12.6 :3

949 69 21
                                    

Tauro.

A la mañana siguiente de estar varados, las cosas mejoraron incluso más, ya no odiaba tanto a Acuario por subirnos en el autobús equivocado cuando llegamos al peor Aeropuerto de la historia.

Aun no me gustaba eso de encontrarme vacas flacas cada tanto, ni de estar en un lugar desconocido, pero la comida, debo admitir, aunque extraña, era deliciosa, así que no había mucho de que quejarme, además, Virgo había dicho que solo serían un par de días, y si algo sabía de ella, era que tal como con Capricornio, las cosas que decía pasaban.

Aproveché el tiempo lejos de Cáncer para limar algunas asperezas con Escorpio, que resultó un tanto más agradable de lo que aparentaba.

Por la tarde, se nos hizo la cordial invitación al partido de esa semana.

Resultó ser un montón de niños de todos tamaños jugando en un gran llano terregoso con una pelota hecha de trapo.

Cuando Escorpio y yo llegamos, Acuario, Piscis, Cáncer y Sagitario ya estaban jugando con ellos.

Se divertían y reían tan fuerte, Cáncer se veía tan hermosa, con las ropas coloridas y sueltas, con su bella sonrisa, me quedé una vez más embelesado, preguntándome que había hecho para tener tanta suerte.

Pero no solo respecto a Cáncer, si no respecto a todo.

A pesar de no haber nacido en la opulencia, no era una persona precisamente delgada, tampoco me consideraba una persona con una mala vida, si bien no era rico, y había trabajado toda mi vida, podría decirse que yo era un rey a comparación de como se vivía aquí.

Miré a los niños, corriendo, riendo y jugando despreocupadamente, me pregunté si tenían hambre, lloré.

Cáncer.

Estaba jugando cuando lo miré, tratando de ocultar las lágrimas, entendía perfectamente el porqué de su llanto, pero justo en ese momento, o había nada que hacer al respecto.

No podíamos ayudarlos, construir una escuela, una bomba de agua, casas de ladrillos, con mosquiteros, ni hortalizas, o medicamentos, estufas o colchones.

También quería llorar, pero también sabía que lo único que podía hacer en ese momento, era hacerlos sonreír, y hacerlos pasar un buen momento, por más ganas que tuviera de abrazarlos, y echarme a llorar.

Así que me detuve, sonreí con todo y lo llamé a jugar, tardó unos segundos en reaccionar, incluso cuando Escorpio ya lo había dejado atrás varios metros.

Moví la mano con alegría, "ven" decían mis dedos, "lo sé" decían mis ojos "pero sonríe" decían mis labios, por fin, sonrió, secó sus lágrimas y corrió hacia la cancha.

Jugamos durante horas, hasta que nuestros cuerpos no pudieron más.

Los niños nos enseñaron a los cocodrilo más tarde, casi muero del susto, nos enseñaron también, a las gacelas, y cuando la noche cayó, nos mostraron el aullido de las hienas, a ellos parecía divertirles, a Piscis, Géminis y a mi nos aterraba, y nos sacaba el lado maternal a la 100000 potencia.

Esa noche Géminis abandonó a Acuario y se instaló con nosotras en la casita de a lado, y como si nos hubieramos puesto de acuerdo, esa noche las tres mujeres, dormimos con un montón de niños abrazados protectoramente y con los ojos en la puerta.

A la mañana siguiente Géminis vomitó, se puso muy pálida, a Acuario casi le da un infarto, pero antes de que cualquiera pudiera decir algo, una anciana arrugada, con el cabello y los ojo blancos llegó, seguida de un montón de personas.

- ¡Matriarca! - Había gritado Acuario cuando la vio llegar con su séquito y su gran bastón.

OfiucoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora