y Elizabeth no parecian muy contentas, sin embargo no paso mucho para que todos se llevarán bien, los hombres ayudamos en la carga de suministros, más que ayudar solo fuimos a ver quien era más fuerte y más rápido, obviamente termine ganando, por algo me expulsaron del juego. Vague por ahí, ayudando a algunos Espectros que no controlaban los impulsos del suero, todos se preguntaban "¿Porqué evacuar humanos, si el futuro somos los espectros?", la respuesta era sencilla, la mitad de los humanos evacuados eran científicos, historiadores, granjeros, arquitectos y profesores, personas que ayudarían a regir la civilización, el nuevo mundo, y la otra mitad eran niños, pequeños y pequeñas que no han vivido lo suficiente, que tienen la oportunidad de vivir en el inicio de todo y ser personas de bien, personas que no serán enfermadas por el virus que fue y es ahora la humanidad... ahora que lo recuerdo... mañana será año nuevo... "Nuevo Año, Nueva Vida".

Llego la hora del abordaje, todos estaban preparados, estaba de mas poner a los espectros más poderosos como guardas de las naves fe evacuación, Lii en el pabellón A: A cargo del abordaje de niños y los pequeños Espectros, Minji en el B: Recibiendo a los hombres y mujeres que apoyarán nuestro futuro, y yo en el C: Asegurando la zona donde Oldhus, Zegna, Aria, y los espectros mayores, mis amigos y mi familia se quedarían.
Personas religiosas que llegaron al lugar llamaron a Mercury como si fuera el elegido para salvar a la humanidad, lo vistieron con ropajes dignos de un gran dios, bañados en oro y bordados a mano por las mejores costureras de Nipón Island, y sentado en un trono de oro mientras cantaban y oraban por las almas malditas del mundo, el fruto estaba en un lugar al centro de el area de despegue, Mercury caminará hacia él, y cuando las naves dejen de ser visibles, lo tocara para así por fin terminar con esto que enferma a la tierra e iniciar con la nueva vida.
Aun estoy en desacuerdo con todo esto de sacrificar a Mercury, pero solo soy yo, no puedo protestar.

—¡El demonio!, ¡El demonio!- los cánticos y las oraciones se convirtieron en gritos de terror y agonía, ya que alguien había avistado algo parecido a una bestia peligrosa y que un religioso lo comparó con un demonio.
—¡¿Que demonios?!, ¿De que hablan?, ¿A donde se fue?- dije desesperado, todos habían abordado sus naves, pero el operador que debía atender en despegarlas no estaba en la cabina donde debía estar.
—El demonio se lo llevo, lo vi con mis ojos, ¡EL NO QUIERE QUE EL MUNDO SEA SALV...!- lo vi con mis propios ojos, vi como ese enorme dragón destrozo con sus enormes garras al religioso que gritaba eufórico.
No había duda, por mucho que tardo, El Inmortal había llegado.
—Veamos por aquí, tres gigantescas naves, llenas de esperanzas vanas y porquerías humanas, dos viejos amigos que me negaron mi derecho de vida encerrandome en una prisión si comida ni agua, y un hijo vástago que volvió solo para ver como su padre destruye todo por lo que ha luchado- su voz era gigantesca, las miradas de todos temblaban, Mercury estaba perplejo, los religiosos corrían y corrían lejos de él, uno tuvo la grandiosa idea de hacer despegar las naves, justo antes de que el gigantesco dragón usara su cola para destrozarlo junto con la cabina, las naves comenzaron a despegar, y yo aun no abordaba, pero le jure a Aria que daría mi vida por proteger la misión, si esa inmensa bola de escamas intentaba hacer algo, era mi deber destrozarle los brazos para que no sujete las naves, cortarle los pies para que no salte hacia ellas, y arrancarle la cabeza para que no logre quemarlos, o al menos moriría en el intento.

Zegna me había regalado un nuevo par de espadas antes de que abordará la nave, me dijo "Utiliza esto solo para defender la vida de mi hija, tu futura esposa", y eso es lo que haré. Al momento en que desenfunde mis espadas él me miro, sus ojos ardían, las naves comenzaban a agitar la tierra, Mercury me miraba como si estuviera listo para fusionarse a mi, pero él tenía una tarea más importante, acabar con todo esto. El Inmortal utilizo la fuerza de sus patas para impulsarse hacia las naves, y yo arremeti contra él directamente hacia su cabeza haciéndolo retroceder, era obvio que mi fuerza no fue la que actuó, cuando mire bien, las espadas parecían estar hechas del mismo material que el templo de Zegna, indestructible, fuerte y resistente, ella sabía que tendría que luchar contra mi padre, el demonio temido por mucho tiempo, el mismo que hizo temblar a los Prometeos.
—¡¿Cómo has osado levantar tus espadas contra mi?!- sus ojos estallaron de furia, incluso logre ver como desprendía vapor de sus fosas nasales.
Y entonces arremetió contra mi, se impulso y se dejo llevar como un animal enfurecido contra mi, mi objetivo era alejarlo de Mercury y las naves, así que use parte de mi fuerza para correr a gran velocidad hacia él para hacer un bateo perfecto, y mandarlo tan lejos como podía, tras un fuerte golpe mi plan funcionó, el gigantesco dragón que a mi parecer era tan grande como una montaña, salio disparado hacia el desierto, sentí una fuerza poderosa, casi inimaginable, que me hizo correr tan rápido como un rayo, siendo así capaz de arremeter contra el dragón una vez más en la cara antes de que tocara el suelo, rompiendo sus grandes cuernos y rasgando uno de sus ojos. Una fuerza proveniente de él me hizo retroceder, me sentía poderoso, pelear mano a mano contra un dragón, no podía utilizar el Fire Scar ya que Mercury no estaba a mi lado, aun recuerdo aquel sueño dónde asesine a todos con él, así que no lo usaría aunque pudiera, las naves por fin dejaron la tierra, y comenzaban a subir por los cielos, Mercury comenzó a caminar hacia el fruto, el dragón estaba enterrado en la arena del desierto, sin poder hacer nada, escuchaba como Aria gritaba que subiera a la nave antes que se alejarán más, así que corrí a máxima velocidad y salte tan alto como pude... pero no todo es felicidad y paz, al alcanzar la entrada de la nave, al mirar abajo, vi como el dragón desprendía grandes alas de su cuerpo, y se preparaba para tirar a volar, con sus grandes patas traseras y sus poderosas alas salio desplegando un gran grito maldiciendome por lo que había hecho.
A medida que el dragón se acercaba a la nave, mis manos soltaban las de Aria.
—Lo siento, pero debo hacerlo o moriremos todos- bese a Aria y me lance en picada directamente hacia las alas del enorme reptil, fue un golpe fuerte cuando mis espadas atravesaron el ala derecha y el dragón por inercia se volvió al suelo a máxima velocidad, ambos cayendo sin control a punto de estrellarnos contra el suelo.
Mis brazos quedaron destrozados tras alcanzar tierra, las espadas estaban encajadas en un manto blanco, el cual cubría la cabeza de un hombre, el viento generado por el mismo desierto me dio a ver a un hombre blanco, de cabello rojizo y ojos grises, plateados, como los míos, una sonrisa hermosa, digna de un padre orgulloso, tenia una herida en su ojo izquierdo, la misma que le hice al dragón, su mano derecha sujetaba mi cabeza contra su pecho, como si al momento del impacto el fue quien salvo mi vida amortiguando el golpe, con su buen ojo me miraba.
—Mírate hijo, ese cabello, esa cara, eres idéntico a tu madre, a excepción de los ojos, plateados como el acero y llenos de furia y sufrimiento, esos ojos son como los míos, ¿ves esas naves?, es tu esfuerzo convertido en realidad, salvaste a todos, y me derrotaste, algo que ni siquiera la poderosa Zegna pudo hacer, estoy orgulloso de ti, aunque sea por un momento, dejame ser un padre lleno de orgullo por su hijo, pequeño- me tomo con ambos brazos, me apretó tan fuerte a su pecho que pude sentir como su corazón iba cada vez más y más lento, las naves ya eran solo recuerdo, y lo último que vi estando pegado a los brazos de mi verdadero padre, fue aquella luz que venía del centro de despegue, tan cálida, tan acogedora, la luz del final.

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