Día 9 - De París a Londres

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5 de enero

Narra Jess:

Me desperté con mi cuerpo enlazado al de James, sonó la alarma a las seis, ya que queríamos ir a ver el amanecer.

Subimos hasta el final del edificio, y nos recostamos sobre las mantas que James había llevado la noche anterior. Hacía frío, pero James me abrazaba y yo me refugiaba en él. Ni el frío me frenaría a ver el amanecer justo con la Torre Eiffel.

 Ni el frío me frenaría a ver el amanecer justo con la Torre Eiffel

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James comenzó a acercarse a mi cuello, para besarlo, y me puse incómoda. Lo notó y se alejó.

—Ahora es cuando comprendes por qué dicen que es una de las ciudades más lindas del mundo —dije observando todo.

—Vamos a volver, te lo prometo —dijo sonriéndome.

No quería que hiciera más promesas. La única que me importaba en este momento era que le dijera todo a Des, que de una vez por todas podamos desenmascarar nuestro amor, y poder ser nosotros mismos. Ya nada me importaba. No me importaba recibir odio de los fans, de ella, perder mi carrera, lo que sea; solo me importaba él, era lo único que necesitaba.

Y me costaba resistirme a los besos, pero desde anoche no lo he vuelto a besar, y no lo haré hasta que esta situación no se blanquee.

—James, tengo frío —le susurré tiritando.

—Vamos dentro —dijo levantándose y tendiéndome la mano para ayudarme.

Recogimos las cosas y volvimos a la calentita cama del motel. Teníamos tiempo para dormir al menos por dos horas más. El avión para Londres saldría a las once, por lo que nos levantaríamos a las ocho y media y nos daría tiempo para todo.

*****

Narra Eli:

Me levanté con nostalgia. Recogí todas mis cosas, guardándolas perfectamente en la maleta. No quería irme de esta ciudad, el viaje había sido muy corto, y quedaban tan solo tres días en Londres.

La verdad es que me gusto mucho compartir la habitación con Dan, ya que pudimos hablar de muchas cosas, en las que no se hubiera dado la oportunidad de hablar en otro momento.

Le envié un mensaje a mi amiga, para ver cómo iban las cosas, y ya tenía casi todo listo.

—¿Este cepillo de dientes es tuyo, no? —preguntó Dan saliendo del baño con el cepillo rosa en la mano.

—Sí... ¡Casi lo olvido! —dije agarrándoselo—. Gracias...

Asintió y se acercó a su maleta, para cerrarla.

—¿Y si revisamos una vez más por si nos olvidamos algo? —le pregunté agachándome para observar debajo de la cama.

Recorrió toda la habitación, pero no había nada nuestro. Todo en perfectas condiciones guardados en las maletas.

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