Era viernes. Faltaban un poco más de 24 horas para que comenzara el desfile y Jean la había citado media hora antes que a las demás porque quería hablar con ella sobre "un asunto de vida o muerte". Aunque conociendo a Jean y su exageración desmedida, ese asunto sería no saber qué prenda ponerle a sus chiguaguas para el desfile. Así que ahí estaba Dakota, pegando en la puerta del camerino de Jean con la cara recién lavada y los ojos hinchados, fruto de haber dormido más de doce horas.
- Si eres Dakota pasa; si no, fuera de mi vista.
- Menudo buen humor. –susurró Dakota mientras abría la puerta
- ¡Dakota! ¡Querida! –gritó Jean cuando vio su reflejo en el espejo
Desde luego, la apariencia de Jean en esos momentos no era un desperdicio y cualquier periodista de la prensa rosa se moriría por pillarlo de esa manera. Llevaba un albornoz aterciopelado rosa bebé con la letra inicial de su nombre bordada en el lado izquierdo, cerca del corazón, en color blanco. A ese magnífico atuendo lo acompañaba con una mascarilla blanquecina repartida por la cara y un gorro de ducha transparente tapándole el pelo. Era de todo menos una situación seria y si no fuera porque conoce el carácter enfadadizo de Jean, Dakota se hubiera descojonado en su cara.
- Perdona por recibirte con estas pintas, pero no me ha dado tiempo a echarme la mascarilla en casa y la necesito para estar mañana espléndido.
- No te preocupes. –Dakota le toca el hombro y desvía la mirada para evitar reírse delante de él
- No sé si es ese pantalón o que tu nuevo novio te da demasiado sexo, pero estás más delgada.
- No es mi novio y no estoy más delgada. Bastante coñazo me das ya para que me mantenga en mi peso como para ir adelgazando a tus espaldas, que tus charletas me deprimen.
- Mejor. Porque no quiero que en la prueba de vestuario de hoy haya que cogerte más de anchura.
- No. ¡Dime! ¿Qué querías? Porque no creo que sea para regañarme por mi peso.
- Ay, Dakota. –suspira –¿Por qué no me vas limpiando la cara con esa esponja mientras te cuento?
- ¿Tengo otra opción?
- No. A ver tengo tres cosas que decirte. Empiezo por las más simples, ¿vale?
- Vale.
Dakota se calla y se remanga la camiseta para así poder mojar y secar la esponja y quitarle la mascarilla a Jean sin problemas. Cada día lo tiene más claro: la confianza da asco.
- Número uno: me ha llamado la organizadora de la fiesta para decirme que ha tenido problemas con la fuente de hielo, ¿te lo puedes creer? A un día de la fiesta.
- Te dije que tenías que habermelo dejado a mí. –le pasa la esponja por la frente despacio y la enjuaga
- En segundo lugar, no sé qué hacer con mis amores, porque el hotel en el que se hospedan mis padres no los deja quedarse con mascotas, y a la fiesta no pueden venirse, porque yo pienso emborracharme y salir al día siguiente en la prensa por mi desmadre. ¿Ideas?
- ¿Por qué no contratas a un spa para mascotas? Alguien de tu familia puede llevarlos después del desfile y tú puedes recogerlos al día siguiente. Además, no van a tener miedo ni te van a extrañar porque van a estar juntos.
- ¿Te he dicho alguna vez que eres increíble?
- En las últimas semanas muchas veces. –le guiña un ojo y le limpia las mejillas. –¿Lo último qué es?
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SAME OLD LOVE
RomanceLa mañana en la que la que los caminos de Dakota Moore y Lucas Lewis se separaron era triste, fría y oscura, y al igual que el clima, sus caminos cambiaron de ser de rosas a ser de espinas. Sin embargo, a pesar del odio que uno al otro se profesan...