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El día pasó con rapidez y ya estaba volviendo del entrenamiento. Toqué el botón del ascensor y esperé hasta que parara en mi piso. Estaba deseando llegar a casa, quería hablar con ella, quería saber que estaba bien. El ascensor llegó a mi piso y salí con las llaves en la mano. Abrí la puerta, dejé las llaves sobre el mueble de la entrada, cerré la puerta detrás de mí y dejé a mi lado la bolsa para quitarme las zapatillas.

—¡Llegué! —Anuncié en cuanto me puse las zapatillas de estar por casa. Cogí de nuevo el bolso y un pequeño cuerpo apareció por el pasillo.

—Hola —saludó con tranquilidad portando en su mano un libro de literatura. Sonreí y caminé hasta ella.

—¿Estudiando? —Pregunté y me dio un beso en la mejilla como saludo. Entramos en la habitación y dejé el bolso en la habitación del armario.

—Repasando en lo que llegabas —añadió mientras dejaba el libro en la mesa de noche y colocaba su cuerpo sobre la cama.

—¿Lo llevas bien? —Pregunté con interés mientras rebuscaba entre las almohadas mi pijama para darme una ducha. Ella observó mis movimientos con tranquilidad.

—Es el mejor que llevo, sabes que me encanta la literatura —me recordó y sonreí. Me encantaba oírla hablar sobre literatura, la forma en la que lo explicaba hacía que te interesara sobre todo lo que estaba contando.

—Entonces estás menos nerviosa —zanjé y ella sonrió un poco. Tomé mi pijama y me dirigí al baño—. Me ducho rápido y hablamos —me miró por un momento y sonrió.


………

Después de una buena ducha me sentía bastante relajado. Salí del baño poniendo a lavar la ropa que había utilizado ese día para entrenar. Mientras que Aroa aún repasaba sobre la cama acompañada de una taza de café. Guardé la ropa que utilicé para ir a la universidad me senté por el otro lado de la cama más bien recostando mi cuerpo, me encontraba cansado y deseaba que de una vez fuera viernes.

—¿Estás cansado? —Preguntó ella olvidando su libro de literatura sobre la mesa de noche. Comenzó a tocarme un poco el pelo que estaba mojado de la ducha.

—Mucho —admití mientras disfrutaba de su tacto—. ¿Tú?

—No sabes tú bien, tengo muchas ganas de hacer este examen y acabar de una vez —me informó y abrí los ojos para mirarla.

—No tienes que preocuparte por lo de ayer, tenías razón con tus palabras —comencé, no pensaba esperar más— pero, estoy intentando hacer todo lo que puedo para mejorarlo —añadí y ella me miró arrepentida de sus palabras.

—Cariño, lo dije sin pensar, no quería hacerte daño —susurró y levanté la mano para tocarle la mejilla.

—Que dejes de pensar eso —reproché, le pellizqué la mejilla y se quejó a lo que sonreí—, lo que quiero que entiendas es que te pones muy nerviosa cuando llegan los exámenes, cada vez te controlas menos. ¿Te has dado cuenta de que te has enfadado hasta conmigo por tonterías? Incluso me has dicho algo doloroso sin querer —le expliqué y ella apartó la mirada. Miraba con tristeza y me sentí un poco val al decirlo pero, sabía que le dolía más saber que me había hecho daño que el mero hecho de decírselo.

—Me siento fatal, cada vez puedo controlarme menos y lo que menos quiero es hacerte daño, soy horrible —admitió y le acaricié la mejilla. La obligué a mirarme y sus ojos le brillaban—. Me he puesto contigo así por unos malditos exámenes, ¿se puede ser más idiota? No puedo estar contigo si voy a hacerte daño cada vez que estemos en épocas de exámenes —susurró eso último debido a que su voz estaba entrecortada. Me levanté de la cama quedándome sentado.

—Ehh, tranquila —le tomé las manos en cuanto ella cerró los ojos aguantando las ganas de llorar—. No voy a dejarte por eso y me niego a que vuelvas a decir eso, que lo sepas —ella me miró con los ojos llorosos y me apretó las manos—. Te lo digo porque quiero que te controles, que controles tus miedos, ahora tienes más miedos que antes porque no quieres suspender, porque quieres llevar por un buen camino tu vida y lo entiendo, yo me estoy esforzando para poder estudiar lo que quiero y tener una vida feliz —añadí y ella me escuchó atenta—. Me dolió lo de ayer porque esas palabras venían de ti y lo que me digas tú me importa, de cualquier otro me daría igual pero, viniendo de ti duele —admití, sabía que iba a hacer que ella se sintiera peor pero debía saberlo—. Pero te amo, y estoy completamente de acuerdo contigo y pienso arreglar eso pero, quiero que arregles tú también esto, que te dejes de preocupar tanto, ¡eres una jodida niña de sobresaliente, ¿de qué tanto te preocupas?! —Ella rió un poco pero algunas lágrimas salieron de sus ojos—. Solo debes de controlar tus instintos, pequeña —ella soltó una de sus manos para limpiar sus lágrimas.

—Perdón, perdón por haberlo dicho sin pensar pero, ahora que tú me lo dices me he dado cuenta de que no puedo seguir preocupándome tan al extremo, debo preocuparme pero hasta para mí es malo —admitió mientras lloraba. Me rompía el corazón verla llorar pero, sabía que eso era todo lo que tenía en su interior y debía sacarlo—. Joder, últimamente parezco una llorona —dijo y tiré de ella para abrazarla. Tembló en mis brazos llorando con más intensidad—. Perdón por ser tan mala contigo, me siento fatal, ¿cómo puedes soportarme? No me puedo perdonar por lo mala que fui contigo esta mañana —dijo hipando y la abracé con más fuerza.

—Deja de pedir perdón, por favor —le pedí y volvió a temblar en mis brazos. Ella era tan débil que sentía que yo me había hecho más fuerte gracias a ella—. Te soporto porque estoy enamorado de ti y porque es de las pocas cosas que me hacen rabiar de ti, por eso no pienso dejarte, porque aparte de que no puedo separarme de ti ni vivir sin ti, confío en que eso lo puedes mejorar porque tú no eres de esa manera y otras veces yo te he tratado mal cuando he estado enfadado —admití, a veces había pasado al revés, las parejas constan de peleas, es un equipo formado por dos personas que se complementan y a veces esas personas chocan.

—Es que… —le tapé la boca y la separé de mis brazos. Me miró y verla con los ojos rojos y las mejillas mojadas me había dolido bastante.

—No digas nada más, cariño —le dije y ella se sorprendió por mi forma de llamarla. Medio sonrió y miró a un lado.

—Mejor, no voy a decir todo de nuevo —medio bromeó y sonreímos. Puso sus manos sobre mis muslos cruzados y me miró a los ojos—. Pero necesitaba llorar, entre el estrés y que tenía que hablar contigo… —añadió y agarré sus brazos por un momento. Los quité con suavidad y me volví a acostar en la cama.

—Tenías que desahogarte, lo que menos quiero es que llores, últimamente estás muy débil, poco a pocos tienes que ir haciéndote fuerte —le indiqué y noté como recostaba su cuerpo sobre mi pecho para mirarme a los ojos.

—Quiero ser fuerte como tú —sonreí ante sus palabras porque me sentía halagado.

—Estar contigo me ha hecho más fuerte —ella me miró confusa—, me ha hecho más fuerte porque quiero protegerte —susurré y ella sonrió tímida por mis palabras. Algo en lo que ella también me había hecho cambiar era en ser más directo, en decir todo lo que pensaba respecto al amor entre nosotros.

—Yo también quiero protegerte —dijo con un puchero y reí. Me alegraba volver a verla tranquila.

—Las princesas no protegen a los príncipes —añadí y ella puso los ojos en blanco por mi media metáfora.

—Pues romperé esos esquemas, mi amor —bromeó y sonreí. Tiré de sus manos que estaban en mi pecho y acerqué su cara con la mía.

—Ya lo haces —susurré dejándola confusa y junté sus labios con los míos.

Quería tenerla de nuevo de esa manera, quería besarla de nuevo y hacerla callar.


Pequeñassss!!! Las echaba de menos. Perdón no subir la semana pasada, no pude publicar el viernes por lo que decidí publicar hoy dos capítulos, él de la anterior semana y el de hoy! Os gusta la idea verdad? Este lunes cojo las vacaciones de verano por lo que tendré más tiempo de publicar y de escribir algunas visitas nuevas. He estado pensado en escribir algo sobre anime, aunque aún no me decido, sería tan difícil ver a Nishinoya sin Aroa, ay

Os asmo❤

Volando || Nishinoya YuuDonde viven las historias. Descúbrelo ahora