El domingo se levantó de la cama con ganas de morirse porque la despertó Ethan, llamando al timbre de su puerta con Violeta cogida de la mano. ¿La razón? Ambos querían que Dakota les acompañara al zoológico. Violeta quería ver a los animales y Ethan se había tomado un antibiótico que le había devuelto la vida para poder complacer a su dulce sobrina. ¿Su respuesta? No. No podía irse de casa tras el mensaje de Alan. ¿Y si aparecía Lucas hoy y ella no estaba en casa? Nunca se lo perdonaría.
Lucas no apareció el domingo, ni tampoco el lunes ni el martes ni el miércoles. Tampoco hubo respuesta a sus "formas restantes de cómo conquistarlo". El domingo dejó en su puerta una nueva caja pequeña que contenía una pulsera con las ondas del sonido que forman las palabras "Lucas y Dakota" talladas en madera. Además, venía acompañada de una nota explicativa de lo que la pulsera significaba. El lunes fue el turno de una cámara instantánea para "capturar los futuros momentos que paremos juntos", o eso fue lo que escribió Dakota en la carta adjunta.
Por su cabeza pasaron todo tipo de excusas por las que Lucas no pudo acercarse a su casa el domingo ni el lunes, aunque realmente sabía que no había ninguna excusa. Los días pasaban y la frustración y desilusión ocupaban tres cuartas partes de su corazón y mente.El martes se levantó de nuevo positiva, ocultando el llanto que le había permitido desahogarse la noche anterior con maquillaje. Los tres últimos obsequios que le quedaban por entregarle eran muy especiales, o al menos eso pensaba ella. Así pues, le dio al propio guarda de su casa una cajita minúscula. El guarda la recibía con una sonrisa y ya, incluso le preguntaba por su salud y vida. Habían empezado a forjar una relación de mensajero–emisor. Esta vez la caja no tenía notas explicativas ni citas famosas. Simplemente, el anillo de compromiso que llevó Mary Louise y que ella misma le entregó el día que fue a verla en la habitación de Lucas, demostrando, una vez más, la aprobación y cariño de estos hacia ella.
El miércoles se llevó la mayor decepción de su vida. En el descanso de su trabajo se acercó a Lewis Enterprises derrapando en las curvas, saltándose los semáforos para poder volver a tiempo para el juicio que tenía que defender. Subió a la quinta planta en el mismo ascensor que solía coger todos los días cuando ella trabajaba allí y le pidió a Claire, entre abrazos, que le entregara a Lucas personalmente un sobre que le dio. El sobre contenía la dirección, hora y número de habitación de un hotel en el que lo estaría esperando con una noche romántica preparada. No apareció, y Dakota volvió a casa conduciendo a las dos de la mañana, tras haberse bebido una botella de champán casi completa. Había logrado destrozarla, y su cama y almohada, resultaron ser las mejores terapias contra decepciones amorosas.
A penas durmió esa noche, y si lo hizo, fue gracias al cansancio que le había provocado el llorar.
El jueves era el día 10. Sin embargo, no envió nada. Se levantó, se duchó, se tomó un café bien cargado y le notificó a su jefe que llegaría más tarde a la oficina por una cita médica. Mintió obviamente. Se montó en su mini con un vestido ajustado negro que marcaba su delgadez, más pronunciada gracias a los recientes acontecimientos, y se dirigió a Lewis Enterprises, dispuesta a pedir explicaciones. Se acabó la Dakota comprensiva y tranquila. Aparcó frente a la puerta, en zona azul sin importarle no sacar ticket para evitar una multa y atravesó el hall de entrada pisando fuerte, tanto que sus pasos hacían vibrar el suelo. Se metió en el ascensor, con el ceño fruncido y un fuego interior capaz de matar con un simple contacto visual.
—¡Dakota! –gritó Claire cuando pasó por su lado sin apartar la vista de su objetivo: el despacho de Lucas. –¿Dónde vas?
Dakota ignoró sus palabras y entró en el despacho de Lucas, cerrando de un portazo. Pero no había nadie. El despacho estaba vacío.
—Dakota. Lucas no está en la ciudad. –le dijo Claire, que había entrado en el despacho detrás de ella.
Dakota se dio la vuelta, mirándola con cara de asesina tras lo que había dicho. Cogió aire, focalizando su mirada en el escritorio de Lucas, y entró en acción. Gritó un «Ahhhhhhhhhh » más propio del Rey León que de una persona mientras se abalanzaba sobre el escritorio y tiraba todas las cosas al suelo moviendo las manos de derecha a izquierda.
—¡Dakota para! –Claire la abrazó por la espalda, dejando inmóvil sus manos. Su respiración iba a mil por hora.
Se deshizo de los brazos de Claire y salió del despacho, y del edificio. Entró en su coche, apoyó la cabeza en el volante. Lloró. Mucho. Definitivamente Lucas había conseguido asemejarse a Harry Potter, solo que él no tendría la marca de un rayo, sino del odio e indiferencia de Voldemort, alias Dakota Moore. Arrancó el coche y condujo a casa de Sophie a ritmo de Unfaithful de Rihanna, con el ánimo por los suelos. Paró la música y llamó a su jefe, diciéndole que se había alargado su cita médica y tendría que cogerse el día libre por asuntos personales. Tuvo que hacer un esfuerzo sobrehumano para recomponer su voz y disimular el trauma por el que estaba pasando.
Tocó con toques muy seguidos en la puerta de Sophie, a lo que ella contestó con diez veces seguidas "¡Voooy!". No hizo falta que Dakota y ella intercambiaran palabras, porque nada más abrir la puerta, Dakota se echó a llorar en sus brazos. Se tumbó en el sofá mientras Sophie le preparaba una tila que la calmara, a la vez que le iba contando poco a poco, y detalladamente, todo lo que le había ocurrido en los últimos diez días.
— Un hombre que no cumple su palabra y no sabe valorar el esfuerzo de la mujer de la que supuestamente está enamorado, no se le puede llamar hombre, y mucho menos, se merece tu amor, querida. –eso fue lo último que escuchó decir a Sophie antes de cerrar los ojos y dejarse llevar por el abrazo de Morfeo.
Mientras avanzaban los días centrados en recuperar a Lucas, también lo hacía su fiesta de cumpleaños, que tendría lugar el sábado a las diez de la noche y que estaba destinada a ser todo un éxito, o un fracaso, visto lo visto. La wedding planner le había estado mandando fotos de cada elección de decoración que hacía, además de ser la encargada de contactar con un catering especializado. El vestido aún no lo había visto porque Jean era el encargado de hacérselo, y le dijo que no se lo enseñaría hasta el viernes, o sea, mañana, para impedir así que pudiera echarse atrás y llevar otro vestido de otro diseñador, algo que estaría muy mal a hacer ya que él la lanzó a la fama de modelo. En definitiva, aun faltaban muchas cosas por hacer, y su ánimo, por desgracia, no iba a ayudar mucho.
***
—¿Se puede saber que coño te pasa? ¿Por qué no me dijiste que le has alquilado la casa a Dakota, Alan? –Lucas está enfurecido, tanto que ha dado un golpe a la mesa de su hermano gracias al enfado. Se ha enterado por tercera personas de la noticia y no le ha sentado nada bien. La prueba puede verse en que ha viajado de un estado a otro solo para enfrentarse a su hermano
—¿Qué querías que te dijera Lucas? "Hola Lucas, sé que me has pedido quinientas veces que no te mencione a Dakota, es más, sé que a veces tienes insomnio porque no puedes dejar de pensar de ella y tu puto orgullo te está matando, pero eh, que le he alquilado la casa"
—Debería haber estado informado. Esa casa es mía.
—Te equivocas Lucas. Es mía. Tu me la regalaste, ¿recuerdas? De todas maneras, ¿que pretendes conseguir con esto? ¿Vas a hacerme echar a Dakota de ahí?
—¡Por supuesto que no! ¿Pero que tonterías dices? –se recompone y da vueltas por el despacho de su hermano con las manos metidas en los bolsillos.
—¿Entonces...? ¿Hubieras ido a verla si te lo hubiera dicho? ¿Habrías ido allí para luchar por ella?
— Eso no tiene nada que ver.
—Sí, si tiene, porque estoy HARTO de salvarte la espalda. No soy tu ángel de la guardia, Lucas. Y eres lo suficientemente mayor como para recapacitar y aclarar tus ideas porque la gente no va a esperarte a que decidas dar un paso eternamente. –acto seguido, Alan coge una carpeta y se marcha de su propio despacho. Tiene una reunión.Lucas da un nuevo puñetazo a la pared y baja a su despacho, donde Claire le recibe con los ojos muy abiertos.
—Claire, no quiero que me pases ni una llamada, ni una visita. –al igual que Dakota, no la mira. Se dirige directamente hacia el interior de su despacho.
—Señor... –no logra decir nada más, los gritos de Lucas la interrumpen
—¿Pero quién coño ha hecho esto? –Lucas se lleva las manos a la cabeza, y se acerca a su escritorio saltando todos los folios, bolígrafos y enseres que tenía encima de este. –Claire, ¿quién coño ha entrado aquí y como ha conseguido hacer esto? – su voz retumba en toda la planta
—Ha sido Dakota, señor.Comtinuará...
Lunes. 24:00 horas. Martes. Y como cada martes, un nuevo capítulo corto. Espero que lo disfrutéis.
Dadle a la estrellita, pasad la novela y COMENTAD.
¡Nos leemos pronto!
PD: Bienvenidos/as a todos los nuevos lectores.
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SAME OLD LOVE
RomanceLa mañana en la que la que los caminos de Dakota Moore y Lucas Lewis se separaron era triste, fría y oscura, y al igual que el clima, sus caminos cambiaron de ser de rosas a ser de espinas. Sin embargo, a pesar del odio que uno al otro se profesan...