Dakota llegó a las seis de la mañana a la puerta de su casa mientras caminaba con los pelos revueltos, el maquillaje corrido y un gran peso en su espalda. La manta que había cogido en casa de Sophie antes de irse le había ayudado a no perder el calor corporal, aunque no le abrigó mucho. Había pasado toda la mañana, y parte de la noche, en la calle, en el mismo sitio del que salió; en el mismo callejón en el que se tapaba con cartones para dormir junto a otros indigentes, que esa noche volvió a ver. Necesitaba estar sola, aclarar sus ideas, dejar su mente en blanco, volver al punto en el que Lucas Lewis no aparecía en sus pensamientos. Le ayudó, esa noche de reflexión mirando el cielo oscuro con sus antiguos compañeros le ayudó; le ayudó poder aprender de su silencio.
Pero lo cierto es que no durmió bien. ¿De qué servía engañarse a sí misma? Lucas seguía presente y más después de su llamadas y su intento de contacto. Sin embargo, estaba confundida y enfadada al mismo tiempo. Confundida porque Lucas la había llamado para ¿arreglar la situación?. Y enfadada porque, cuando ella se rinde y pierde toda la ilusión y las ganas, Lucas reaparece intentando conectar sus vidas. Esa fue la razón por la que no quiso hablar con él a pesar de que se moría de ganas de hacerlo.
Dakota intentó bloquear los pensamientos negativos tras cruzar el umbral de su casa. Se preparó un buen desayuno que subió en una bandeja a la pequeña azotea que tenía. Lo dejó en el suelo y mientras llamaba por teléfono a un spa para pedir una cita que le recompusiera el cuerpo, bebía sorbos de su zumo natural de naranja. Su móvil seguía apagado y así iba a continuar hasta que se despertara el domingo después de su fiesta. Quería centrarse en ultimar los preparativos con la organizadora de la fiesta sin tener nada merodeando por su cabeza. Sus planes para hoy eran, en este orden: desayunar, ir a darse un masaje, ayudar a la organizadora de la fiesta, ir a recoger el vestido de Jean, ducharse con velas en la bañera y buena música clásica, maquillarse y peinarse con reggeaton español y rock inglés, vestirse a ritmo de Backstreet Boys y, por supuesto, llegar tarde a la fiesta, porque lo bueno siempre se hace esperar.
Eso fue todo lo que hizo, y en ese orden. Todo con una sonrisa que no pudo quitar de la cara, gracias al gran peso en lágrimas del que se deshizo la noche anterior.
Tuvo que pelear con la recepcionista del spa por teléfono para que le hiciera un hueco, pero finalmente, pudo conseguirlo.
Se duchó en cuanto terminó de desayunar, y antes de salir por la puerta, preparó una bolsa de gimnasio con un biquini negro, una toalla y un neceser con todos los productos necesarios para asearse.
El spa en el que reservó una cita estaba inspirado en la cultura japonesa, al menos eso demostraba en su decoración. Había parqué de madera oscura y cuadros y elementos decorativos con temas florales, además de una pequeña fuente que llenaba el silencio de la sala de espera con el ruido que hacía el agua al caer.
Dakota se acercó a la recepcionista y le enseñó su identificación en susurros, para no molestar al resto de clientes que esperaban allí. Se sentó a esperar mientras ojeaba una revista de decoración de interiores.
-¿Señorita Moore? -preguntó una chica rubia, de unos 1.60 metros de altura y una bata negra con bordados en color rosa.
-Sí, soy yo. -Dakota se levantó del asiento
-Sígame.
Dakota la siguió por un largo pasillo hasta llegar a una habitación pequeña y cuadrada. El espacio de la habitación estaba bien ocupado. Había una plataforma cuadrada en el centro de la habitación, alicatada con el mismo parqué que predominaba en todo el establecimiento. Pero el espacio que quedaba entre la plataforma y la pared, estaba lleno de piedras en tonos grises y blancos, encima de los cuales había muchas velas blancas encendidas, dándole un toque de relajación a los sentidos. Las cortinas de la habitación eran beis y había un par de plantas en cada esquina. También, un separador de espacios y un mueble en el que estaban colocadas todas las cremas y aceites, y toallas.
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SAME OLD LOVE
RomanceLa mañana en la que la que los caminos de Dakota Moore y Lucas Lewis se separaron era triste, fría y oscura, y al igual que el clima, sus caminos cambiaron de ser de rosas a ser de espinas. Sin embargo, a pesar del odio que uno al otro se profesan...