CONNOR:
Diez años atrás...
—Cariño, ¿por qué no vas y juegas con tus hermanos? —un ceño fruncido fue mi respuesta a la sugerencia de Estela, mi madrastra. Odiaba que ella quisiera ocupar el lugar que mi madre había dejado meses atrás con su muerte a causa del cáncer.
—Connor, sal de la casa, hijo. No puedes pasarte todo el tiempo aquí encerrado —agregó papá, pasando un brazo por la cintura de su única y verdadera esposa. Mi madre nunca lo fue, él me mintió y mi madre lo sabía. Solo fui un error de una noche en la que él visitó nuestra ciudad cuando se había separado de su esposa por unas semanas.
—No lo presiones, Rafe, cada quien sobrelleva su dolor de diferente manera —en cuanto eso salió de la boca de aquella mujer, sabía que debía irme antes de que empezaran a tratar de hacer de psicólogos conmigo. No necesitaba su lástima ni fingida comprensión.
Levantándome del sofá, tomé mi chaleco tipo sudadera con capucha y salí por la puerta de entrada. Sabía que aquellos niños, que Estela insistía en llamar mis hermanos, se pasaban las tardes jugando fútbol frente a la casa, sin embargo, yo rechazaba sus invitaciones porque estaba seguro que esta no era mi familia. Yo era el bastardo, como esa señora de la casa de en frente decía. Mi padre me había mantenido, a mí y a mi madre, como su más grande secreto. Agradecía que Estela no me hubiera mandado a la calle ni fuera la madrastra malvada que esperé en un principio en que mi padre me contó todo antes de llevarme con esa familia, pero asimilarlo no era tan fácil como parecía, no lograba adaptarme a toda esa nueva vida. Solo tenía trece años, no se suponía que pasara por todas esas cosas a tan corta edad.
Coloqué la capucha, cubriéndome del sol y sacudí mi pantalón corto, distrayéndome de lo que sucedía a unos metros cerca de mí.
— ¡Cuidado, Connor! —el grito de Jimmy me hizo alzar la cabeza justo a tiempo para que un balón impactara contra mi frente con tanta fuerza que perdí el equilibrio y caí de espaldas al pavimento. Ahora deseaba haber comido más estos días, mi visión se volvió borrosa de inmediato y mi cabeza dolió tanto que sentí el dolor palpitar fuertemente contra mis sienes porque no tuve la suficiente fuerza para mantenerme de pie.
Parpadeé para enfocarme en la luz del sol que me cegaba y me quejé en voz alta cuando un peso cayó sobre mí. La sombra se hizo más nítida cuando una sombra bloqueó la intensa luz del sol y segundos después unos golpes en mis mejillas lograron que volviera en sí.
—Oye, chico, no te mueras, no quiero ir a la cárcel a los trece y perderme el instituto —una voz femenina llenó mis oídos que antes zumbaban por el golpe. Parpadeé de nuevo y mi rostro se calentó cuando descubrí que una niña era la que estaba sentada sobre mi abdomen, palmeando mi cara con un gesto adorablemente asustado—. Se está muriendo, Rafe, mejor trae la pala de una vez, si escondemos su cuerpo tal vez nadie sepa que fui yo y me metan a la cárcel.
—No está muerto, Teag, tiene los ojos abiertos —resopló el susodicho en alguna parte cerca de nosotros.
—Pero me está mirando muy fijamente, eso es raro —y era verdad, había una cosa sobrenatural que no me dejaba apartar mis ojos de los suyos. Eran color avellana y se veían demasiado grandes en su pequeña y redondeada cara, casi ocultos por la gorra morada que usaba. Desde la distancia tan corta que ella misma había puesto entre nosotros, podía apreciar hasta la más diminuta peca en el tabique de su nariz.
—Me estás... sacando el aire —logré murmurar en medio del vergonzoso momento. Ella se sobresaltó y colocó sus manos en mi pecho para incorporarse.
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Caótico Pasado (#1 Trilogía Vidas Tormentosas)
רומנטיקהCuando Connor Davis ve el caos en el que está viviendo, decide que es hora de cambiar algo en su vida. Lo que no esperaba, es que no sólo cambiaría algo, si no que también... recibiría de vuelta a su más maravilloso, caótico y desastroso pasado hec...