Capítulo 11

1K 85 47
                                    

Aries.

Desde que Virgo apareció en mi vida, quise una cosa y solo una cosa, protegerla.

Desde que tengo 6 años, he anhelado, únicamente que Virgo sea feliz.

Y la única constante en mi vida, ha sido la certeza, de que no quiero vivir sin ella.

Así que, después de tanto drama, tenerla entre mis brazos, siendo mi esposa, en la boda de su mejor amiga, me parece casi un sueño, era demasiado perfecto.

Libra estaba radiante, todos habíamos viajado desde muy lejos, nos habíamos reunido tras meses desde nuestra última gran aventura.

Era el lugar más hermoso, en una montaña junto a una cascada en medio de la nada, aunque claro, mi boda fue más bella.

Solo que, recordemos, que somos nosotros, que Virgo es terca, y que nada nos sale bien.

Así que, después de que Virgo comenzará a dar saltitos justo cuando la marcha nupcial empezó, justo cuando comencé a notar que algo andaba mal, justo, cuando Libra había tomado su lugar en el altar, Virgo se puso cada vez más pálida.

Y al son del "si acepto" rompió fuente frente de todos.

En medio de la nada.

En la cima de una puta montaña.

Carajo, estábamos en problemas, pero bueno, debimos suponerlo, a nosotros nada nos sale bien, y...¿para que engañarnos? Era de cierta forma genial.

¡Mi hijo iba a nacer en una boda y no en un aburrido hospital!

Caminé hacía Virgo en medio de la conmoción, preocupado, pero secretamente emocionado, solo mi hijo podía nacer en una boda.

Pero bueno...la emoción se me fue cuando las contracciones llegaron...esto no era divertido, para nada...

Pero, ustedes dirán: "Oh, pero sexy Aries, en el otro capítulo, antes de los interminables especiales, te estabas casado, ganándole por fin al mequetrefe de Escorpio, tan genial como siempre, ¿Como es que ahora estás en la boda de Libra y con Virgo dando a luz?"

Bueno, es una larga, larga historia, así que, rebobinemos.

Todo empezó, una tarde helada de diciembre, yo esperaba ansioso en otro extremo del altar, a que mi prometida llegara, hacía un frío condenado, pero todo estaba precioso, cubierto de nieve, como a ella le encantaba.

No voy a mentir, estaba nervioso, había tantas posibilidades, después de que me enteré de que Escorpio se la había llevado, me puse como loco, abandoné la "reunión" de Sagitario y rastreé la ubicación de Virgo, y no, no soy un loco acosador, es un sistema que tenemos desde que le diagnosticaron su enfermedad, incluso, si ella presiona el 1 por más de 3 segundos mi teléfono me notifica que Virgo tiene una emergencia y me envía su ubicación.

Cuando llegué al condenado jardín, lo vi de pie, discutiendo sobre el pasado, tan acaloradamente que Virgo empezó a toser, ella estaba de espaldas, así que no me vio llegar, pero Escorpio vaya que lo hizo, sonrió socarronamente, tomó a MI prometida, y la besó, ella se quedó de piedra.

- Me merecía al menos eso - Dijo separándose de ella, sabía que Virgo lo golpearía, la conocía mejor que nadie, pero fue mi puño en que se estampó en su cara.

- ¡Te mereces esto! - Grité el cayó al suelo de un sentón, me miró con odio, Virgo empezó a farfullar nerviosa y hasta un poco histérica, y de nuevo, a toser, me cabreé aun más, la tomé por la cintura y la alcé como a un costal de papas - ¡Nos vamos a casa! - Grité ignorando sus protestas.

- ¡No vivimos en el mismo lugar! - Se quejó - ¡Y puedo caminar por mi misma!

- ¡Pues me importa un pepino! - Dije, iba a decir mierda, pero si se trataba de ella, no podía, sin importar cuan cabreado estuviera no podía decir groserías, exceptuando la vez que la llamé imbécil...solo esa.

La llevé el resto del trayecto a mi casa en el hombro, pero nunca dejó de insistir en que la bajara, cuando por fin lo hice y la bajé en la sala, lo primero que hizo fue poner sus manos en jarra ni mirarme furiosa.

Estaba furioso, de verdad, pero cuando ponía los brazos en jarra...yo solo, me derretía.

De improviso la besé con vehemencia, tratando de borrar cualquier rastro que no fuera mio de ella, sorprendida trató de alejarse, pero no la dejé, la besé aun con más fuerza, con mi furia, pegándola a mi, tembló cuando lo hice, me perdí un rato en ella, la besé una y otra vez, desesperada y agresivamente, hasta que me descubrí en el sofá sobre ella.

- ¡Aries! - Escuché su voz antes de volver a besarla - ¡Aries! - Gritó con más firmeza, sacándome de mi sopor, miré como sus ojos trataban de encontrarse con los mios angustiados - Aries - Me llamó, por fin nuestras miradas se tocaron - Estoy aquí...- Me aseguró en un susurró.

Sentí el llanto venir, rabioso, profundo, doloroso, me abracé a ella, ella abrazó mi cabeza, con fuerza, tratando de transmitirme lo que sea que estuviera sintiendo, acarició mi cabello, me cantó una nana, hizo todo lo qye pudo para que su presencia se volviera real para mi, yo aferré mis manos a su ropa, en un vano intento por asegurarme de que estaba ahí.

- ¿Vas a dejarme? - Pregunté al cabo de largas horas en silencio, y mirando a la nada.

Ella separó su vista del techo, tardó unos segundos en responder - No lo haré...a menos que me lo pidas - Respondió a voz queda.

- No voy a pedirte semejante tontería...sabes que sin ti no funciono - Le dije con el mismo tono.

- Entonces no lo haré - Me dijo acariciando mi cabello de nuevo.

- ¿Me lo juras? - Pregunté.

- Te lo juro - Habló de nuevo - No voy a dejarte a menos que me lo pidas.

- Aunque lo haga, no lo hagas - Pedí.

- Odio cuando repites palabras - Susurró.

Ahí terminó nuestra conversación de nuevo, pero no nos movimos, permanecimos en nuestra burbuja que parecía estancada en el tiempo, a fuera, la luz había llegado, seguramente la vida estaba ocurriendo, pero nosotros permanecimos ahi, ajenos a todo, perdidos en el tiempo, uno sobre el otro en silencio, con una extraña sensación de ingravidez, como perdidos entre la realidad y la fantasía.

- Te amo - Le dije, no contestó, entonces supe que su mente estaba en otra parte, por fin, cerré los ojos y me quedé dormido.

Las semanas siguientes fueron una tortura, apenas y la veía, y cuando nos veíamos, era como si el otro hubiera salido de una película, o fuera un dibujo animado, la sensación de que hablarnos, o de existir en el mismo espacio, era antinatural se volvía cada vez más tangible.

Por eso, el día de mi boda, estaba de todo, menos tranquilo, sobre todo cuando el padrino resultó ser Escorpio, y que decir de cuando se detuvo a hablar con mi prometida, mucho más tiempo del que me hubiera gustado, los segundos se hacían horas, yo miraba el semblante nervioso de Virgo pasar a una apesadumbrado.

Pensé en que haría si Virgo me abandonaba.

Había solo una respuesta: Luchar.

Pero...¿Y si ella era feliz sin mi...?

No pude alcanzar a formularme una respuesta, aunque en el fondo de mi corazón lo sabía, ella me importaba más que yo mismo... Cuando sus manos abandonaron las de Escorpio y tomaron las mías, apenas me lo podía creer.

Y así, si más, en frente de todos y todo, me juró amor eterno.

Habían sido años de drama, casi le deja por un idiota, negamos nuestro amor por años, yo era un idiota impulsivo, ella una terca perfeccionista, peleábamos todo el tiempo, no podíamos ser más distintos.

Juntos, eramos un caos, pero cuando la tuve entre mis brazos y la besé, uniéndonos por siempre, supe, que si nos amábamos ¿Qué más daba?

OfiucoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora