Capítulo 2: Decisiones equivocadas.

10.1K 459 39
                                    

*lean al final por favor*

“Algunas cosas se sienten mejor de lo que deberían,

la razón es porque son prohibidas.”

Poco a poco nos salimos del baño, nos dirigimos un tanto torpes hasta la cama sin dejarnos de besar, mi mente estaba acelerada dificultando que pensara con claridad, nuestras respiraciones cada vez se hicieron más dificultosas, las manos de Tyler viajaron de mi cintura a mi trasero, apretándolo.

La situación se estaba saliendo de mis manos, yo sabía que si no me detenía ahora, no podría parar… pero se siente tan bien… No pude detenerlo, pasé por encima de la cordura y me dejé llevar por la tentación, tal vez después me arrepienta de esto, pero ahora solo quiero disfrutar del momento, ¿Está mal hacerlo? Se que si, pero no puedo evitarlo, simplemente no puedo.

Tyler desabrocho mi pantalón, dejándome de besar solo para quitarlos del camino. Ahora solo estaba en bragas y sujetador, era ahora o nunca. Mis manos se fueron a su short y ahí supe que no me detendría, procedí a imitar su acto anterior, sentí como su erección presionaba mi intimidad.

Un gemido salió de mis labios, me retorcí al sentir como se presionaba contra mi, sentía como si mi corazón se fuera a salir de mi pecho de lo rápido que latía contra mi pecho. Bajando un poco la intensidad de los besos, Tyler tocó el broche de mi sujetador y tímidamente lo desabrochó, como esperando a que me arrepintiera y lo detuviera.

Cuando lo quitó por completo se quedó contemplando mis senos, me ruboricé ante su mirada. Solo dos chicos me habían visto desnuda en mi vida, uno era mi ex novio con quien perdí la virginidad, y el otro… el otro era él.

Lo miré en los ojos rogando que entendiera que quería conseguir mi liberación, sentía todo mi vientre presionado. Me di por vencida y me ocupé yo de bajar su short junto con su bóxer, había tenido la esperanza de que no tuviera que hacerlo, los ojos de Tyler se iluminaron sabiendo que tenía luz verde para proceder. Bajó mis bragas con una lentitud mortificante.

—Elizabeth, ¿eres virgen? —dijo cuando estaba apunto de quitarme la braga por completo, su pregunta me tomó por sorpresa.

—No… —respondí con vergüenza.

—Gracias a dios, pensé que debería quitarte la virginidad porque no pensaba detenerme ahora. —dicho esto, se lanzó sobre mi con un beso salvaje, prendiendo de nuevo todo el fuego dentro de mi.

Rápido y sin preámbulos entró a mi, un grito se escapó por mis labios y dirigí mi vista a la puerta que… se encontraba abierta…

—TYLER, LA PUERTA. —grité entre gemidos, se volteó aun dentro de mi, y escuché como maldecía.

—ELVIS, CIERRA LA PUERTA. —Observé con gracia como Elvis llegaba de cualquier lado en donde haya estado y cerró la puerta, quedándose afuera.

—OH DIOS. —me reí, notando el efecto que eso producía estando en esta situación.

Tyler volvió a tomar mis labios con los suyos y empezó a moverse, al principio lento pero mientras más tiempo pasaba dentro de mi, más rápidas se hacían sus embestidas. Pasamos de gemidos a gritos de placer, agradecí que no fuera como mi ex, terminando a los 5 minutos y ni siquiera me hacía llegar. Posó sus manos en mi trasero, poniéndome encima de él. Me gustaba tener el control de la situación y cuando sentí que el nudo en mi vientre se iba tensando cada vez más, él tomo el control haciéndome llegar, segundos después él también encontró su liberación. Sentí como todo mi cuerpo se relajaba, un suspiro se escapó de mis labios, él lentamente salió de mi y en ese instante recordé algo. Todo mi mundo se estaba derrumbando en cuestión de segundos.

—¿Te pusiste condón?  —estaba tan preocupada por conseguir un maldito orgasmo que no me percaté su se puso protección.

—Si, ¿No me viste? —puse mis manos en mi rostro, me estaba arrepintiendo más rápido de lo que creí.

—¡APENAS TE CONOZCO Y YA ME ACOSTÉ CONTIGO! ¡PAREZCO UNA PERRA! —grité.

—Hey, no pareces una perra. ¿crees que no sentí la tención que había entre nosotros en el baño? Si no lo hacíamos, nos volveríamos locos. —no estaba segura de que yo me volvería loca, pero él sin duda podría hacerlo.

—No llevo ni dos horas conociéndote, NI DOS HORAS. —el sexo no había sido malo, si no lo poco, -o mejor dicho-, lo nada que lo conocía.

—Bueno, creo que ahora me conoces más que algunas… si sabes a lo que me refiero. —a pesar de lo tensa que me encontraba, me permití reírme.

—Esto es… —no encontré la palabra para definir lo que hicimos.

—Prohibido. —¡Bingo! — Es por eso que es tan placentero.

—Está mal…

—Lo sé.

Nos quedamos unos minutos allí, acostados uno junto al otro, pensando en ninguna cosa en particular. Decidí que ya era hora de irme, la abuela me va a matar.

—Me debo ir, solo venía a traer a Elvis. —me levanté, recogiendo la ropa esparcida por el suelo. —Mierda, la camisa. —susurré.

—Te presto una, no andarás por ahí con la camisa llena de café.

—Okey.

Cuando ya estuve completamente vestida, solo faltando mi camisa, salí del baño esperando que me diera una camisa.

—Oh, no. Deberías salir así, te ves condenadamente sexy así. —Tyler tenía un teléfono en la mano, escuché el sonido de la cámara. Oh, este chico esta muerto.

—Borra. Esa. Foto. —dije amenazante.

—No, es mi seguro. Así tendrás que volver. —dijo muy seguro de si mismo.

—Al menos dame una camisa. —la paciencia me estaba abandonando.

Unos segundos después vino a mi con una camisa negra de Nirvana.

—Levanta los brazos. —obedecí, sabiendo que si no lo hacía me iría en sujetador. Me puso la camisa, lento, creo que a este chico le gustan las cosas lentas. — perfecta. —dijo admirando su trabajo que consistía en solo ponerme la camisa. Me quedaba grande, muy grande, por lo que decidí hacerle un nudo en mi espalda dejando mi ombligo descubierto. Al menos así no se vería tan mal.

—Así está mejor. —dije mirándome en el espejo de cuerpo completo que estaba al lado de su cama.

—Bueno, adiós. —me sonrió, fue una sonrisa tierna. Él esperaba que yo volviera, lo veía en sus ojos, pero no sería así. Tomaría esto como lo que era, un error que no iba a cometer otra vez.

—Adiós… —me acerqué a él con intención de besarle la mejilla, pero el tomó mi rostro con sus fuertes manos y me dio un largo y profundo beso en los labios, pegándome a la pared.

—¿Ya sabes por donde salir? —dijo con su frente pegada a la mía.

—Si.

—Sal conmigo, mañana. Comencemos de nuevo, sé que piensas que esto fue un error, déjame demostrarte que no lo fue. —cerré los ojos, me estaba poniendo difícil alejarme de él sabiendo que lo nuestro sería imposible, él es un niño rico de las villas de New Jersey, yo soy una niña sin padre y con una madre que fue alcohólica.

—Ya veremos.

Me salí de su agarre como pude, y salí de su casa con la poca dignidad que me quedaba.

Te acostaste con un chico que conociste hace dos horas, ¡Qué difícil eres Elizabeth! —susurré.

*

Nota de la autora:

Sé que pensarán '¿Pero qué clase de historia es esta? Lleva dos capítulos y ya se acostaron' pero de hecho de eso se trata, según las normas de la sociedad una persona para acostarse con otra deben estar casados, o por lo menos conocerce desde hace más que un par de horas, si no lo hacen bajo esas circunstancias lo convierte en algo malo, algo 'Prohibido'. ¿Qué les parece la historia hasta ahora? Recuerden Votar y Comentar, si no lo hacen me veré obligada a no seguirla ya que no sé si les gusta o no :(

ForbiddenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora